sábado, septiembre 7, 2024
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Biden batalla para salvar «moribunda» reforma electoral

El presidente Joe Biden negociaba el jueves por la noche con dos senadores de su propio partido para tratar de salvar su proyecto de ley de reforma electoral, en un día en el que su estrategia anticovid-19 también sufrió un revés.
Para Biden los dos proyectos de ley nacionales para el voto son necesarios para «salvar» la democracia tras una serie de leyes promulgadas a nivel local por los republicanos para, según activistas demócratas, poner trabas a los votantes negros y a otros, predominantemente demócratas.

Biden apoya descartar una regla del Senado que requiere mayorías especiales para que su Partido Demócrata pueda aprobar amplias reformas al «derecho al voto», que según él esta en riesgo.
El mandatario y los demócratas quieren eliminar la medida debido a que no cuentan con los 60 votos para reformar la ley electoral, un método común empleado por regímenes socialistas para afianzarse en el poder. El presidente, debilitado por bajos índices de aprobación, decidió arriesgarse a aprobar a la fuerza una vasta reforma electoral hasta ahora bloqueada por los republicanos en el Senado. Pero no cuenta con los votos.
La oposición republicana se alza en contra de las intenciones de Biden y los demócratas, asegurando que «rompería el Senado» y daría a los demócratas un poder desmedido.
La propuesta de Biden es una reforma «moribunda» debido al apoyo insuficiente de su propio partido.
Los dos principales senadores que se resisten, Joe Manchin de Virginia Occidental y Kyrsten Sinema de Arizona, acudieron a la Casa Blanca al final del día.
«El presidente recibirá al senador Manchin y a la senadora Sinema en la Casa Blanca esta noche para debatir sobre los derechos de voto», informó un funcionario del gobierno.
Antes Biden hizo el trayecto en la otra dirección, yendo al Capitolio, para tratar de convencer al partido de que se uniera.
A la salida del Capitolio parecía derrotado. «Espero que lo consigamos pero no estoy seguro», dijo.
Biden acudió al Congreso concretamente para tratar de convencer a los demócratas de que aceptaran cambiar una regla del Senado y poder aprobar los proyectos de ley a pesar de la frontal oposición republicana.
Pero incluso antes de que llegara al almuerzo con los congresistas, la senadora demócrata Kyrsten Sinema explicó que, aunque respaldaba los proyectos de ley, no estaba de acuerdo en cambiar la regla, conocida como «filibusterismo».
Sinema dijo que pasar por alto la regla, que requiere una mayoría de 60 votos de 100 y, por lo tanto, cierto apoyo republicano para un proyecto de ley demócrata, profundizaría la «espiral infernal de división». «Proteger nuestra democracia» es algo que «no se puede lograr a través de un solo partido», señaló.
Más tarde Manchin también dejó claro que se oponía a romper la regla, aunque apoye los proyectos de ley. A menos que ambos cambien de opinión, las medidas parecen abocadas al fracaso.
Desde 1917, los senadores pueden decidir parar el debate si logran reunir suficientes voces. Hoy, 60 senadores de 100 son necesarios para que un proyecto de ley sea sometido a votación. La regla no aplica para las leyes presupuestales.
Cuando falta una semana para que cumpla un año en el cargo, el índice de popularidad de Biden es inferior al 40% y los republicanos están bien posicionados para quitar el control del Congreso a los demócratas en las elecciones de mitad de mandato que se celebrarán en noviembre.
«Lo que está en juego no es nada menos que nuestra democracia», lanzó Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y aliada clave de Biden.

¿Biden debilitado?

Irónicamente, en un momento de divisiones implacables entre partidos, los republicanos no son el mayor problema de Biden.
Los demócratas controlan el Senado por solo un voto y eso no es suficiente, según las reglas actuales, para aprobar la mayoría de las leyes.
El filibusterismo ha permitido a los republicanos detener propuestas de los demócratas en el Senado durante los últimos 12 meses que la oposición considera atenta contra la democracia de Estados Unidos. Algunos legisladores señalan a Biden de querer instaurar el socialismo.
Esta vez Biden pedía a su partido crear una excepción que permita cambiar la regla temporalmente y votar los proyectos de ley electorales por mayoría simple, pasando por alto a los republicanos.
El problema es que cambiar la norma requeriría la aprobación demócrata unánime y hasta ahora Sinema y Manchin se oponen.
Un escenario similar ocurrió hace un mes cuando el paquete social y climático Build Back Better (Reconstruir Mejor) de 1,7 billones de dólares se hundió porque Manchin se negó a apoyarlo.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que los estadounidenses aplaudirán a Biden al menos por haberlo intentado.
Sin embargo, con su prestigio en juego, Biden se encuentra en una situación incómoda.
Muchos afroamericanos votan por los demócratas y algunos líderes influyentes ya han criticado a Biden por hacer muy poco y demasiado tarde por las leyes electorales.
Paralelamente, los republicanos acusan a Biden de haber abandonado sus raíces centristas y de haberse pasado a la extrema izquierda.
El discurso que Biden pronunció el martes en Georgia señalando que las leyes de acceso al voto son una herramienta vital para preservar los derechos democráticos fue «divisivo» y «pura demagogia», estimó el senador republicano Mitch McConnell.
El segundo golpe del día al mandatario se lo propinó la Corte Suprema y fue igual de doloroso, al fallar en contra de que la vacuna anticovid sea obligatoria en las grandes y medianas empresas, una medida clave del gobierno para controlar la propagación de la variante ómicron.
Fuente: Diario las Américas

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