Cuando se habla de la expansión del comunismo chino, por lo general se tiende a pensar en las tensiones que el régimen de Xi Jinping tiene contra grandes potencias occidentales, principales miembros de la OTAN u otros bloques internacionales. Sin embargo, hay otro terreno, tan fértil para Pekín que durante años se encargó de tender puentes. Se trata de África, un continente rico en recursos naturales y ubicación estratégica. Es por ello que el gigante asiático persigue tres objetivos: garantizar el acceso a los recursos energéticos, abrir mercados a sus productos y empresas, así como reforzar los vínculos políticos.
Esa ruta es que estudió el think thank Rand Corporation, con hallazgos importantes. En su informe titulado «Mapeo de las exportaciones militares y de seguridad chinas y rusas a África» menciona cómo el gigante rojo llegó a convertirse en uno de los principales exportadores de armas a ese continente. En total, el comunismo chino vende armamento a 17 naciones. Además, tiene desplegados contratistas militares y de seguridad privados (PMSC, en inglés) en 15 países. En resumen, África está pintada de rojo, el mismo color que ondea en la bandera del Partido Comunista de China (PCCh).
Pero la telaraña no solo la teje China. En agosto del año pasado también salió a la luz la influencias de Rusia partiendo de que para 2012 ya había condonado una deuda a países de África subsahariana por unos 20000 millones de dólares. Esto es solo un episodio, pero hay muchos. En dicho informe, se determinó que en los 15 países donde hay contratistas chinas, también hay rusas.
Todo se confabula para que ambos ganen poder en un continente lleno de riquezas. Por eso Estados Unidos tuvo que anunciar hace cinco meses una «nueva estrategia» que le permita contrarrestar la influencia de Moscú y Pekín.
Expansión silenciosa
Los países que reciben armas rusas por lo general están en conflicto. Por ejemplo, la República Democrática del Congo (RDC), Nigeria o Libia. Esos nexos quedaron como vestigios de los años de la Guerra Fría a través de la Unión Soviética. Pero con China las cosas son diferentes. Las contratistas de ese país prefieren actuar desde la seguridad defensiva en instalaciones militares y no están armados.
Así de silenciosa también ha sido la expansión por minerales y recursos. Solo en Etiopía, el régimen chino construyó la Gran Presa del Renacimiento en Guba, la más potente del continente. Por eso en 2020 La Vanguardia publicaba un artículo que comenzó con una lapidaria frase, «Pekín tiñe de rojo África».
Volviendo al tema de la armas, los expertos aseguran que se trata de un medio para ganar influencia. En eso coinciden. Para John Parachini, investigador de Rand Corporation las exportaciones de armamento «dan lugar a contactos con altos funcionarios que pueden dar lugar a otras interacciones diplomáticas y comerciales».
Por supuesto que EE. UU. forma parte de esto, ya que también vende armas a países africanos, aunque con aquellos más alineados con Occidente. Aún así el experto lanza una advertencia. Y es que el PCCh la vende más baratas y eso, gana simpatías. Además de eso, al régimen de Xi Jinping poco le importan los violaciones de derechos humanos de dictaduras en esa parte del mundo, por ende eso no lo frena de vender armas a cualquiera que las necesite, incluyendo grupos terroristas.
La fuente de recursos naturales
China tiene muchos intereses en África, no solo vender armas para ganar amigos. Solo el «África negra o subsahariana» (aquellos países que no limitan con el mar Mediterráneo) alberga el 30 % de los minerales esenciales para el mundo moderno. Y Pekín necesita mucho de estos.
Tan solo el gigante asiático controla las minas de cobalto y coltán en la República Democrática del Congo (RDC). Los ingenieros lo hacen desde sus teléfonos y computadoras como lo reportó South China Morning Post en diciembre pasado. Ambos se usan en la fabricación de aparatos electrónicos. Y la lista se extiende al hierro, zinc o uranio en Angola.
En resumen, China y África podrán estar alejados geográficamente, pero en términos de exportaciones y de armas están bastante cerca, cada vez más.