La pandemia del coronavirus provocará la peor recesión en la historia de Latinoamérica, que se contraerá un 5,3 % en 2020 por el parón del comercio y el turismo, además del bajo precio de las materias primas, dijo este martes la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Sólo en el caso Venezuela, se estima que su economía se contraerá en 18%.
“Los efectos de la COVID-19 generarán la recesión más grande que ha sufrido la región desde que existen registros, en 1900”, indicó la secretaria ejecutiva del organismo dependiente de la ONU, Alicia Bárcena, quien señaló que para encontrar una contracción comparable hace falta retroceder hasta la Gran Depresión (-5 %) o 1914 (-4,9 %).
Las estimaciones de la Cepal se basan en una recuperación gradual de la producción a partir del tercer trimestre y en una contracción del 3,8 % en la economía estadounidense, pero Bárcena alertó que “si Estados Unidos cae más, los números serán peores”.
Los países más afectados serán Venezuela (18 %), México (6,5 %), Argentina (6,5 %), Ecuador (6,5 %), Nicaragua (5,9 %) y Brasil (5,2 %), mientras que los menos impactados son República Dominicana (0 %), Guatemala (1,3 %), Paraguay (1,4 %), Panamá (2 %), Colombia (2,6 %) y Honduras (2,8 %), según el informe presentado este martes.
En el medio de la tabla se encuentran Chile, Perú y Uruguay, con un descenso del 4 %, Cuba (3,7 %), Costa Rica (3,6 %), Haití (3,1 %), El Salvador y Bolivia (3 %) y las islas del Caribe (2,5 %).
El organismo técnico con sede en Santiago estimó hace un mes una contracción para Latinoamérica de entre el 1,8 % y el 4 %, pero se vio obligado a hacer una revisión a la baja dado el empeoramiento del escenario mundial.
30 MILLONES MÁS DE POBRES Y 11,6 MILLONES MÁS DE PARADOS
La recesión tendrá efectos devastadores en el desempleo regional -casi 11,6 millones de personas perderán sus trabajos y la tasa de paro aumentará hasta el 11,5 %- y en los ingresos de las familias.
El organismo calcula que la tasa de pobreza regional aumentará en 2020 del 30,3 % a 34,7 %, lo que significa un incremento de 29 millones de personas, y que la pobreza extrema escalará hasta el 13,5 %.
“Los países de la región han anunciado medidas que deben ser reforzadas. No alcanza para todo”, lamentó Bárcena, quien pidió a los líderes del G-20 apoyar a las organizaciones multilaterales para que presten a tasas de interés favorables y alivien la deuda de los países altamente endeudados, aplazándola o condonándola.
“De lo contrario, los pagos serán imposibles y se comprometerá el espacio fiscal. Se requieren medidas excepcionales para enfrentar una crisis sin precedentes. No habrá progreso sin cooperación y solidaridad internacionales”, agregó.
La pandemia también provocará, de acuerdo al organismo, una disminución del 15 % en el valor las exportaciones, lo que tendrá un mayor impacto en las economías del sur del continente por su dependencia en las exportaciones de materias primas, y una caída de las remesas de hasta el 15 %, que afectará principalmente a Centroamérica y Haití.
EL MUNDO POST COVID: MÁS REGIONALISMO
La región, con 626 millones de personas y considerada la más desigual del mundo, enfrenta la pandemia en un momento de debilidad de su economía y de vulnerabilidad macroeconómica, encadenando siete años de escaso crecimiento y con una expansión del PIB que apenas alcanzó el 0,1 % el año pasado.
Antes de la COVID-19, la Cepal preveía que la región crecería un máximo de 1,3% en 2020.
Bárcena aseguró que esta crisis ha evidenciado las carencias de la interdependencia económica y que “no se volverá a la globalización, pero sí habrá una economía mundial más regionalizada en torno a tres polos: Europa, América del Norte y Asia Oriental”.
La crisis productiva traerá cambios que persistirán más allá de la pandemia sanitaria, para lo que el organismo recomendó a la región avanzar hacia una mayor integración productiva, comercial y tecnológica, diversificando proveedores, privilegiando ubicaciones más cercanas a los mercados finales y relocalizando procesos productivos y tecnológicos estratégicos.
“La coordinación de nuestros países en materia macroeconómica y productiva es crucial para negociar las condiciones de la nueva normalidad y el financiamiento de un nuevo estilo de desarrollo con igualdad y sostenibilidad ambiental”, concluyó la secretaria.
Fuente: El Carabobeño