Victor H. Becerra,
Hace unos días, los representantes de los gobiernos de Brasil, Colombia y México emitieron un comunicado a nombre de sus respectivos gobiernos, llamando a las autoridades venezolanas a revisar y a publicar los resultados completos del proceso electoral. Para pedir eso, estos gobiernos pasaron por alto la serie de informes, desde la OEA hasta el Centro Carter, que documentan la inequidad y las graves irregularidades de todo el proceso venezolano y que fundamentan por tanto, que los resultados de la elección de 28 de julio no deberían recibir ningún reconocimiento democrático.
En diversas ocasiones, estos gobiernos han insistido en su postura mediante sus voceros, sin abundar por ejemplo, en plazos para cumplir su petición o qué significa para ellos la presentación completa de los resultados electorales.
Esto ha servido para que la dictadura chavista se pase por el Arco del Triunfo su petición y trate de hacer creer que presentar los resultados es agregar más o menos decimales a sus resultados espurios, sin ningún tipo de documentación de respaldo ni presentando las actas respectivas, e igualmente, para seguir justificándose diciendo que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) sufrió un ataque cibernético, desde Macedonia, y por eso no puede presentar las actas.
Muchos especialistas, actores civiles y la propia OEA ya han descartado que se hubiera dado un hackeo del CNE. Incluso son múltiples los testimonios de que la infraestructura web del CNE sigue en pie y lo único ha sido que se ha impedido es el tráfico por su página web a partir del servicio de conexión proporcionado por la empresa estatal de telecomunicaciones CANTV. No hay ninguna prueba de un “brutal hackeo”.
Simplemente el CNE no puede presentar las actas en su poder porque éstas demostrarían la estrepitosa derrota del chavismo.
En realidad, la gran mayoría de dichas actas (82 %), ya fue publicada por la oposición en el sitio web que levantó a las pocas horas del fraude. Y cualquiera puede verificar su autenticidad y la integridad de los datos y documentos. Muchas organizaciones han hablado de las partes sustanciales a considerar: el hash (el código alfanumérico de cada acta) y la firma digital de la misma, la integridad del código QR, la verificación de la identidad de los miembros de las mesas electorales y quienes las firman, incluso se pueden cruzar con los múltiples videos que circulan en redes sociales, en donde se leen los resultados de cada cetro de votación, elementos que todos juntos impedirían una alteración de sus resultados.
Es decir, lo importante ya fue publicado y está a los ojos de todos, incluso para un ejercicio de verificación de cualquier actor mínimamente interesado. Si a los gobiernos de Brasil, Colombia y México les preocupan tanto las actas, podrían pedir a cualquier universidad o empresa especializada una auditoría de la información proporcionada por la oposición y ello permitiría desentrañar dudas y estar más cerca de la verdad: en Venezuela el chavismo está intentando perpetrar un gigantesco fraude electoral aprovechando la pasividad internacional.
Pero estos gobiernos y sus aliados de la izquierda continental en realidad quieren empantanar la discusión en lo de la presentación de las actas y el hackeo, dejando todo en una contradicción o imposibilidad insalvables, para confundir, hacer tiempo y que se termine descartando el asunto entero y que la ciudadanía, medios y gobiernos se cansen y se distraigan en la siguiente conmoción pública. Se le estaría dando tiempo para seguir persiguiendo y atentar contra la integridad de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. O bien, dándole tiempo a la dictadura para elaborar y presentar actas falsas y con sus aparatos comunicacionales, dar una primera impresión de integridad y cumplimiento.
Así que dejemos de pedir cosas innecesarias o redundantes y de seguirle el juego a los defraudadores chavistas.
Mayor pertinencia tendría en estos momentos un llamado de Luiz Inácio Lula da Silva, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador para detener la represión y persecución de Nicolás Maduro contra la oposición. Maduro este sábado volvió a amenazar a quienes protestan en contra de su fraudulenta reelección, a quienes llamó «terroristas y delincuentes». El supuesto espíritu democrático y buenos oficios de los tres criminales ante la dictadura, podrían tener mejor uso y mayor provecho.