El presidente de Chile, Gabriel Boric, ha urdido una nueva estrategia para aumentar su paupérrima aprobación en las encuestas, ubicada en un escaso 35 %. Para ello, escogió un nuevo target a quien atacar y sacar rédito de ello. Se trata de Luis Hermosilla, un reconocido abogado chileno en materia penal, quien fue sacado con las esposas del Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago, tras su formalización por delitos tributarios, soborno y lavado de activos.
“Me alegro de que una persona que se creía todopoderosa enfrente a la justicia como cualquier otra persona”, vocifera el mandatario desde La Moneda. Con estas palabras, Boric enfila los dardos de su discurso en contra de lo que él ha denominado como “las élites”.
El mandatario capitaliza a su favor la prisión preventiva del jurista, quien se encuentra bajo investigación por, supuestamente, ofrecer pagos a funcionarios del Servicio de Impuestos Internos (SII) y la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), a cambio de favorecer a sus clientes. Sin embargo, lo que Boric parece olvidar es que por delitos parecidos, el exalcalde de Recoleta, el comunista Daniel Jadue, también está en un lío legal que lo tiene bajo arresto domiciliario.
Del caso de Jadue, Boric no habla, sino que por el contrario, su discurso es contra Hermosilla. Al respecto, la jefe de bancada de diputados de Renovación Nacional, Ximena Ossandón, admite que el reforzamiento de la igualdad ante la ley es respetable, pero advierte que “no parece correcto que el presidente, cual Maduro u otro dictador de izquierda, recurra a la lucha de clases para sacar un punto más en las encuestas”.
Estrategia con riesgos
Boric rebasa los límites de la separación de poderes con la emisión de su postura sobre el proceso de Hermosilla, con el cual apunta a posicionarse como el adversario de los “poderosos”. Sin embargo, la osadía podría tener costos políticos para el Ejecutivo, considerando que la defensa del abogado recibirá al menos 700 mil páginas de transcripción de conversaciones recopiladas del celular de Hermosilla, además de videos, fotografía y audios reunidos donde anticipan la participación de ministros y hasta fiscales.
Torpeza y hasta ingenuidad se conjugan en la maniobra discursiva de Boric contra las élites. De esa forma lo resume el académico de la Universidad San Sebastián, Kenneth Bunker, en El Mercurio, al señalar que hay “un error de estrategia porque en este momento no se sabe exactamente cuántas personas serán implicadas en el caso. Recién se están liberando los chats, recién está empezando el proceso, entonces puede que sean personas de su mismo Gobierno”.
Las posibilidades al respecto son altas si se tiene en cuenta que Hermosilla representó a Miguel Crispi, principal asesor de Boric, vinculado al escándalo de la entrega de fondos públicos a fundaciones aliadas del oficialismo. Si bien cree que el discurso está relacionado con la falta de prudencia del mandatario al insistir que “le cuesta bastante mantenerse al margen” advierte que “puede hacer daño no solamente a la democracia (…) sino que también a la misma investidura de su cargo y obviamente a su coalición política. Si finalmente sigue habiendo casos y él no comenta los casos que vienen, entonces van a surgir las preguntas por qué comenta este y no otros”.
Izquierda dividida
En la izquierda ya hay recelo por la posición de Boric contra las élites. El diputado del Partido Socialista, Marcos Ilabaca, no lo oculta. Al contrario, exhorta al presidente a “mantener una gota de prudencia sobre todo en temas que se encuentran radicados hoy día en el ámbito judicial”.
Con las tensiones en ascenso al interior del oficialismo, la Secretaría de Comunicaciones (Secom) de La Moneda remitió un minuto a los partidos y dirigentes aliados en la cual invita a repetir que “la justicia debe ser igual para todos” y que el Gobierno “fue claro”, en el mensaje de que “ante la corrupción, esto es caiga quien caiga”.