“Entre el cielo y la tierra no hay nada oculto”. Así inicia Transparencia Venezuela un trabajo de investigación en el que asegura que el régimen de Nicolás Maduro, al parecer olvidó esta frase bíblica, pese a que el fallecido Hugo Chávez la utilizaba con frecuencia.
Este informe contrasta cifras de la ONU sobre el COVID-19 en Venezuela, cuya frase cobra fuerza, al ver cómo la información ofrecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pone de relieve las dudas que hay, en relación con solidez de las cifras que la gestión de Maduro ha dado sobre el impacto de la pandemia del COVID-19 en el país.
Al momento de redactar este texto, 8 de abril de 2020, desde el Palacio de Miraflores se habían anunciado que 166 personas se habían contagiado y que 7 habían fallecido. Son cifras que llaman la atención si comparan con los 1.780 infectados y 50 fallecidos reportados por el Gobierno de Colombia; con los 14.049 contagiados y 688 decesos registrados en Brasil. Incluso Cuba ha reportado 396 infectados y 11 muertos a la misma fecha.
¿A qué se debe la diferencia?
Obviando explicaciones como que Brasil y Colombia tienen mayor conectividad aérea interna y externa que Venezuela, lo que habría facilitado que el coronavirus se propagara con mayor rapidez y facilidad por esos países, la ONU ha expuesto otra: El bajo número de pruebas realizadas por las autoridades chavistas para detectar la enfermedad.
“Hasta el 31 de marzo se han realizado 1.779 pruebas, con una tasa de 8% de casos positivos”, reveló la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA por sus siglas en inglés) en un reporte publicado el 2 de abril, en el cual se asegura que son datos suministrados por las autoridades venezolanas.
La ONU y sus distintas agencias solo emplean cifras oficiales para sus reportes e informaciones. Entonces, salta a la vista lo poco fiable de la información que se ha ofrecido públicamente a todos los venezolanos.
Y la discrepancia se hace más evidente, justo porque el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, uno de los voceros en plena pandemia, informó –por esos mismos días– que en Venezuela se estaban realizando 3.000 pruebas rápidas diarias.
Con los ojos vendados
La falta de pruebas y – por lo tanto- de datos confiables, no solo no permite conocer la magnitud de la pandemia Venezuela, sino verificar si las medidas de distanciamiento social aplicadas hasta el momento funcionan o si deben ser revisadas.
Desde la Organización Mundial para la Salud (OMS) se ha pedido a los gobiernos realizar la mayor cantidad de test posibles. Así el Ejecutivo alemán ha asegurado que ya realiza 50 mil diarias y el británico ha prometido que a finales de abril realizará 100 mil diarias.
En Venezuela, aunque las autoridades aseveran que tienen entre 50 y 500 mil pruebas, la información no parece tan confiable. “El Gobierno lanzó una encuesta para el despistaje del COVID-19 a través del Sistema Patria, en el cual las familias pueden informar sobre la presencia de síntomas relacionados con la enfermedad, para facilitar el seguimiento (…) Hasta el 31 de marzo se reportó que más de 15 millones de personas habían llenado la encuesta.
Con los resultados, las autoridades pusieron en marcha una campaña de visita casa por casa para seguimiento a 61.739 casos priorizados por presentar más de tres síntomas de la enfermedad y haber viajado recientemente al exterior”, reveló la OCHA en su reporte.
Mientras las autoridades venezolanas recurren a encuestas para detectar infectados por el coronavirus, a finales de marzo el Reino Unido decidió revisar cómo registraba el impacto de la enfermedad.
Así la Oficina Nacional de Estadística (ONA) del país europeo no solo comenzó a registrar a los fallecidos en los hospitales, como hasta el momento, sino también en domicilios y residencias para ancianos y halló que los números eran 20% superiores.
“Esto no da una foto más completa del impacto del COVID-19”, afirmaron epidemiólogos de Reino Unido.