La revista Time publicó un artículo en abril, escrito por Olivia B. Waxman, que comenzaba diciendo “La familia de Trevor Reed pudo respirar aliviada el miércoles, ya que el exinfante de marina estadounidense fue transferido a la custodia estadounidense, después de haber estado detenido en Rusia desde 2019”.
La liberación de Reed se produjo a cambio de la del ruso Konstantin Yaroshenko, condenado por narcotráfico y contrabando en 2011.
Reed, quien había viajado a Rusia para visitar a su novia, fue sentenciado a nueve años de prisión en 2020, después de un altercado con policías rusos.
La madre de Reed, Paula, había abogado también por la liberación de otro ciudadano estadounidense: Paul Whelan, un exmarine que asistía a una boda y todavía permanece bajo el rigor carcelario ruso, luego de ser condenado a 16 años de prisión por espionaje en 2020.
La práctica del intercambio de prisioneros en Estados Unidos es tan antigua como la misma fundación del país y ha prevalecido en el tiempo por razones humanitarias, sin embargo, no está exenta de controversia.
Ahora, la liberación de la estrella del baloncesto estadounidense Brittney Griner, después de ser condenada por Moscú a nueve años de prisión por posesión ilícita de ciertos componentes alucinógenos prohibidos en Rusia, representó un gran alivio, aunque los efectos políticos y diplomáticos futuros sean impredecibles.
Tanto Whelan como Griner fueron considerados presos políticos por Washington, y cualquier ciudadano estadounidense que viaje a Rusia claramente podría convertirse en peones similares en el peligroso juego de Vladimir Putin.
El presidente ruso presionó a la Casa Blanca durante años por la libertad de Viktor Bout, conocido como “el mercader de la muerte”, un traficante de armas ruso condenado en 2011 por conspirar para asesinar a estadounidenses.
Por eso, cuando Brittney Griner fue arrestada en Moscú y sentenciada, instantáneamente se convirtió en un as bajo la manga para el Kremlin, como parte de la amplia ofensiva rusa para liberar a Bout.
Los intercambios de prisioneros generalmente no son tan publicitados. Muchos de ellos se producen en silencio, pero el factor mediático que envuelve a Griner le proporcionó a Putin el escenario que buscaba para enviar su mensaje y consolidarse como jugador estratégico global ya que desde la perspectiva militar no ha tenido muchos logros que reportar desde que comenzó su incursión en Ucrania.
La decisión del presidente Joe Biden de permitir el intercambio entre la deportista, condenada por un delito menor, por uno de los traficantes de armas más prolíficos del mundo, puede verse como el único signo positivo en las relaciones entre Moscú y Washington desde que empezó la invasión de Rusia a Ucrania en enero.
igualmente pone en perspectiva los grandes riesgos que podría acarrear.
Putin puede considerar la liberación de Bout como una victoria y puede darle ideas sobre cómo poner presión sobre Biden y sus aliados, con relación al conflicto en curso, y cómo interferir con el respaldo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) al gobierno de Ucrania.
Por lo pronto, Putin ha demostrado estar preparado para escuchar a Estados Unidos cuando convenga.
La liberación del exmarine Paul Whelan, todavía está en espera, aunque Biden ha prometido que continuará presionando, pero el que no fuera incluido en el reciente intercambio destaca que Putin buscará algo más que se ajuste a sus objetivos políticos.
¿Qué podría venir después?
Putin en algún momento ofrecerá un trato para poner fin a la guerra en Ucrania y lo hará cuando Estados Unidos y/o la Alianza occidental estén sufriendo más las consecuencias indirectas del conflicto.
Hasta ahora, todo lo que ha ofrecido es totalmente inaceptable: poner fin a la guerra a cambio de que Rusia se quede con el 20% de Ucrania que ya está bajo su control.
Sin embargo, ¿podría Putin pensar en algo menos ambicioso?
Obviamente, aunque corresponderá al gobierno de Kiev tomar cualquier decisión, la administración de Biden tendrá que estar atenta a los movimientos astutos de Putin y reconocer el momento oportuno que pueda brindar una salida satisfactoria a Kiev y a Occidente para acabar con el conflicto bélico.
Si bien representa un peso diplomático menor, la libertad de Griner a cambio de Bout ha sentado un precedente complicado y peligroso, y Biden y su equipo deberán dejar bien en claro que no se doblegan ante Moscú.