Mientras el mundo está conmocionado por conflictos bélicos e ideológicos, en los laboratorios propiedad de China continúan los hallazgos e inventos de nuevas tecnologías que, sin duda, servirán a los intereses expansionistas del régimen comunista. Si semanas atrás trascendía el avance de Pekín en la construcción de casas en la Luna, ahora científicos anunciaron la “prueba exitosa” de un material útil para vehículos hipersónicos que se creía imposible de crear.
En misiles balísticos tradicionales la ojiva podría alcanzar “una hipervelocidad, o más de cinco veces la velocidad del sonido, antes de caer sobre un objetivo”, explica South China Morning Post. Tras el invento, el equipo dirigido por Ai Bangcheng, subdirector de la Academia de China de Aerodinámica Aeroespacial en Pekín, aseguró que “la carrera hipersónica ha entrado en una nueva etapa con enormes desafíos y oportunidades”.
Este hallazgo se anuncia casi al mismo tiempo que el Pentágono publicara un comunicado donde estima que para 2030 China tendrá unas 1000 ojivas nucleares. De esa manera, el Departamento de Defensa de Estados Unidos también admite que el gigante asiático superó anteriores previsiones, teniendo en cuenta que para mayo de 2023 contaba con 500 ojivas. El número sigue siendo menor si se compara con las 3750 ojivas que posee Washington, pero eso no quiere decir que el gobierno estadounidense deba descuidarse.
Otro reto para EEUU
El material en cuestión funciona como un protector térmico que se aplicó a la superficie de un avión “que utiliza ondas de choque generadas por su propio vuelo para mejorar la sustentación. A continuación, el aire alrededor del avión hipersónico se calentó a miles de grados centígrados”.
La superficie lisa “no sólo mantuvo frescos los componentes críticos dentro de la aeronave, sino que permitió que las señales inalámbricas entraran y salieran libremente, haciendo posible la identificación y comunicación del objetivo durante todo el vuelo, según el análisis de los datos de telemetría”. Es decir, las pruebas fueron exitosas.
Como la mayoría de avances tecnológicos que logra China, no es posible conocer mayores detalles del invento porque se maneja con completo hermetismo. Pero algo es seguro: la ambición de proteger vehículos de altas temperaturas es una etapa que “China ha superado”. La segunda fase de la carrera hipersónica ahora va más allá de los misiles “y se centra en el desarrollo de plataformas reutilizables de largo alcance que tendrán aplicaciones tanto militares como civiles”, dijeron los científicos chinos.
Ahora, EE. UU. se enfrenta al reto de lograr algún tipo de ventaja, considerando que por otro lado la carrera espacial contra China está en pleno apogeo. Hasta marzo de este año, la Fuerza Aérea tuvo que archivar su plan de fabricar un misil hipersónico después de una prueba fallida. Sin embargo, aún hay esperanzas de desplegar “un arma hipersónica viable”.
Avance silencioso chino
Si hay un régimen que trata de guardar las apariencias en actuales conflictos globales es China. El dictador Xi Jinping recibió meses atrás al presidente ruso, Vladímir Putin, para supuestamente mediar en la guerra contra Ucrania, y quizás ese fue su momento de mayor participación en este conflicto. Respecto a los ataques de Hamás contra Israel, Pekín se niega a siquiera mencionar al grupo terrorista.
Zhai Jun, enviado especial en Medio Oriente, se limitó hace poco a pedir un alto el fuego, solicitar acceso humanitario para Gaza y mencionar el apoyo de China a una solución de dos Estados. Pero por otro lado, el gigante asiático se dedica a cerrar tratos con países subdesarrollados que se endeudan a cambio del dinero del régimen comunista.
Es decir, el avance de Pekín es silencioso en todos los sentidos: diplomático, económico y tecnológico. No es sino hasta que organismos estadounidenses se pronuncian o algunos descubrimientos trascienden en revistas especializadas que se tiene una idea de lo que China está consiguiendo para consolidarse como la primera potencia mundial en detrimento de Estados Unidos.