sábado, noviembre 23, 2024
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Así le sacan partido Putin y compañía a la guerra en Gaza

MANUEL AGUILERA,

Durante la guerra de Vietnam se acuñó el eufemismo de los “daños colaterales”. El ejército de EEUU definía así las consecuencias no deseadas de una operación militar. Muertes, heridos y daños no intencionados se englobaron bajo esas dos palabras que posteriormente han sido utilizadas no sólo en guerras posteriores sino también en acciones terroristas alrededor del mundo. Desgraciadamente, estos daños colaterales multiplican las víctimas pero también hay quien se aprovecha de ellos para sacar partido.

En el caso del ataque terrorista de Hamás a Israel y posterior respuesta que afecta a la comunidad internacional, uno de los más beneficiados fue Vladimir Putin. En primer lugar porque el ojo mediático ha virado de Ucrania a la franja de Gaza y así el ejército ruso puede aprovechar para subir el volumen de las barbaridades contra el pueblo ucraniano a las que nos tiene acostumbrados desde que se inició la invasión en febrero de 2022. Aunque hablar de la apertura de los diarios impresos ha quedado superado por la historia y los avances digitales, parece que a los medios de comunicación nos cuesta mantener dos ventanas informativas abiertas al mismo tiempo.

El segundo aspecto en el que se beneficia, Putin es el de travestirse de hombre de paz, guardando en el armario el traje de señor de la guerra. El pasado viernes, Putin llamó por teléfono al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, tras hablar también con los líderes de Irán, Egipto y Siria. En la que con todo el cinismo ha trasladado el mensaje -según fuentes del Kremlin- que “cualquier forma de violencia contra la población civil es inaceptable”. Putin se presenta a sí mismo como un posible mediador que esperemos no sea tomado en cuenta por la comunidad internacional.

Por último, el tercer beneficio colateral del que se aprovecha Putin es el de seguir sorteando las sanciones económicas contra Rusia impuestas por la UE y EEUU. La mejor manera de saltársela es seguir mirando al lado oscuro. Hacer negocios con los otros enemigos de occidente y seguir tejiendo una red paralela financiera, operativa y de cadena de suministro que le permite no solo eludir las sanciones sino además ganar dinero suficiente para perpetuarse en el poder.

La semana pasada, el régimen de Nicolás Maduro se afianzaba como el principal aliado ruso en Sudamérica firmando un acuerdo para “impulsar sectores estratégicos”. Se conocía además que Maduro visitará Moscú a finales de año para profundizar en esta cooperación y provocar que la inversiones de empresas rusas en Venezuela aumenten todavía más. Hay que recordar además que el país gobernado por Maduro cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y Rusia es el segundo mayor exportador de petróleo del mundo.

Rusia describió a Venezuela como un socio clave en América Latina y aseguró estar profundizando los lazos con otras potencias después de que Occidente impuso sanciones a Rusia y a empresas rusas por la guerra en Ucrania.

«Nuestro enfoque solidario es un factor determinante para garantizar un equilibrio saludable de la oferta y la demanda en el mercado petrolero, mantener el atractivo de inversión de la industria y contrarrestar el sentimiento especulativo», dijo Alexander Novak, viceprimer ministro ruso.

Curiosamente, y regresamos al tablero geopolítico paralelo manejado por los sospechosos habituales, Irán ha sido el otro socio clave para ayudar a la moribunda industria petrolera venezolana, proporcionando crudo ligero de mezcla y condensado, a cambio de crudo pesado y fuel oil. En total, Venezuela ha recibido este año más de 24 millones de barriles de empresas iraníes y ha proporcionado 21 millones de barriles en virtud de un acuerdo de intercambio de 2021 que se amplió a principios de este año.

¿Quién se imaginan que puede ser el gran ganador, el que ha sacado más rédito de las sanciones? Piensen mal y acertarán. Según un artículo publicado en Forbes, mientras los mercados mundiales se preparan para las restricciones de suministro, el claro ganador de las sanciones petroleras a Rusia, Venezuela e Irán, ha sido China.

En 2021, el 53% del crudo ruso se vendió a los europeos. En el primer trimestre de 2023, China e India compraron cerca del 75%. Se prevé que la demanda de ambos países, así como de otras economías asiáticas de rápido crecimiento, continúe aumentando.

Según la agencia Reuters, China ha «cosechado este año un ahorro de casi 10.000 millones de dólares gracias a las compras récord de petróleo de países sometidos a sanciones occidentales», ya que se han reducido los costes de importación de petróleo de Rusia, Venezuela e Irán por parte de las refinerías, una consecuencia involuntaria de las sanciones.

Se dice que la política a veces provoca extraños compañeros de cama. Parejas o tríos que nadie imaginaría que pudieran formarse si atendemos a sus orígenes, costumbre y gustos demostrados anteriormente. Rusia, China, Irán y Venezuela no comparten idioma ni otras muchas cosas pero han conseguido tejer una red paralela y oscura de negocio y corrupción a la que más pronto que tarde habrá que iluminar con los focos. Son los daños colaterales de la errática política y la falta de firmeza de los llamados países occidentales.

Fuente: Diario Las Américas

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