La dictadura cubana consiguió en Alejandro Gil, su ahora exministro de Economía, su nuevo chivo expiatorio. No solo fue apartado de su cargo, sino que renunció a las filas del comité central del Partido Comunista (PCC) y a su curul como diputado en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). No hay mayores explicaciones oficiales más allá de que habría cometido actos de corrupción no especificados.
Los medios estatales al servicio del castrismo se limitan a leer lo superficial del hecho, pero obvian el trasfondo. Gil ni siquiera llegó a anunciar el enorme paquete de medidas que aumentó en 400 % el precio del combustible, así como las tarifas de luz, agua y gas, entre otros.
Todo el circo no es más que otra artimaña del régimen para lavarse las manos y culpar a otros de la enorme corrupción estatal que cubre a la isla. El robo de 133 toneladas de pollo en La Habana a principio de febrero, por el que fueron imputados 30 trabajadores, fue un reflejo de esas intenciones, pero esta vez la puntería de la dictadura fue hacia lo más alto de su cúpula. Para intentar hacerlo un poco más creíble, Miguel Díaz Canel aseguró que luego de una “rigurosa investigación” descubrieron con un alto “nivel de verificación” una serie de “graves errores” en la conducta de Gil. ¿A qué se refiere? No lo explicó.
Sospechoso contrabando de 100.000 dólares a EEUU
Sin dejar de lado que el otrora ministro cubano también formaba parte de la élite —cuyos excesos y lujos se han filtrado en Internet durante los últimos años— hay quienes no dudan que esta nueva redada anticorrupción “busca dar la impresión de que la revolución y su máxima dirigencia están limpias y dispuestas a luchar contra cualquier tendencia negativa que amenace la ‘continuidad’ heroica y rebelde de Fidel”, como menciona una nota del portal 14 y Medio.
Esa premisa la llevan adelante todas las dictaduras comunistas: los culpables son otros, no quienes ostentan el poder porque en ellos siempre hay intenciones “nobles” hacia los gobernados. Y en el exministro de Economía vieron al culpable ideal. Desde que fue designado al cargo habían denuncias en su contra por sospechosos vínculos con los negocios de su hermana María Victoria Gil (expresentadora de la televisión cubana), en España y en Cuba. Además, se le atribuía la creación de mipymes —que comercializan productos en la isla a precios no regulados— en las áreas de producción agroindustrial y los servicios al turismo.
Ahora, la dictadura quiere lucir sorprendida cuando casualmente una ciudadana cubana residente en Tampa fue capturada por contrabandear más de 100.000 dólares desde la isla. Se llama Mirtza Ocaña y según pudo saber Cubanet, en su declaración dijo trabajaba para Alejandro Gil “y que durante el 2023 había realizado varias operaciones similares de tráfico de dólares extraídos de Cuba”. Su registro de viajes muestra que visitó el país caribeño unas 45 veces en menos de un año.
¿El régimen cubano se enteró ahora de esto o quieren apartarse del descubrimiento de oficiales estadounidenses? La respuesta queda en cada persona que ata los cabos alrededor de la figura de Alejandro Gil y de los antecedentes corruptos del castrismo. Por lo pronto, Gil se aparta supuestamente por voluntad propia y así lo quiso hacer ver con un mensaje publicado en X.