La crisis por el Covid-19 ha hecho que Bolivia recurra a créditos y a la cooperación internacional con organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la agencia estadounidense Usaid, con los que tuvo varios años de tensiones y relaciones distantes.
Los bonos para ancianos, mujeres gestantes y laboralmente pasiva y la provisión de alimentos básicos provendrán de créditos del Banco Mundial (BM) o del FMI.
El Gobierno interino del país ha dicho que no tienen condicionamiento, pero se han encendido las alertas en sectores críticos al Ejecutivo de la presidenta transitoria, Jeanine Áñez.
El reecuentro
Las distancias entre Bolivia y el FMI fueron insalvables desde que Evo Morales asumió la Presidencia en 2006, con su sinfín de acusaciones al organismo, al que señaló durante sus casi 14 años en el poder de incidir en las políticas económicas del país.
Tras saberse la pasada semana que Bolivia accedió a un crédito de unos 320 millones de dólares, fue el exmandatario el que cuestionó la medida, asegurando en Twitter que «cualquier crédito que otorga el FMI tiene como condición sometimiento a las políticas neoliberales de la privatización».
Para el economista Gonzalo Chávez, esta u otras cooperaciones son algo «fundamental» para evitar la crisis en la que podría ingresar el país, aunque también consideró que «es poco para la dimensión de las cosas» que se calcula devengan.
En declaraciones a Efe, Chávez aseguró que el crédito del FMI proviene de un fondo al que se aporta gradualmente y que sirve para utilizarlo en situaciones de emergencia, «sin ningún tipo de condicionalidad».
Contrario a esta postura está el analista Jorge Richter, que manifestó a Efe que es preciso recordar la «relación tortuosa» que han tenido Bolivia y los países de la región latinoamericana con el FMI.
«Cuál es efectivamente la necesidad del país para recurrir a créditos con instituciones que le han dejado un muy mal sabor históricamente», cuestionó Richter.
Usaid y su oferta de cooperación
Unos 750.000 dólares serán los que la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid, en inglés) destine para la lucha contra el coronavirus en Bolivia, algo que no se veía desde que esta instancia fue echada del país en 2013, a causa de señalamientos de supuesta desestabilización.
Para Chávez, esa contribución es parte de «la caja chica» de aquel ente de cooperación, un monto «menor» que no debiera implicar «ningún tipo de relacionamiento más estrecho» o de condiciones sobre Bolivia.
Por su parte, Richter recordó que «la tradición de Usaid» ha sido de permanente presencia en las decisiones del Estado boliviano y la cooperación anunciada «los tiene de sobra» y «no significan un aporte sustancial».
¿Estatismo o neoliberalismo?
Los préstamos del BM y el FMI, a los que se suman el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, muestran que «hay confianza en el país», declaró el pasado domingo el ministro interino de Economía, José Luis Parada, en una entrevista con el canal estatal Bolivia TV.
Sin embargo, a juicio del exministro de Economía y actual candidato presidencial Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, préstamos como el del FMI comprometen la «política económica soberana» que tuvo Bolivia.
Richter afirmó que el anuncio del crédito podría entenderse como «el retorno del neoliberalismo en Bolivia», aunque matizó que esa deducción suya no tiene un carácter peyorativo, sino en las consecuencias que tiene la relación con organismos multilaterales como el FMI.
Una visión distinta es la de Chávez, que consideró que lo que viene para Bolivia y el mundo es una intervención estatal «fuertísima» y que una prueba de ello son los bonos que el Gobierno interino comenzó a conceder para distintos grupos de la población boliviana.
«Esta es la vuelta del Estado», sentenció el economista.
Bolivia reporta 33 fallecidos y 564 casos confirmados de coronavirus, con una cuarentena estricta hasta finales de mes y muchas actividades económicas seriamente afectadas.
Fuente: Panorama