Hasta el domingo tienen los “delincuentes extranjeros” que residen en Perú para salir del país. Ese es el plazo que les otorgó el maestro rural convertido en el nuevo presidente de la República, Pedro Castillo, un par de minutos después de juramentarse en el cargo en el Congreso para el periodo 2021-2026.
“Es un mensaje que señala directamente a la población venezolana en el país”, informó El Mundo. El medio español leyó la solicitud de la misma manera que lo haría cualquiera que siguió la campaña del ahora mandatario izquierdista, en la cual su promesa de una expulsión masiva —no solo de aquellos que atentan la seguridad nacional, sino general— sirvió como anzuelo electoral.
Si bien el proceso de expulsión en términos formales implica retornarlos a Caracas, la medida es poco viable, ya que se requiere de aviones suficientes y de un alto desembolso fiscal. De ello, no habla Castillo. Sus discursos anteriores y en el de su arribo al poder obvian los detalles de movilización de aquellos que acataran sus palabras en medio de una pandemia con las restricciones de vuelos y fronteras cerradas por los países vecinos.
Xenofobia en Pizarro
“Hacía tiempo que el discurso inaugural de un presidente no generaba tanta aprensión”, afirmó El Comercio porque “la ambigüedad dominante en muchos tramos del mensaje de toma de posesión permitió que cada cual escuchara las promesas tranquilizadoras o radicales que esperaba del nuevo mandatario. Pero un discernimiento fino de los contenidos sugeridos por sus palabras despierta inquietudes que no pueden ser ignoradas”.
Una de ellas, la evidente tendencia xenófoba de Castillo. Y es que su molestia con los extranjeros es de larga data. Se percibe en sus alocuciones, a pesar de dar una justificación en un marco seguridad ciudadana, por ser, en su opinión, “uno de los problemas más sentidos por la población». Por lo tanto, alega que «no es suficiente» la labor de la Policía Nacional en la lucha contra «este mal» que azota a Perú, donde «siguen campeando las pandillas, las bandas y los robos callejeros».
“El 28 de julio, asumiremos en el acto un decreto supremo dándole una tregua de 72 horas a ciudadanos que han venido de otros países que han venido a delinquir y faltarle el respeto a la familia” vociferaba en junio.
Una posición inexplicable cuando ideológicamente comulga con el socialismo del régimen de Nicolás Maduro y en su acto de juramentación estrechó puños con el canciller chavista, Jorge Arreaza, quien le manifestó que desde Miraflores le enviaban “un abrazo”. Paradójicamente, a las afueras del Grupo Aéreo Número 8 —el aeropuerto donde aterrizó con la comitiva chavista— un grupo de venezolanos expresaban el rechazo a la visita el enviado de la dictadura.
Chile con recelo
La petición de Castillo incomoda a Chile. Esto es más allá del aparente protocolo diplomático de Sebastián Piñera con su par, podría darse por la posible irrupción de una nueva ola migratoria, considerando que en Perú hay 1.200.000 venezolanos cuya mayoría, según el Banco Mundial, no tiene acceso a un trabajo formal, a una vivienda ni a salud. Incluso en un informe de 2020 revela que solo un 6 % tenía contrato de trabajo formal.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) complementa el escenario con el resultado de su estudio donde 35 % de los migrantes venezolanos son discriminados por su nacionalidad en suelo inca.
Una situación que expone la falta de incentivos sociales para que esta comunidad permanezcan en ese país.
De hecho, hay denuncias de que la policía peruana solía alentar o facilitar que muchos venezolanos cruzaran hacia Chile que obligaron en julio de 2019, al presidente chileno, Sebastián Piñera a reclamar a su entonces par peruano, Martín Vizcarra por las gestiones de la policía de ese país para facilitar el ingreso de migrantes a Chile, lo que derivó en un acuerdo fronterizo.
Ello, sin embargo, dio pie a que los venezolanos optaran por una ruta alternativa a través de Bolivia para ingresar irregularmente a territorio nacional.
A juicio del ex canciller Teodoro Ribera, entrevistado por ExAnte las señales de recuperación económica y el avanzado proceso de vacunación frente al Covid-19 reposicionan nuevamente a Chile como destino atractivo para migrantes que buscan mejores condiciones de vida.
Fuente: PanamPost