Según la Casa Blanca, se pretenden inyectar fondos en múltiples sectores desde, desde la reconstrucción del deteriorado sistema de carreteras hasta llevar internet de banda ancha a las comunidades agrícolas.
Para financiar el plan, el mandatario propone un aumento de los impuestos corporativos de 21% a 28%, algo que muchos analistas consideran que es un freno a la recuperación económica del país inmerso aún en la peor pandemia de la era moderna.
Más que un paquete tradicional de infraestructura enfocado solo en objetivos clásicos como carreteras y puentes, el presidente Biden quiere también inyectar fondos en tecnologías verdes, escuelas y cualquier otro aspecto de la economía ampliada en un intento por «apropiarse del futuro».
Los republicanos alertan y han reiterado que el aumento del impuesto corporativo mermará la competitividad de Estados Unidos porque incide negativamente en la estimulación de la producción, las exportaciones y creará desempleo, elementos muy contraproducentes en el estado actual de la economía estadounidense.
Biden, de su lado, afirmó que está «totalmente abierto» a negociar sobre todos los aspectos, incluyendo el alcance del alza de impuestos.
La Casa Blanca insiste, sin embargo, en que no habrá una reducción fundamental en la composición del plan, rechazando las quejas republicanas de que contiene demasiados proyectos importantes para la izquierda, en contraposición a los objetivos reales de infraestructuras.
«No estaremos abiertos a no hacer nada. La inacción sencillamente no es una opción», dijo Biden.
La Casa Blanca alerta de que si los republicanos no se adhieren al plan, los demócratas intentarán aprobar el gigantesco paquete solos, recurriendo a un mecanismo especial de presupuesto que les autoriza a eludir su estrecha mayoría en el Congreso. De hecho, ya lo han hecho con diferentes medidas desde que la nueva administración asumió el poder, pasando por encima la valoración y el voto republicano. Ese fue el caso del paquete de 1,9 billones aprobado por simple minoría de un voto.
Polítólogos se han manifestado alarmados por esta práctica que consideran representa un peligro para la democracia y el balance de voces en el Congreso de EEUU.
Los demócratas necesitarán el apoyo firme de cada uno de sus senadores y al menos uno, el legislador Joe Manchin de Virginia, anunció ya su oposición a la tasa impositiva del 28%.