“Si estás vacunado, la cosa más importante que puedes hacer ahora es ir a vivir tu mejor vida y recuperar el tiempo perdido”. Así tuiteó recientemente el otrora asesor de COVID-19 en la Casa Blanca de Biden, Andy Slavitt.
Desafortunadamente, eso es difícil para cientos de miles de tenedores de visa estadounidense de no inmigrantes provenientes de la India, el Reino Unido y otros lugares. Las continuas restricciones de viaje de Biden implican que muchos cuya visa H-1B y otras estén atrapados en el extranjero sin saber cuándo se les permitirá regresar a EE. UU., con otros aquí temiendo salir de EE. UU. para ir a visitar a sus familias en el extranjero debido al riesgo de que no se les permita volver a ingresar.
Desde la última primavera, la frontera internacional de EE. UU. ha prohibido generalmente el ingreso desde la zona Schengen de la Unión Europea (UE), del Reino Unido, Irán y China. India, Sudáfrica y Brasil desde ese entonces han sido agregados a la lista. Otros países no han sido agregados, incluso conforme el virus se ha esparcido alrededor del mundo.
Los nacionales de EE. UU., los residentes permanentes (y los solicitantes de visas permanentes), sus cónyuges, dependientes, hijos y ciertos tenedores de visa de estudiantes están exentos. Aún así muchos de aquellos que tienen visas estadounidenses de trabajo a largo plazo como la H-1B todavía están en gran medida excluidos. Como resultado de esto, muchos contribuyentes estadounidenses con residencias aquí son incapaces de volver al país.
Los tenedores indios de visa H-1B que viajaron para cuidar o enterrar a miembros de su familia durante el brote allá se encontraron atrapados en un país con un sistema de salud abrumado, separados de sus seres queridos estadounidenses. Papás se han perdido el nacimiento de sus hijos en EE. UU., padres han sido separados de niños pequeños y de sus cónyuges, y amigos se han perdido de matrimonios y funerales en territorio americano luego de años de construir sus vidas en EE. UU.
De manera perniciosa, las normas cuelgan como una nube sobre aquellos tenedores de visa de no inmigrante en EE. UU., quienes no han viajado. Uno de los autores de este artículo no ha visto a su familia en el Reino Unido desde diciembre de 2019 a pesar de estar vacunado desde enero de 2021 y teme viajar por miedo a que las normas perduren.
La administración Biden, no obstante, no ha dado indicación alguna acerca de cuándo cambiará esto, a pesar de que 66% de los adultos británicos han sido totalmente vacunados. Incluso los viajes a los países no-prohibidos están llenos de incertidumbre: ¿Qué pasa si son agregados a la lista de países con restricciones, y el re-ingreso para los tenedores de visa de no-inmigrante es de igual forma negado?
El costo económico es severo tanto para los inmigrantes como para EE. UU. Las prohibiciones de viajes están impidiendo que los inmigrantes realicen trabajos calificados con un salario en el percentil No. 90 de los trabajadores en EE. UU. Algunas empresas están mudando operaciones al extranjero, y los gobiernos federal, de los estados y locales están perdiendo ingresos tributarios muy necesitados.
Muchas empresas multinacionales no invertirán en empresas estadounidenses si no pueden estar seguros de que su gente podrá estar allí para supervisar los proyectos. Esto explica en parte por qué la inversión extranjera directa de Europa en EE. UU. se desplomó por alrededor de $39.000 millones entre 2019 y 2020, costándole a EE. UU. miles de trabajos.
El control de enfermedades infecciosas es una función legítima del estado, pero estas restricciones estadounidenses carecen de una justificación de salud pública. Cada viajero hacia EE. UU. —incluso los ciudadanos estadounidenses— deben obtener una prueba negativa de COVID-19 antes de viajar. Además, la mayoría de los trabajadores calificados están vacunados. Aún así no pueden regresar a sus vidas aquí.
Permitir que los estadounidenses vacacionen en lugares que arden por el COVID-19 como Colombia o regiones no vacunadas de África mientras que se prohibe que los trabajadores extranjeros cuyos hogares están aquí y quienes vienen a desempeñar actividades económicas productivas es la misma personificación de la Agenda “América Primero” de Trump. Pero esto parece importarle a pocos demócratas.
No podemos saber por qué los trabajadores extranjeros están sujetos a tantas restricciones, más severas, pero el hecho de que la administración ha adoptado normas mucho más favorables para muchos otros viajeros —tanto para los ciudadanos como no-ciudadanos— revela cuando menos una actitud ambivalente, cuando no hostil, hacia las personas que realizan contribuciones masivas al bienestar de este país.
Cualquiera que sea la razón por el retraso, el presidente no puede esperar más. Cada mes que permanecen cerradas las fronteras le cuesta a EE. UU. miles de millones de dólares en inversiones y crecimiento económico. Si esto persiste otro año, esto podría alterar permanentemente los flujos de trabajadores talentosos y de la inversión global. El momento de actuar pasó hace ratos.
Fuente: PanamPost