Una votación para destituir al gobernador del estado más poblado del país se convertiría en una contienda de marquesina con implicaciones a nivel nacional, observada muy de cerca como un barómetro del ánimo del público rumbo a las elecciones del 2022, cuando otra vez esté en juego un muy dividido Congreso.
Los votantes de California están hastiados de las restricciones por el coronavirus que han provocado despidos y los mantienen lejos de los salones de clase y los amigos, y a ello hay que sumarle la ansiedad por el continuo riesgo de contagiarse, todo lo cual podría crear una mezcla volátil en las urnas. Newsom también ha tenido que capear una ola de críticas por haber salido a cenar con amigos y cabilderos a un restaurante del área de la bahía de San Francisco a finales del año pasado, mientras él les recomendaba a los habitantes que se quedaran en casa.
Más recientemente, un creciente escándalo de fraude en la agencia estatal de ayuda a los desempleados ha puesto bajo mayor escrutinio su labor de gobierno durante la pandemia.
“Cuando tienes un electorado muy molesto, frustrado, está siendo impulsado por la emoción, no por los hechos”, dijo el encuestador Ben Tulchin, quien trabajaba para el exgobernador demócrata Gray Davis cuando fue destituido en unos comicios en 2003 y reemplazado por el republicano Arnold Schwarzenegger.
“Gavin (Newsom) necesita tomarse esto con mucha seriedad. Hay suficientes personas indecisas que podrían votar por cualquiera. Los electores están divididos» con respecto a su desempeño.
Fuente: Diario las Américas