Ya han pasado 20 años, sin embargo, sentado en una de las mesas de su negocio, La Selecta, en plena avenida Víctor Emilio Estrada, Miguel Bellagamba recuerda como si fuese hoy los últimos días del siglo pasado a los que no duda en calificarlos como ‘caóticos’.
“Nosotros queríamos comprar harina al proveedor y teníamos que ir con billetes al molino y en ese momento nos daban el precio de la harina”, comenta. “Si en la tarde queríamos comprar más harina, teníamos que consultar nuevamente el precio porque había variado, era caótica la situación, no se podía programar nada, no tenías costos reales, nada”, recuerda amargamente Bellagamba, gerente y dueño de la panadería, junto con su hermano Guillermo.
“La dolarización para nosotros fue la salvación”; Bellagamba tampoco duda en afirmarlo. Asegura que su negocio, que en esa época solo tenía la matriz de Urdesa y un punto de venta en el centro, pasó ‘sobreviviendo’ los últimos días del sucre porque era ‘conservador’. Ya con el dólar pudieron estabilizarse, asegura el gerente de La Selecta, que ahora tiene cinco locales.
La dolarización nos dio estabilidad, cambió la cosa, pude establecer costos reales, poder endeudarse sabiendo cuánto tienes que pagar, cuánto te va a costar el financiamiento, las reglas están mucho más claras”.
Miguel Bellagamba, gerente de Panadería La Selecta
Pero miles de negocios no corrieron con la misma suerte. Según la Superintendencia de Compañías, Valores y Seguros, el cierre de empresas se incrementó 70 % en el 2000, año en el que el expresidente Jamil Mahuad decidió dolarizar.
En 1998 se cerraron 795 empresas, en 1999 bajó a 782; pero en el 2000 el número se disparó a 2456 para volver a descender a 496 en el 2001, señala Fernando Calderón, director nacional (e) de Estudios e Investigaciones de la Superintendencia.
Pero Calderón asegura que no solo fue consecuencia de la dolarización. “Había compañías que estaban en una situación desfavorable desde antes y luego de unos años del cambio del sistema monetario ya fue insostenible y no pudieron continuar operando”, analiza y apunta que el cierre de empresas se volvió a disparar en el 2003 (1210), 2004 (4350) y 2005 (6772).
Al respecto, Carlos Julio Emanuel asegura que fueron entre 5000 y 6000 empresas las que cerraron en el periodo entre la crisis bancaria y la dolarización. Así corrobora lo que señaló cuando fue ministro de Economía de Gustavo Noboa entre el 2001 y el 2002.
Emanuel tampoco le endosa toda la responsabilidad a la dolarización; asegura que hubo otros sucesos como el fenómeno de El Niño que afectó la producción y malas medidas monetarias que impactaron en el índice de precios que a finales de 1999 alcanzó el 100 %.
Hubo no menos de 6000 empresas que cerraron producto de la mala política monetaria financiera del Gobierno con tasas superiores al 100 % diario, que era darle un tiro de gracia a estas empresas que necesitaban apoyo”, Carlos Julio Emanuel, analista y exministro de Finanzas.
Añade que antes de la dolarización oficial el país ya vivía una “natural” desde mediados de los años noventa cuando las personas empezaron a guardar en dólares y algunas empresas también empezaron a pagar los sueldos en esa moneda, a tal punto que a inicios del 2000 el 60 % ya estaba en dólares.
“La gente es siempre más inteligente que los gobiernos”, cree el exministro, quien recuerda que el 7 de enero del 2000, dos días antes de que se anuncie la dolarización, él representó a un foro económico de 18 profesionales en una reunión con el presidente en el cual se le propuso que dolarice.
El historiador y analista económico Guillermo Arosemena recuerda la escalada inflacionaria que empezó en 1999 con un dólar a 6000 sucres, cerró a 12 000 y en enero del 2000 subió a 25 000. “En el 2000 muchas empresas quebraron porque estaban endeudadas en dólares y cuando viene el doble ajuste cambiario, los capitales (en sucres) se hicieron polvo”, analiza Arosemena .
Añade que las empresas que lograron sobrevivir fueron las conservadoras, que no tomaron riesgos y estaban en condiciones de superar la crisis.
La crisis del 99 es la que más o menos se podría equiparar con la depresión de los años treinta en Ecuador. Esa década, la de los treinta, es en la que más presidentes y jefes de Estado ha tenido el Ecuador, más de 14, más de uno por año”, Guillermo Arosemena, analista.
“Del otro lado están los empresarios que toman riesgos, no porque sean dementes, sino porque ven que tienen un buen producto y compran maquinaria o hacen más grande una bodega y se endeudan, y la deuda hay que pagarla en dólares, no en sucres”, expresa Arosemena, quien cree que los empresarios y banqueros han aprendido la lección y están preparados, porque advierte que las crisis son cíclicas.
“Así como no puede haber catolicismo sin el infierno, no puede haber capitalismo sin crisis”, cita el analista.
Fuente: El Universo