Este hecho ha provocado que se disparen los anuncios en redes sociales de posibles donantes y de peticiones de plasma para enfermos de la COVID-19, mientras los hospitales carecen de reservas.
Arrualde agregó que algunos pacientes recuperados del coronavirus pidieron hasta 3.000 dólares por su aportación. «Es un problema social. Están ofertando su sangre para vender y eso es considerado como tráfico», apuntó en declaraciones al diario ‘Página Siete’. Según la ley las donaciones son gratuitas y la venta de plasma es un delito y se considera como tráfico de sangre.
El director nacional de la fuerza anticrimen, Iván Rojas, aseguró que la División Cibercrimen pondrá en marcha una investigación ante estas denuncias. «Considero que quienes tuvieron la suerte de vencer al virus deberían tener la obligación moral de cooperar a quienes caen», apuntó.
Fuente: Diario las Américas