domingo, noviembre 24, 2024
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¿Cede Biden ante la presión de Alemania?

SONIA SCHOTT,

Un par de artículos del portal de noticias Bloomberg y otro de The Washington Post, de marzo del 2022, titulaban que Prohibir a Tchaikovsky no es la forma de ganar una guerra.

La noticia, enmarcada dentro la entonces reciente invasión de Rusia a Ucrania, daba cuenta como la Orquesta Filarmónica de Cardiff, en Inglaterra, eliminó al compositor ruso con raíces ucranianas, Pyotr Ilyich Tchaikovsky (1840–1893) de su próximo programa, como una contribución cultural al abultado programa de sanciones impuesto por Occidente.

Generalmente las sanciones, si bien son una importante señal de condena, lamentablemente contribuyen poco a cambiar el curso de la historia.

Desde que comenzó la invasión rusa, el presidente Joe Biden ha dicho que la alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por Estados Unidos, está unida ante la agresión de Moscú para apoyar al gobierno de Kiev con armas y ayuda financiera.

En realidad, ha sido un esfuerzo notable y los 30 miembros de la Alianza no habían mostrado señales de fractura hasta hace unos días, cuando Alemania mostró resistencia a que sus tanques Leopard 2 fueran enviados a Ucrania, a pesar de la insistencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski ante la OTAN.

En principio, Berlín no quería tomar ninguna decisión sin que Estados Unidos anunciara primero que contribuiría con sus tanques Abrams avanzados.

Para el canciller alemán, Olaf Scholz, se trataba más de obtener el apoyo político y diplomático de Washington ante lo que sería visto, al menos por el Kremlin, como una provocación.

Enviar tanques occidentales avanzados al campo de batalla en Ucrania es, sin duda, una mejora significativa del programa de suministro de armas que instituyó la OTAN para que Ucrania se defendiera.

La insistencia de Scholtz colocó a la Casa Blanca y al Pentágono en una posición difícil.

Los funcionarios del Pentágono habían estado diciendo durante semanas que los tanques Abrams no eran apropiados para ser enviado a Ucrania, debido a los requerimientos de mantenimiento y abastecimiento de combustible altamente complejos y la Casa Blanca pareció estar de acuerdo, persuadida por el Departamento de Defensa, de que los tanques Leopard 2 eran más adecuados para el campo de batalla en Ucrania

Al final, sin embargo, no se trataría de tanques sino de mantener la cohesión y la unidad trasatlántica, que Biden había organizado con tanto cuidado.

En contra del consejo del Pentágono, Biden dio luz verde para que se enviaran 31 tanques Abrams a Ucrania.

Alemania respondió de inmediato ofreciendo enviar tanques Leopard 2 de sus propias existencias y permitir que otros miembros de la OTAN, equipados con el mismo tanque alemán, también los proporcionaran.

Si bien fue un golpe duro para Berlín debido a, según publicó Modern War Institute at West Point, “una cultura antimilitarista de larga data que cristalizó después de la Segunda Guerra Mundial y ha echado raíces profundas en las décadas posteriores”, al final Washington prefirió evitar una brecha en la unidad dentro de la Alianza, con la cual el único ganador sería Moscú.

Zelenski, por su parte, obtendrá los tanques y, sin duda continuará con la presión sobre la alianza militar para ir aún más lejos. Había pedido aviones de combate F-16, pero Biden dijo que no.

Se podría decir que si Biden y la Alianza realmente quieren que Ucrania derrote a las fuerzas rusas y los haga retroceder al otro lado de la frontera, entonces no debería haber límites para los sistemas de armas que se envíen a Kiev.

Sin embargo, tal argumento tiene sus desafíos.

Cuanto más avanzadas sean los equipos enviados, mayor será el riesgo de que Moscú tome represalias con una brutalidad aún mayor además de que obtendrá información sobre las últimas tecnologías que maneja occidente.

Es una situación complicada.

Occidente quiere que Rusia sea derrotada en Ucrania y que recupere su soberanía territorial, pero no a riesgo de la destrucción total o, peor aún, de una posible escalada bélica de gran envergadura entre la OTAN y Rusia.

Si la guerra continúa durante años, este riesgo se agudizará cada vez más. Será necesario un esfuerzo mucho mayor, antes de que la invasión rusa llegue a un punto sin retorno, para encontrar un acuerdo negociado y poner fin a esa guerra.

Fuente: Diario Las Américas

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