domingo, noviembre 24, 2024
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Boric presenta su informe de gestión en un entorno de inseguridad, crisis económica y debacle educativa

El jueves 1 de junio, el presidente de Chile, Gabriel Boric, presentó su segunda Cuenta Pública en cadena nacional por más de tres horas y media. El mandatario resaltó un —supuesto— «reordenamiento de sus prioridades» pero «sin renunciar a sus principios». Comenzó con un balance de la situación del país antes de que Boric llegase al Ejecutivo, y trazó la guía de ruta que seguirá: insistir en la reforma tributaria y en derechos sociales.

Asimismo, se refirió a los 50 años del 11 de septiembre de 1973 y al supuesto «negacionismo» en esta materia. Con todo, Boric destacó algunos «avances» —solo para las izquierdas pero no para los chilenos—, pero que sin duda se empañan con el actual estado del país: más inseguridad y violencia, una profunda debacle en la educación, y la sorpresa de la caída del Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) en Chile, dado a conocer el mismo día del discurso presidencial.

Como ya es tradición desde 1833, cada año el presidente de Chile presenta una Cuenta Pública a todo el país. Y, desde 2016, se volvió a fijar que el día para esta instancia será cada 1° de junio. Este discurso representa una constatación de los avances del gobierno de turno como también los desafíos y temas pendientes que quedan, lo que le permite a la ciudadanía tener información sobre el estado administrativo y político de la República.

La Cuenta Pública de este año se destacó por ser la más larga desde el retorno a la democracia plena —tuvo una duración de 3:36 horas—, y el presidente Boric sostuvo que tres serán sus ejes en la gestión de lo que le resta de gobierno: 1) Derechos Sociales; 2) Más y mejor seguridad pública; y 3) Desarrollo Sostenible

Por consiguiente, hizo un gran énfasis en que todos los derechos sociales podrán ser logrados solo si se aprueba la Reforma Tributaria, la que ya fue rechazada en su idea de legislar en el Congreso, el pasado 8 de marzo. Si bien, anunció que el Ejecutivo insistirá en la tramitación de dicha iniciativa en el Senado, y destacó la aprobación del Royalty Minero, es dable advertir que este es un mal enfoque en el manejo económico. Pues, si el objetivo es lograr mayor recaudación, ese no es el camino, ya que se genera una fuga de capitales. Si se quisiera lograr ese fin, se debería apostar en fomentar la inversión, el ahorro, el crecimiento y la creación de riquezas, lo que se logra al disminuir los niveles de impuestos, no al aumentarlos como propone este Gobierno.

Igualmente, el mandatario chileno afirmó que «hemos evitado la crisis económica que muchos anunciaban, y la economía se recupera con un admirable equilibrio fiscal». No obstante, el mismo 1° de junio se dio a conocer una caída significativa del Imacec (Índice Mensual de Actividad Económica) del mes de abril de 2023, pues disminuyó en 1,1% en comparación al mismo mes del año pasado, contradiciendo el diagnóstico de Boric.

Asimismo, insistió en que se debe concretar la Reforma de Pensiones, pues se ha instalado la falsa narrativa de que dicha iniciativa sería avanzar hacia un sistema previsional mixto, pero la realidad es que Chile ya tiene uno con estas características, pues está consagrada la PGU (Pensión Universal Garantizada) desde enero de 2022.

Hasta el momento, la Reforma de Pensiones propuesta por el Gobierno es engañosa, porque lo que propone no es un sistema mixto sino uno de reparto, ya que considera aumentar en un 6% las cotizaciones, pero este monto no está destinado a las cuentas individuales de los cotizantes, porque de ese seis por ciento, el 70% se iría a una cuenta «nocional» —donde no existiría registro, sino una «noción», una aproximación de lo que se tiene, y que estaría disponible para «invertirse» de manera indiscriminada por el gobierno de turno—, mientras que el 30% restante se iría a un fondo solidario de reparto. Si bien, el Gobierno quiere presentar nuevas indicaciones, el espíritu de esta reforma es de carácter refundacional.

De igual forma, en el extenso discurso, Boric se refirió al tema educacional, aunque no aclaró la última polémica de ejercicios y guías de Educación Sexual «Integral» —enfoque que ha sido rechazado en dos ocasiones en el país, como proyecto de ley y en la primera propuesta de nueva Constitución—. Si bien, reconoció que hay temas pendientes por la debacle de la educación producto de la pandemia y por los largos periodos que las escuelas estuvieron cerradas, tampoco se hizo cargo de la causa real de la captura de liceos emblemáticos por grupos insurreccionales —solo invitó a los estudiantes a «dialogar» con el Ministerio de Educación—.

Por otro lado, la crisis de seguridad pública también fue un tema abordado por el mandatario chileno, ya que el país sufre un grave problema en esta dimensión. Si bien, Boric destacó la creación del plan «Calles sin Violencia» y que estaría avanzando en la disminución de delitos, no reconoció que su gobierno se opuso a tramitar la Ley Naín-Retamal —que le otorgó más potestades a las policías y uniformados—, y que el oficialismo ingresó 122 indicaciones para impedirla. Es más, la ministra del Interior, Carolina Tohá, se fue ofuscada de una de las discusiones legislativas en el Senado por no querer llegar a acuerdos con el Congreso.

De hecho, el plan «Calles sin Violencias» es una reacción a la agenda de seguridad empujada por la oposición debido al dramático aumento de la violencia asociada a la delincuencia, al narcotráfico, y la crisis de seguridad pública. Además, abordó el problema habitacional en Chile, por lo que propuso el plan Ciudades Justas, que considera una visión de «desarrollo sostenible«.

Boric definió el «desarrollo sostenible» como aquel «que no pasa por encima de la gente ni de la naturaleza». Es decir, está alineado con la crítica izquierdista al capitalismo que, supuestamente, sería extractivista y que generaría conflictividad social sobre los «derechos territoriales». Esto está alineado al término «Buen vivir» —que también mencionó—, que se suele asociar a un modo de vida inclusiva, plural y equitativa para vivir en armonía con la naturaleza. No obstante, la realidad es que el Buen Vivir apunta a superar el «desarrollo» y el «progreso», es decir, busca superar las sociedades basadas en el libre mercado y las instituciones de las democracias liberales, por lo que es una apuesta radical.

En otra línea, durante la campaña presidencial y hasta hace poco, Gabriel Boric sostenía que su gobierno era feminista y con enfoque de género. Pero, para esta Cuenta Pública, no sostuvo que era feminista y solo mencionó «género» en dos ocasiones. En su lugar, se refirió a que su gobierno sería «de las mujeres de todo Chile» y, curiosamente, habló de la violencia que puede sufrir una mujer en lugar no de «violencia de género», observándose una narrativa más moderada en esta materia —¿nueva voltereta?—, aunque afirmó que hay que «enfrentar con firmeza la homofobia».

Por otra parte, y a propósito de que este año se cumplen cincuenta años del 11 de septiembre de 1973, cuando se produjo el Pronunciamiento Militar, Boric señaló que en esta fecha se «quebró la democracia en nuestro país». Asimismo, sostuvo que este clivaje ha llevado a los chilenos a «a caminos de división, violencia y un porfiado negacionismo». Por ello, anunció la creación de un «Archivo Nacional de la Memoria» en torno a esta fecha.

No obstante, la postura del mandatario chileno es profundamente sesgada. Pues, en primer en lugar, la acción de los militares fue liberar a Chile del camino marxista de la vía armada, postura que tomó abiertamente la Unidad Popular y Salvador Allende, lo que quedó constatado, al menos, en los siguientes hechos:

Primero, en el XXII Congreso General Ordinario del Partido Socialista celebrado en noviembre de 1967, el partido de Allende, se definió abiertamente marxista-leninista, es decir optaron por la vía armada, para construir «la vía chilena al socialismo».

Segundo, el mismo Allende sostuvo, el 7 de febrero de 1972 en la ciudad de Valparaíso, que él no era «el presidente de todos los chilenos» sino el «presidente de la Unidad Popular».

Tercero, el 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados declaró ilegítimo el Gobierno de Salvador Allende por sus acciones totalitarias al violar el Estado de Derecho, que terminó por quebrantar el orden constitucional.

Todos estos antecedentes, sumado a la profunda crisis social, política y económica que provocó el gobierno de la Unidad Popular, generó que los militares se pronunciaran para evitar, en la práctica, una dictadura del proletariado. Y si bien, es una fecha compleja para Chile, se debe recordar también por sus causas: el Gobierno de Salvador Allende estaba empujando a una guerra civil.

Empero, recordar los hechos históricos tal como ocurrieron implica ser «negacionistas», por lo que desde voces del oficialismo han buscado censurar a quienes recuerdan los hechos tal como ocurrieron, profundizando el clivaje y los antagonismos en torno a este momento de la historia política del país.

En definitiva, a pesar de que esta Cuenta Pública fue sumamente extensa, los logros mencionados no son significativos, de hecho, algunos son irresponsables (como el aumento del sueldo mínimo y la aprobación del proyecto de la reducción de la jornada laboral a 40 horas). Es más, el presidente Boric condicionó que para cumplir su plan de gobierno debe aprobarse la rechazada Reforma Tributaria que representa un completo retroceso para el país. Lo que resulta, al menos, curioso, pues en la Cuenta Pública de 2022 afirmó que su programa de gobierno solo podría llevarse a cabo si se aprobase la fracasada propuesta de nueva Constitución y, por ello, lideró la campaña de la opción Apruebo.

Asimismo, si bien Boric sostuvo que el gobierno está comprometido con la disminución de la violencia, en la práctica ha demostrado todo lo contrario al oponerse a la Ley Naín-Retamal, al indultar a 13 delincuentes bajo el eufemismo de “presos políticos”, y la gran ambigüedad del Ejecutivo en torno a la guerrilla mapuche en la macrozona sur.

Igualmente, los ánimos refundacionales y radicales continúan en el Gobierno, a pesar de que el presidente bajó el tono: reforma tributaria, de pensiones, buen vivir, son unos de los numerosos ejemplos. Por otro lado, no hubo mea culpas en torno a la debacle de la educación (la supuesta experticia del gobierno), o de la polémica del gas a precio “justo” (que significó un gran despilfarro fiscal).

En definitiva, el discurso del presidente Boric fue mucha poesía pero que se derrumba con la realidad. En este caso, se cumple que el dato mata el relato. Por tanto, el gran logro de esta Cuenta Pública fue solo romper el récord como el discurso presidencial chileno más largo desde 1990.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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