En varias mesas de discusión ha surgido la duda de ¿qué tan lejos estamos de volver a los niveles previos a la pandemia? Y las respuestas solo tienen más preguntas.
Ante ese interrogante, hoy la facultad de Ciencias Administrativas y Económicas, en conjunto con el Observatorio Kairós y el Centro de Investigación en Economía y Finanzas de la Universidad Icesi de Cali, lanzan hoy el Índice de Regreso a niveles de la Pre-Pandemia, que busca entender cómo va la recuperación. Ramiro Guerrero, decano de economía de esa universidad, habló del índice y de lo que se viene para la reactivación.
¿Cuáles son los principales hallazgos del índice?
Lo que hace es calcular la trayectoria que traían los indicadores económicos y estimar qué tan lejos estamos de llegar al nivel que se traía. Eso varía indicador por indicador, pero hay uno agregado que dice el nivel general de actividad económica. Según eso, el punto más bajo fue en abril y hemos recuperado poco más del 50% de la caída.
La idea es seguir viendo ese avance mes a mes.
¿Cuánto nos demoraremos en recuperar lo perdido?
La perspectiva es que en 2022 se alcancen los niveles de la actividad económica que teníamos al inicio de la pandemia. Y el 2021 será un año de recuperación, pero no lo suficiente para recuperar el terreno perdido.
¿Si hay una recuperación más lenta de lo previsto?
La caída de este año estaría entre 7% y 8%. Los niveles previos no se alcanzarían a recuperar en el 2021.
¿Qué riesgos hay para lograr que el 2021 sea un año de recuperación?
Varias cosas. La crisis de este año puso en evidencia la vulnerabilidad de muchos sectores, pero sobre todo de poblaciones. Y las consecuencias sociales y de empleo se están repartiendo de una forma desigual. La brecha entre el empleo masculino y femenino se aumentó. Además, los trabajos de menor calificación son los que más están sufriendo.
La buena noticia era que, a diferencia de la crisis de 1999, es que ya existía una red de protección social y eso atenuó un poco las consecuencias de la crisis, pero eso no es suficiente. Entonces para el año entrante es clave la continuación de las ayudas.
Lo otro clave será el sector financiero, que pasó el 2020 en muletas. Una de ellas fueron los alivios a los deudores, y la otra fueron las garantías del Fondo Nacional de Garantías. Pero así como pasó el 2020, ahora tendrá que caminar solo en 2021. Y se prevé que haya un deterioro de la cartera, y eso determinará el dinamismo en el crédito.
Lo otro es cómo reacomodar las unidades productividades después de la pandemia, teniendo en cuenta las tendencias que la pandemia aceleró, como el ‘nearshoring’, que puede traer oportunidades para nuevas industrias. También habrá oportunidades en exportación de servicios debido a la popularización del trabajo remoto. Esos reacomodos serán más lentos.
¿Qué tan preparados estamos para la transformación digital?
El mayor reto es quizá la educación, que es de las consecuencias más caras que vamos a pagar por la pandemia, por una deficiencia del capital humano.
Por otro lado, será un reto del sector educativo el poder aprovechar esos procesos de transformación. Y eso lo que hace es poner un sentido de urgencia a la agenda de educación.
Hablando del impacto de la pandemia, ¿qué tan fuerte ha golpeado la crisis al Valle del Cauca?
La economía de la región es menos dependiente del petróleo, y eso ha hecho que el comportamiento de la industria, sea comparativamente mejor. Lo otro es que el sector que sigue aportando al PIB es el agropecuario y ha sido un buen año. Ese par de factores hacen que haya una menor caída.
En la ciudad se va a sentir mucho el golpe que ha tenido en todo el país en las actividades relacionadas con el entretenimiento, el alojamiento, la gastronomía.
¿Qué lectura hace de los planes de reactivación nacional y locales?
Lo crucial será la calidad del gasto. Muchas veces las discusiones se enfocan en su magnitud, pero quizá lo más importante es cómo se gasta.
Los gobiernos nacional y locales tienen dos maneras de reactivar la economía: comprando bienes y servicios, o por la vía de las transferencias a los hogares.
El segundo ayuda a sostener a sostener el consumo de los hogares. Lo que se hizo este año ayudó, pero Colombia va a necesitar crear un sistema de protección social 4.0 después de la pandemia, donde se pueda identificar con mucha mayor precisión cuáles son los hogares vulnerables. Eso es un reto formidable en un contexto de mucha informalidad, que está creciendo.
¿Qué otras cosas se pueden hacer para impulsar la demanda?
Una de las cosas que más ha frenado es la incertidumbre. El covid es muy duro, pero lo más duro es no saber cuánto va a durar. Y es muy improbable que todas las vacunas que se están revisando se masifiquen antes del primer semestre del otro año.
Por otro lado, la epidemia en el país muestra un panorama de estabilidad, a diferencia de lo que ocurrió en Europa.
Entonces en la medida en que baje la incertidumbre, y la gente sepa a qué atenerse, se debería despejar ese otro componente de la demanda agregada, que es la inversión. Eso debería sumarse al gasto público y a las exportaciones.
En ese sentido, ¿cree que iniciativas como la del Acuerdo de Punto Final, para sanear las finanzas del sector público serán útiles para mejorar la situación del sistema?
La salida más lógica, quizá la única, a ese problema del sector fue lo que hizo el Congreso para legislar instrumentos para sanear esas deudas. Eso tiene dos capítulos: de las deudas viejas y el manejo hacia adelante que se le dé a la financiación de los servicios no incluidos en el plan de beneficios.
Veo un futuro mejor porque se están adaptando mejores mecanismos de financiación, pero creo que por el bien del sector, las deudas viejas deben resolverse.
El sistema del sector salud tiene problemas viejos, y ha sido un año duro.
Fuente: Portafolio