“Guárdelo. Yo no miento. El que miente es Macri. Yo soy hijo de un juez. Respeto el Estado de Derecho. Hace 30 años que enseño en la Facultad de Buenos Aires. No borro con el codo lo que le enseño a mis alumnos”. Con esas palabras, Alberto Fernández increpaba a un periodista en Córdoba durante la campaña presidencial, que interrogaba sobre la supuesta intención del Frente de Todos de generar cambios drásticos en el Poder Judicial. Hoy, sus mismos alumnos lo cuestionan duramente por las barrabasadas que dice, como que vacunar a un VIP irregularmente no reviste delito penal.
Alberto decía que la reforma total de la justicia no era la suya. Que hacía falta mejorar mucho el sistema, pero que romper todo no era su idea. Que ese era el plan de los Mempo Giardinelli o de los Eugenio Zaffaroni, a los que dijo que respetaba, pero aclaró que no compartía su visión y que esa agenda no sería la de su gestión. También pedía que no le achaquen a él los planteos de Cristina, como no se le endilgaban a Mauricio Macri las declaraciones de Fernando Iglesias o Elisa “Lilita” Carrió”.
A poco más de un año, la imagen presidencial de Alberto se cae, mientras que, lógicamente, el kirchnerismo duro mantiene fija e inamovible su base de sustentación. Mientras tanto, los personeros de CFK corren contra reloj, ya que las causas de corrupción acorralan a la jefa. También ganan espacio dentro del Gobierno, que poco a poco va tomando un fuerte color “K”. El espacio de Sergio Massa es responsable de un silencio ensordecedor. Es que al igual que Alberto sabe que el oficialismo tiene baja las acciones ante la opinión pública y no cuenta con ningún respaldo para enfrentar al espacio de CFK. ¿Qué va a hacer el titular de la Cámara de Diputados? ¿Volver a dejar al kirchnerismo para proponerse como opositor? Él ya sabe que se quemó y que el antikirchnerismo no volverá a confiar en el que consideran un “panqueque”. Cabe recordar que existen diversas grabaciones donde prometía no volver más junto a Cristina.
Se viene la caza de brujas
En sintonía con el pedido de ayer de Fernández de que los legisladores controlen al Poder Judicial, el senador cristinista Oscar Parrilli ya puso cartas en el asunto. En declaraciones de hoy, la mano derecha de la vicepresidente en la Cámara alta reconoció que impulsará junto al oficialismo una comisión bicameral parlamentaria para que el Legislativo pueda investigar e interrogar a los funcionarios judiciales que quieran. “Estamos acostumbrados a fiscales rebeldes que no se presentan ante la Justicia”, dijo el senador K a una radio partidaria esta tarde.
La oposición salió con los tapones de punta y aseguró que se trata de una “caza de bruja” para los jueces y fiscales que se animen a investigar imparcialmente las causas de corrupción que amenazan a los funcionarios kirchneristas. “La creación de una comisión bicameral es claramente un exceso y una violación a la división de los poderes establecidos en la Constitución. El Congreso ya tiene fijadas atribuciones de control, que son dos: el acuerdo que el Senado tiene que dar antes de las designaciones de los jueces y, en el caso de los jueces de la Corte Suprema, el juicio político que puede impulsar Diputados. El resto de los magistrados están sometidos al control del Consejo de la Magistratura”, aseguró el macrista Pablo Tonelli.
Seguramente el debate recién comienza, pero la batalla de fondo serán las elecciones legislativas de este año. Si el Gobierno logra consolidar una mayoría automática, Argentina podría empezar a transitar un camino muy oscuro. La impunidad para Cristina y su séquito sería lo menos grave de todo. El peronismo seguramente mostrará diferentes vertientes e incluso el mismo Frente de Todos podría llegar dividido para buscar distintos electorados. Seguramente la pregunta que se tenga que hacer el votante en el cuarto oscuro es si los legisladores de su opción podrían llegar o no a darle los votos claves al oficialismo en estas cuestiones.
Fuente: PanamPost