martes, diciembre 24, 2024
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Bolsonaro o el regreso de lo peor de las izquierdas auspiciadas por el Dragón Rojo

La encuesta más reciente a la que hemos podido tener acceso, difundida este sábado 1 de octubre de 2022, sobre la elección presidencial del 2 de octubre en Brasil, describe una contienda reñida. La realizó una empresa de origen mexicano, Massive Caller, que ha venido expandiendo sus operaciones y su mercado con mucho éxito.

Luiz Inácio Lula da Silva, que fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010, y que fuera puesto en prisión por corrupción durante 19 meses, ha creado una imagen falsa de sí mismo en el mainstream media, los medios progre-globalistas, que lo mencionan reiteradamente como un “gran líder” y esperanza de la izquierda internacional.

Pero el fundador del Foro de Sao Paulo (junto con el nefasto Fidel Castro) no es ninguna blanca paloma de quien la gente debiera olvidar todos sus escándalos de corrupción, que lo llevaron preso y que pareciera que habría que resignarse a ir por más de lo mismo al votar por él.

Lula fue llamado por el presidente Jair Bolsonaro como “expresidiario”, en debate nacional, como en redes sociales. Y al calificarlo así no miente, porque Lula efectivamente no tiene cómo poder justificar todos sus actos de corrupción.

Sólo el extremo cinismo de la izquierda internacional puede promover que los brasileños olviden todos los actos irregulares, ilegales, durante la gestión de Lula, y no sólo eso, sino que sea presentado como alguien limpio que puede enfrentar a Bolsonaro de forma exitosa.

Al mismo tiempo, esos mismos medios progre-globalistas, no pierden oportunidad para calificar a Bolsonaro como un líder de “extrema derecha”, o de “ultraderecha”, que además, estaría por la destrucción del Amazonas, gran tema de debate para los supremacistas ecologistas del mundo.

Dicho sea de paso, la supuesta “destrucción” de la selva del Amazonas, el llamado «pulmón que oxigena al mundo” no se debe al gobierno de Bolsonaro, por supuesto, sino más bien, a la gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil, que están financiadas por fundaciones globalistas cercanas a la agenda del nuevo orden mundial, que operan en tal enclave, y que poniendo los “derechos humanos” por delante, se apropian de las riquezas que ahí abundan, para explotarlas.

Por ejemplo, alegando la libre autodeterminación, autonomía e independencia de pueblos indígenas, y sus derechos a gozar de las tierras donde habitan, y de todo lo que éstas produzcan, extraen todo lo que pueden, todo tipo de productos, escudados en el supremacismo indigenista, de la mano de intereses extranjeros.

Dicho de otra manera, grandes corporaciones internacionales, el big money, se vale de agremiaciones indigenistas y ecologistas, para saquear la selva de Brasil, poniendo una interpretación facciosa de los “derechos humanos” como escudo para robar las riquezas.

Esto ha sido denunciado por Bolsonaro y su gobierno, así como por muchos líderes de derecha, que no se tragan el cuento que usa a esos pueblos y etnias y al medioambientalismo, como instrumentos para explotar los bienes nacionales de Brasil.

Las izquierdas en Brasil también tienen décadas de haber establecido vínculos con ciertos sectores de la delincuencia. El Partido de los Trabajadores -el famoso PT- bajo cuyas siglas es promovido de nueva cuenta Lula da Silva, ha sido vinculado con el temible Primeiro Comando da Capital (PCC), según testimonio del publicista Marcos Valério ante la Policía Federal.

“El PCC no sólo es peligroso para Brasil”, ha declarado Ryan Berg, quien es director del programa de las Américas del think tank estadounidense “Center for Strategic and International Studies” (CSIS).

Berg ha añadido: “El PCC controla un gran porcentaje de las operaciones criminales de Brasil y de los países vecinos, y en diciembre de 2021 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo designó como una importante organización criminal dedicada al narcotráfico”.

Faltando sólo unas horas para la elección. Una senadora brasileña ha señalado directamente a Lula de estar relacionado con el asesinato de Celso Daniel.

Se trata de la senadora Mara Gabrilli, -según el medio Jornalda da Cidade online- quien es candidata a vicepresidente de Simone Tebet, “acusó al expresidiario Lula da Silva de haber pagado 12 millones para no ser expuesto como mentor del asesinato  del exprefecto Celso Daniel”.

César Augusto Daniel fue un político brasileño que fuera asesinado mientras estaba en ejercicio de su cargo, en 2002. Su cuerpo con balazos en el rostro fue hallado en la ciudad de Juquitiba.

Brasil no puede volver a caer en las garras de las izquierdas, del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla, con una agenda terrible de «progresismo».

No puede olvidarse que, descaradamente, las izquierdas en Brasil han hecho campañas pidiendo como puntos centrales lo más ruin del hedonismo posmoderno: aborto, drogas libres, lenguaje “inclusivo”.

Además, China desde hace muchos años, ha ido avanzando en su dominio sobre Brasil, por lo que si Lula llegara al poder, se convertiría Brasil en la colonia roja mas grande del continente, y desde ahí otros países serían atacados y tripulados en años venideros, empezando por Argentina en 2023, que ya firmó su adhesión a la Nueva Ruta de la Seda.

La derecha continental necesita el triunfo de Bolsonaro como contrapeso al socialismo blando y al supremacismo progresista que han ido ganando espacios con Honduras, Chile, Colombia, y Perú.

El escenario más favorable en el ámbito continental es que Brasil siga su buena ruta con Bolsonaro y en noviembre el Partido Republicano en Estados Unidos gane las elecciones de medio término, incluso recuperando el control del Senado y de la Cámara de Representantes.

Esto es muy importante para la salud de América, o las familias, el cristianismo, la heterosexualidad, la propiedad privada, y el derecho humano a la vida, estarán en grave peligro, y en especial, la Iglesia católica, en persecución. Todos con Bolsoraro.

Fuente: Post Panama

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