El Congreso de Guatemala buscaba el miércoles apagar una crisis que amenaza la presidencia del conservador Alejandro Giammattei, con apenas 10 meses en el mandato, mientras las convocatorias para exigir su renuncia se reavivan.
Tras intensas manifestaciones, que incluyeron la quema de algunas oficinas en la sede del Parlamento, el gobierno decidió reformular un polémico presupuesto 2021 para el país, criticado por no priorizar la lucha contra la pobreza, en un país con más de la mitad de sus 17 millones de habitantes en esa condición.
Aunque las protestas amainaron, un grupo de la universidad estatal y de otras privadas protestaron en las afueras del Centro Cultural de la capital para exigir la renuncia de los diputados e insistir en la salida del presidente. Las convocatorias para manifestaciones este fin de semana han iniciado.
Según Mario Polanco, director del humanitario Grupo de Apoyo Mutuo, el descontento hacia el gobernante «sigue latente porque el desprestigio va en aumento, independientemente de si hay o no manifestaciones».
Polanco dijo a la AFP que los primeros signos de un mal gobierno fueron la corrupción para atender la pandemia por el nuevo coronavirus y el endeudamiento de más de 3.000 millones de dólares para enfrentar la crisis sanitaria.
El derechista Giammattei asumió en enero de este año, para un mandato de cuatro años. Para el fin de semana, organizaciones universitarias, humanitarias, y oenegés de fiscalización han llamado a manifestarse por la salida del gobernante.
Entre ellos están los movimientos Guatemala Inmortal y Asociación Primero Guatemala, grupos que surgieron en 2015, cuando se produjo la renuncia del entonces presidente Otto Pérez, al haber sido involucrado en un caso de corrupción.
-El proyecto de la discordia-
Sin sede oficial para sesionar debido al incendio, el Parlamento unicameral, de mayoría oficialista, se trasladó momentáneamente al Centro Cultural Miguel Ángel Asturias de la capital, informó el presidente del Legislativo, el oficialista Allan Rodríguez.
Tras una reunión con los jefes de bancadas aliadas, pero sin la oposición, decidieron derogar la ley que dio vida al presupuesto más alto en la historia del país, de cerca 12.800 millones de dólares.
Ahora esperan una nueva propuesta del Ejecutivo, que en la víspera inició un diálogo con diferentes sectores para modificar el presupuesto original.
Pero las fechas apremian. La ley establece que el nuevo presupuesto debe estar listo a fin de mes. Si esto no ocurre, entrará en vigencia el aprobado para 2020, de 10.390 millones de dólares. Sobre este último la ley sí permite hacer reformas.
No obstante, para la oposición, quien debe derogar el proyecto es el propio presidente, porque así lo manda la Constitución.
«Si de verdad queremos corregir el rumbo, porque esto fue un grave error, ahora el camino correcto es que respetemos lo que está en la Constitución, que sea enviado al Ejecutivo y que sea vetado por el presidente», afirmó el diputado Walter Félix, jefe del bloque de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, exguerrilla izquierdista.
«Sigamos con lo que la ley establece y que no hemos cumplido, que no es más que trasladarlo para que sea el presidente quien lo vete», insistió por su parte el congresista del bloque Winaq, Edgar Batres.
-Giammattei insiste-
En tanto, el presidente Giammattei y el canciller Pedro Brolo se reunieron la tarde del martes con el Grupo de países y organismos que prestan auxilio económico a Guatemala, conocido como G-13, para dialogar sobre la situación del país.
Durante el inicio de las sesiones de diálogo, Giammattei no se mostró favorable a vetar él mismo el presupuesto rechazado.
«El presupuesto 2021 es ventajoso para el país, les pido que lo revisen de forma integral», aseguró, e insistió en que este tiene un menor nivel de endeudamiento.
«Las personas tienen todo el derecho a la libertad de expresión, jamás estaré en contra de eso, solo les pido que no se olviden que la covid sigue entre nosotros», agregó. La pandemia ha dejado en el país hasta el momento más de 120.000 contagios y más de 4.000 muertos.
Giammattei, un derechista curtido en la burocracia estatal y conocido por ser un hombre temperamental, pidió a sus críticos respetar la institucionalidad del país y «no hacer alharaca de lo que no hay».
Fuente: France24