Tanto la clase política como los medios y la sociedad de Argentina se preguntan qué motivó a Fernando Sabag Montiel a gatillar el arma a pocos centímetros del rostro de la vicepresidenta argentina. De acuerdo con el referente del Frente Patria Grande, Juan Grabois, «un grupo organizado” intentó asesinar a Cristina Fernández de Kirchner. Sagab Montiel sería «un sicario”, y Brenda Uliarte, la pareja de este, «su cómplice”, según dijo a medios argentinos. En caso de probarse que fueron Sabag Montiel y Uliarte quienes planearon y llevaron a cabo el atentado fallido, falta aún esclarecer si actuaron solos, o con el apoyo de un grupo.
Entretanto, el intento de magnicidio provoca una escalada vertiginosa de la polarización en la sociedad argentina. Pero esta división no es un fenómeno nuevo: ya lleva décadas. Solo que ahora crece a niveles sin precedentes. Y los interrogantes que rodean al atentado son el combusitble de las suspicacias. «Las investigaciones en Argentina siempre están atravesadas por la desconfianza de la sociedad”, dijo a DW el columnista político Martín Rodríguez. Y menciona el caso del atentado contra la mutual judía AMIA, en la capital argentina, en 1994, y la muerte del fiscal Alberto Nisman, que lo investigaba.
Un relevamiento a nivel nacional de la encuestadora Trespuntozero, dirigida por la analista Shila Vilker, realizado antes de que la Justicia señalara que el intento de matar a Cristina Kirchner estuvo planeado, grafica en una nube de palabras la división en el país. En el gráfico de los votantes de Mauricio Macri se destacan las palabras «circo”, «mentira” y «teatro”. En el de los votantes de Alberto Fernández dominan «odio”, «violencia” y «locura”. Eso reflejaría lo que piensan los ciudadanos a cada orilla de la «grieta».
En redes, un 63% no cree en el ataque, según analizó la consultora Reputación Social en Twitter.
Sociedad dividida: atentado o montaje
En Argentina hay quienes que creen que se trató realmente de un intento de homicidio, y que el o los perpetradores están relacionados, por ejemplo, con grupos de extrema derecha. Mientras otros sospechan que el atentado fallido pudo haber sido una escenificación para distraer a la sociedad, en particular, del juicio que se lleva a cabo contra la vicepresidenta por asociación ilícita y defraudación a la Administración Pública durante su presidencia (2007-2015) en el caso «Vialidad”, pero también de la grave crisis económica que golpea a los argentinos, con una alta inflación, que, según expertos, podría llegar al 90% a finales del año. Ese es el panorama en el país sudamericano, que celebra elecciones generales en 2023.
Para Martín Rodríguez está claro que «el joven que intentó asesinar a la vicepresidenta tiene una trayectoria construida en la oscuridad de su vida, ahora pública. Habló ante la televisión y expresó algunas ideas”, dice, en referencia a declaraciones de Sabag Montiel, junto con Brenda Uliarte, criticando los planes de ayuda social del kirchnerismo. A medida que surgen más indicios, sin embargo, las sospechas aumentan a un lado y al otro de la brecha política. Y las teorías conspirativas se multiplican. De ahí la necesidad de un rápido esclarecimiento de los hechos.
Llamados a la paz social y búsqueda de equilibrio
A pesar de los llamamientos a la paz de todo el espectro político, y a las muestras de solidaridad hacia la vicepresidenta, el consenso no aparece. «Hay un llamado a la desescalada de la polarización política, pero cuesta imaginar que eso sea posible”, debido a los juzgamientos mutuos entre el kirchnerismo y la oposición, dice el cronista argentino. Según él, sería necesario «echar una mirada sobre quienes alimentaron la sensación de que la política gozaba de buena salud porque había una polarización que era una suerte de incendio controlado, donde el fuego se podía controlar desde arriba”. Esa polarización extrema puede beneficiar en cierto momento a un partido político, pero va socavando las bases democráticas, combustiona el ambiente social e incluso puede llegar a dificultar el buen funcionamiento de las instituciones.
En Argentina, el atentado contra la vicepresidenta no deja a nadie indiferente. La conmoción aún es grande. Y grandes son también los temores de un aumento de la violencia política. «Este nuevo escenario pone en tela de juicio esa autosuficiencia política de creer que el conflicto siempre se puede regular”, subraya Martín Rodríguez. Y añade que la clase política pierde de vista «el caldo de cultivo de demasiados años de crisis social, crisis económica, inflación, deterioro de las condiciones de trabajo, avance de la inseguridad urbana, problemas que se van encadenando y se van acumulando. Y todo eso es la complejidad de este presente”. Está por verse qué frutos darán las investigaciones para esclarecer el atentado contra Cristina Kirchner, y qué curso seguirá el juicio en su contra. La verdad sobre el intento de asesinato de la vicepresidenta podría contribuir a saber qué le espera a Argentina en los próximos meses.