Desde la revuelta del 18 de octubre de 2019, Chile ha optado por transitar por el camino de servidumbre, lo que se traduce en una inflación preocupante, el peso chileno ha sido la moneda más depreciada en el mundo durante el mes de julio y, por tanto, el costo de vida ha ido en aumento. Si bien esta situación se explica —en parte— por factores internacionales, la incertidumbre a nivel nacional es un factor determinante, con un plebiscito a realizarse en siete semanas y la amenaza de una reforma tributaria impulsada por asesores económicos del Partido Comunista.
El pasado 6 de julio, por primera vez, la conversión del dólar estadounidense llegó a $1.000 pesos chilenos, un máximo jamás visto en la historia monetaria de Chile. Sin embargo, esa anomalía se ha convertido en una nueva constante. Pues durante la presente semana se ha superado varias veces el umbral de los mil pesos, a pesar de que el Banco Central chileno hizo una intervención “verbal” el lunes pasado. Así, el día jueves 14 de septiembre, el dólar cerró sobre los $1.050 pesos chilenos, registrando la mayor alza diaria, de $51,0 pesos chilenos (situación que no se observaba desde septiembre de 1999).
Ante la delicada situación económica, el Banco Central subió las tasas de política monetaria de 9% a 9,75%, mientras que los expertos no desechan que se llegue a tasas sobre el 11%. Igualmente, la inflación interanual registrada al mes de junio alcanzó el 12,5%.