El tema de los cruces ilegales en la frontera sur de Estados Unidos va de mal en peor. Ya no ocupa el mismo lugar de protagonismo que hace un año cuando las imágenes de cientos de personas cruzando Río Grande se llevaban las miradas en redes sociales. Sin embargo, no quiere decir que no siga sucediendo. Los migrantes siguen llegando sin parar.
Basta con decir que hasta junio de 2022 el acumulados de cruces ilegales (1.746.199) superó todo lo que se registró en el año fiscal 2021 (1.734.686), de acuerdo con cifras oficiales.
Pero la Administración demócrata no tiene la intención de visibilizar el problema. La vicepresidente y encargada de la crisis, Kamala Harris, parece incapaz de resolverlo mientras que Joe Biden voltea su mirada a los conflictos internacionales. A la par, surgen testimonios de alguaciles que están en la primera línea viendo cómo migrantes ansiosos por llegar a Estados Unidos deben enfrentarse a mafias y muchos casos, ser convertidos en esclavos, olvidando reunirse con sus familiares luego del tortuoso camino desde países latinoamericanos, asiáticos o de Medio Oriente.
Migrantes convertidos en esclavos
Los carteles son uno de los primeros obstáculos que enfrentan los migrantes, esperanzados por las medidas migratorias que irresponsablemente relajó el presidente Biden desde el inicio de su mandato.
Las tarifas que deben pagarse a los criminales que supuestamente «ayudan» a cruzar a EE. UU. varía según la nacionalidad y el tipo de «servicio». Es decir, si la persona tiene la intención de entregarse a la Patrulla Fronteriza apenas cruce, o si prefiere llegar directamente a alguna ciudad del país norteamericano. La primera opción es la más económica de acuerdo a una nota de The Epoch Times.
Pero con la segunda opción hay más problemas. No solo los que ingresan y se van a otra ciudad quedan catalogados como «fugitivos». A estas personas a veces las engañan por deudas que superan los 10000 dólares. “Toma de 8 a 13 años comprar tu libertad una vez que ingresas a los Estados Unidos”, relató a ese medio Roy Boyd, alguacil del condado de Goliad, en Texas. Agrega que Houston es una de las ciudades de destino más solicitadas.
Texas envía autobuses a Nueva York
El escenario que describe el alguacil demuestra que aquellas «causas fundamentales» que cita Harris —como desastres naturales en los países de origen, que supuestamente obligan a las personas a convertirse en migrantes— no son la verdadera razón de la crisis. De lo contrario, algún tipo de resultado se vería desde aquellas reuniones con presidentes de países centroamericanos o la inversión anunciada para inyectar a esos países.
El problema radica en la permisividad esbozada desde que la Administración Biden asumió el poder. Meses después de las promesas, ante los preocupantes números de cruces registrados, la vicepresidente tuvo que pedir a los migrantes no seguir viajando hasta la frontera estadounidense.
Pero el daño luce incontenible. Tanto así que el gobernador de Texas, Greg Abott, está enviando autobuses con migrantes indocumentados a Washington D. C. y ahora a Nueva York para que otras autoridades tomen conciencia. Para el gobernador, Nueva York es el «destino ideal» para los migrantes, que «pueden recibir los servicios de los que el alcalde Eric Adams se ha jactado en ‘la ciudad santuario’».
Mientras, los cruces siguen aumentando y los estados fronterizos se atiborran de indocumentados, los desafortunados migrantes bajo el asedio de los carteles siguen siendo forzados a trabajar para pagar enormes deudas. Así pasó con tres mujeres, que pensando que las reunirían con sus familias en Houston, por poco terminaban en Chinatown para «ser esclavizadas sexualmente».
“Hay muchos más esclavos de lo que la gente cree. Está sucediendo a nuestra vista, pero no lo reconocemos, porque no se parece a lo que el History Channel nos dice que es la esclavitud”, agregó el alguacil.
Fuente: Panam Post.