En sus discursos, el presidente argentino Javier Milei suele hacer referencia a la falacia de lo que se denomina las “fallas de mercado”. Ante las circunstancias donde esa premisa suele aparecer, el libertario recomienda siempre chequear si está metido el Estado de por medio cuando se perciben ciertos desajustes. Luego de estas presentaciones, como la que tuvo lugar ayer en la Bolsa de Comercio, desde el kirchnerismo y la izquierda cuestionan que el libertario dice cosas que “nadie entiende”. Sin embargo, de a poco, la gestión de gobierno va explicando todos los puntos con acciones.
Con la desregulación del mercado aerocomercial y el inicio de una política de cielos abiertos, a partir de ahora, entre otras cosas, se eliminan las denominadas “bandas de precios”. Por si alguien no sabe de qué se trata esta cuestión, aunque parezca increíble, era una especie de control de precios, pero no para bajarlos, sino todo lo contrario. Con la finalidad de beneficiar a la estatal Aerolíneas Argentinas y su gremio kirchnerista, si una de las pocas empresas que operaba en el mercado local podía ofrecer un tramo a bajo precio, el Estado se lo prohibía. Había que ofrecer “tarifas competitivas”, no para el bolsillo del cliente, sino para el beneficio de la “aerolínea de bandera”.
Como resaltó el flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, las normativas que la nueva gestión ha derogado habían sido establecidas por gobiernos militares. Desde la concepción de las fuerzas armadas, todo lo que tenía que ver con las rutas aéreas era abordado desde una perspectiva militar y de seguridad. No comercial. Estas regulaciones, que restringieron durante décadas la oferta de vuelos en el país, les vinieron como anillo al dedo a los que buscaron mantener la posición de privilegio de Aerolíneas. Curiosamente, como sucedió con la agencia estatal Telam, los sindicatos kirchneristas no reparan en las normativas de las dictaduras militares, cuando estas les resultan beneficiosas.
A partir de ahora, con la eliminación de las “bandas” de precios artificiales, se terminan las restricciones de acceso a nuevas compañías que deseen ofrecer rutas. También quedarán atrás las prerrogativas que tenían los sindicatos vinculados a Aerolíneas Argentinas y La Cámpora, en el manejo de las prestaciones de los servicios en los aeropuertos argentinos, que estas organizaciones mafiosas manejaban.
“Cielos abiertos y desregulación del transporte aéreo, una nueva realidad”, celebró el vocero de Milei, Manuel Adorni, al informar sobre las novedades en la sala de periodistas.
Para Sturzenegger, muchas aeronaves existentes que están en los aeródromos podrán ofrecer traslados de tramos cortos y medianos ingresarán al mercado, por lo que se crearán nuevas empresas argentinas, además de las que llegarán del exterior para operar en el país. De esta manera se podría incrementar exponencialmente el tránsito entre provincias. Cabe destacar que, hasta este momento, para volar de una provincia a otra, la mayoría de las veces era necesario hacer una escala en Buenos Aires. Para el gobierno, esta modificación abre las posibilidades para un escenario completamente distinto al que conocemos hasta hoy.
En la opinión del ministro, una vez que el nuevo sistema comience a funcionar, la reforma se “consolidará” ante la opinión pública, que ya no estará dispuesta a tolerar que luego se le quiten las rutas aéreas que comenzarán a ofrecerse próximamente en el mercado argentino.
El pasquín kirchnerista Página/12 lamentó la noticia con un delirante artículo titulado “La privatización del cielo”. Para cuestionar la apertura a la competencia, señalaron que ahora comenzará la “apropiación de rutas”. Curioso que denominen como “apropiación” a la liberalización de un mercado cautivo. Claro que esta es una de las palabras predilectas que utilizan para las cosas que cuestionan, siempre vinculándolas en el imaginario con las apropiaciones de bebés durante la dictadura militar. Lo cierto es que la verdadera “apropiación” ahora se termina, por lo que podríamos empezar a hablar del inicio de la libertad de elección. Por lo tanto, de verdadera democracia. Otra palabra que creen que les pertenece, aunque apelen a la protección de sus privilegios corporativos, muchos de ellos implementados por los gobiernos militares.