Jeffrey Kihien,
El genocidio más conocido en estos tiempos modernos es el cometido por el Partido Nacional Socialista Alemán, los nazis, contra sus propios ciudadanos que profesaban el judaísmo. La excusa racial no soporta el mínimo análisis de pensamiento crítico, pues los judíos ya tenían viviendo en esas tierras no menos de 2000 años, durante los cuales se han mezclado y el mestizaje se ha producido, entonces genéticamente eran parte de la autodenominada por los socialistas como raza superior aria.
La verdad es que los alemanes siempre han sido buenos creando sus mitos. Son los maestros de la propaganda, siendo necesario mencionar que su filósofo más conocido es el alemán Karl Marx, el creador del capitalismo y del comunismo. Fue Marx, en su libro El Capital, el que bautizó con ese nombre a los valores éticos y morales católicos de trabajar duro, de sol a sol, ahorrar, juntar capital para luego invertir en bienes raíces, la casa para tener la familia y comenzar el ciclo de la inversión. Así está escrito en Mateo 25: 14-30, la parábola de los talentos, a Dios le gusta el católico invierta. Interesante resulta que un alemán haya codificado dos tradiciones humanas para convertirlas en ideologías políticas antagónicas, por eso el Nacional Socialismo Alemán y, su teoría política de superioridad racial no me sorprende, lo que sí sorprende son los que la creen verdadera, pues para que exista una raza superior, tienen que existir razas que se consideren asimismo inferiores.
Los nazis persiguieron también a los gitanos para matarlos, pero no se habla del genocidio contra ellos, solo el genocidio judío es conocido gracias a un marketing formidable y constante, lo curioso es que culpan a todos, pero no culpan a los socialistas, porque hay que aclarar los partidos socialistas existen y son antagónicos al capitalismo cristiano. Al socialismo, la familia católica tradicional capitalista le fastidia.
El genocidio judío se menciona en las últimas semanas a raíz del ataque terrorista del movimiento islámico de resistencia, Hamás, contra Israel, y la reacción, completamente jurídica del Estado de Israel de defenderse contra cualquier grupo que ataque su territorio.
Israel está en su derecho de defenderse, eso está bien claro, esa era la reacción que Hamás y sus aliados socialistas alrededor del mundo estaban buscando con el objetivo de victimizarse, provocando una reacción política contra Israel para armar una coalición militar y expulsar a todos los judíos de los territorios que supuestamente invadieron y, abiertamente lo mencionan, aniquilar a los judíos en Israel, se escucha en el mismo Estados Unidos en los círculos académicos de las universidades de élite.
Pero volviendo al tema del genocidio, hay uno que ocurre constantemente del cual no nos enteramos mucho porque por algún motivo extraño, siempre extraño, se oculta en los medios de comunicación masiva y, para uno enterarse hay que rebuscar en documentos especializados, puesto que ni los organismo internacionales, ni las ONG globales se encargan de ellos. Es un genocidio histórico y constante, que nos ha otorgado santos y mártires, es el genocidio contra el pueblo cristiano, cuya historia empezó precisamente en las tierras en disputa, en donde la democracia, por encima de la ley condenó a muerte a Jesucristo, inocente, y liberó a Barrabás.
El pueblo decidió. El genocidio cristiano continúo durante el imperio romano, hasta que el Estado fue absorbido por las enseñanzas de Cristo. Uno se pregunta cómo sucedió, si el imperio romano tenía prácticas totalmente brutales, pero esa brutalidad no pudo derrotar a los cristianos. Las torturas, los tormentos, la esclavitud, las matanzas, de nada sirvieron contra la doctrina del perdón y la fe.
Llama la atención lo poco enterados que estamos sobre el genocidio contra los cristianos en Irak, Siria, Egipto y Libia. En Irak, después de la intervención de los Estados Unidos y la OTAN, 800.000 cristianos fueron obligados a abandonar sus ciudades bajo pena de muerte, miles fueron ejecutados por el Estado Islámico. Esta limpieza religiosa también se desarrolla en Siria, conflicto que lleva 10 años, con más de 500.000 víctimas y millones de desplazados, siendo el grupo más perseguido y atacado los cristianos aliados al gobierno que les asegura alguna protección frente a la coalición de Estados Unidos, Arabia Saudita, Al Qaeda entre otros grupos militares.
Los cristianos sirios reciben el apoyo de Rusia. Esa guerra, que empezó con la Primavera Árabe, ejecutada y financiada por la CIA, con el supuesto objetivo de llevar democracia liberal a esa parte del mundo, solo ha ocasionado el genocidio cristiano. Pero nadie dice nada, no es prioridad. Y en el mismo Occidente post cristiano, el católico es perseguido por defender su religión, los delitos de odio han sido legislados contra el cristiano, que no puede defender la vida y condenar el aborto y la eutanasia, sin ser acusado de odiar.
Tampoco puede defender la santidad del matrimonio y de la mujer, frente al idealismo feminista, mucho menos al varón y su virilidad. El cristiano en Occidente democrático, es la última trinchera frente al caos, que ahora amenaza con destruir a los jóvenes creándoles enfermedades mentales, con políticas públicas de igualdad y equidad. Esas ideas soviéticas, impuestas por el Estado y el comunismo corporativo.
En esta nueva guerra de la era de Biden, son los cristianos los que llaman a la cordura y la paz, son los cristianos mártires los que se ofrecen para canjearse por los secuestrados y no abandonan sus iglesias frente al inminente bombardeo. Son los cristianos con su doctrina del perdón que aceptan como uno de ellos a judíos y musulmanes, porque el cristiano “habita en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña”, dice la Carta a Diogneto.
Hermanos judíos y musulmanes, estamos con ustedes, no se dejen manipular por el Estado moderno. Ustedes vivieron siempre juntos y sin problemas, hasta que la teoría de la multiculturalidad les fue impuesta, allí empezaron los problemas.