Corea del Norte es el país más hermético del mundo. Es poca la información que sale y poca la que entra. Sus ciudadanos dependen completamente del Estado y la gran mayoría consume solo la información manipulada por orden de Kim Jong-un. Pero eso no significa que el mandatario, heredero de una dinastía de tiranos, también esté aislado. Por el contrario, está bien conectado con los dictadores de otras naciones que aborrecen el poder de Estados Unidos.
Estas alianzas arrojan novedades en la actualidad, cuando Rusia insiste en mantener la guerra en Ucrania y Venezuela —país con el que han trascendido algunos «acuerdos» y particularidades como la inauguración de la embajada de Venezuela en Corea del Norte en 2019— sometida por la dictadura de Nicolás Maduro parece aprovechar la necesidad de petróleo de países occidentales, para hacerse de nuevo un espacio legítimo en el mapa político mundial.
Al respecto, dos anuncios coincidieron el mismo día sobre este triángulo que probablemente esconde más que tratados comerciales. El canciller de la dictadura venezolana, Carlos Faría, se reunió con el embajador del régimen norcoreano, Ri Sung Gil. Como suelen hacer, no detallaron qué hablaron, solo mencionaron en un comunicado que el objetivo fue “estrechar lazos de cooperación y amistad» entre ambas naciones. Por su parte, el país dominado por Kim Jong-un anunció que podría enviar trabajadores a los territorios de Donetsk y Lugansk, en el Donbás ucraniano.
La esclavos en Rusia de Kim Jong-un
El objetivo con esos trabajadores norcoreanos es reconstruir los territorios ucranianos tomados por Rusia que fueron reconocidos por Pyongyang como «repúblicas». Algo ilegal por estar bajo la jurisdicción de la presidencia de Volodímir Zelenzki.
Luego de anunciar que la decisión tomada por la dictadura norcoreana busca «fortalecer» el «estatus internacional» de ambas zonas, el autoproclamado gobernador de Donetsk, Denis Pushilin, aseveró que lo siguiente será una «cooperación activa y fructífera». Así que la complicidad entre ambos países se estrecha aún más.
Ahora bien, el envío de «trabajadores para ayudar con la reconstrucción», como mencionó el embajador de Rusia en Corea del Norte al medio NK News, esconde algo más. En 2018 trascendió cómo unos 150.000 norcoreanos que trabajaban en promedio para la dictadura aseguraron que eran tratados «como perros». El motivo, la poca libertad por sus jornadas laborales y cero ganancias económicas. Estas últimas, eran redireccionadas para beneficio de la dinastía Kim desde destinos como China y Rusia.
«Se calcula que generan casi 1500 millones de dólares al año y un exdiplomático norcoreano aseguró que gran parte de ese dinero va destinado al programa nuclear y de misiles», citó la investigación de BBC. En específico para ese año, se calculaba que Rusia alojaba unos 40000 trabajadores. Ellos, catalogados como «esclavos contemporáneos» según expertos, saben que sin su mano de obra, el hermético país tuviera aún menos divisas para sobrevivir, hundiéndolo en una pobreza aún peor.
Los turbios tratados con Venezuela
Respecto a Venezuela, hay más preguntas que respuestas. El comunicado, tan ambiguo como suelen ser los textos emitidos desde las oficinas del chavismo, plasmó que ambos países son «víctimas de medidas coercitivas unilaterales impuestas por el imperialismo norteamericano».
Aunque no hayan ofrecido mayores detalles, la amistad entre Maduro y Kim Jong-un tiene larga data ya que a ambos los une su enemistad con EE. UU., motivo que llevó al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, a visitar la nación asiática en 2019.
El cuadro lo completan las alianzas de estas naciones con China e Irán, cada uno con potenciales distintos que entre acontecimientos mundiales aprovechan de avanzar, para acercarse cada vez más a territorio americano. La guinda del pastel serán los próximos ensayos de sus francotiradores en territorio venezolano.
Fuente: Panam Post.