martes, noviembre 19, 2024
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Coronavirus: Nicaragua tiene la peor tasa de letalidad en la región

Nicaragua sufre la mayor tasa de letalidad por coronavirus (SARS-CoV-2) en la región. Esto significa que la cantidad de muertos en proporción a los contagiados es la más alta.
Según las cifras oficiales, el 23,07 % de los diagnosticados han muerto. Si bien la cifra es alarmante, lo más sobresaliente es lo bajas que son las cifras totales, pues reflejan cómo la falta de pruebas ocultan las cifras reales. En total, hay 13 contagiados reconocidos por el régimen en Nicaragua, de los cuales tres han fallecido.
La cifra de contagiados podría llegar a 119 703, según las proyecciones de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), si la dictadura de Daniel Ortega no empieza a tomar medidas. Pero sobre todo si no deja de ser un obstáculo en materia de prevención y para la realización pruebas de COVID-19 por parte del sector privado.
Aunque Funides advierte que la cantidad de muertos podría llegar a 650 en junio, si la tasa de fatalidad persiste al promedio que va, los muertos podrían superar los 30 000 en poco más de un mes. Sobre todo si se toma en cuenta el rango comparativo con otras naciones. Por ejemplo, en Ecuador, país con la mayor cantidad de muertos per cápita en la región, hay alrededor de 25 000 contagiados y un promedio de 900 muertos por COVID-19 y 1 453 fallecidos sospechosos de haber contraído el virus.

Contrario a la versión oficial del régimen, el Observatorio Ciudadano COVID-19 reportó 316 casos, cifra avalada por gremios médicos y científicos.
Por su parte, el pasado martes 28 de abril el Comité Científico Multidisciplinario de Nicaragua alertó sobre la necesidad de contar con información “real” sobre la pandemia en el país. Además de reprochar la falta de transparencia por parte del régimen, que aseguran pone en riesgo al personal médico de “primera línea” que está vulnerable a la pandemia. El Comité anunció haber recibido denuncias de médicos despedidos por filtrar información sobre los contagios y por exigir protección adecuada para enfrentar la pandemia en los hospitales públicos.

Nicaragua está cometiendo los mismos errores que China

Tal como sucedió en la China comunista, donde médicos y periodistas fueron perseguidos por denunciar el brote del SARS-CoV-2, en Nicaragua el régimen socialista busca tapar el avance de la pandemia mediante la censura.

La falta de transparencia ha demostrado ser fatal, literalmente. La semana pasada China reconoció que tenía 50 % más muertos por coronavirus de los reportados, luego de haber supuestamente ganado la «guerra popular» contra el virus en marzo, cuando la OMS finalmente lo reconoció como una pandemia. Nicaragua tiene un historial similar. Ortega negó más de la mitad de los muertos por represión en las calles de Managua, así que mentir sobre la cantidad de contagios y muertos por el virus no es algo que se deba descartar.
Ahora el régimen insiste en negar que existe el contagio comunitario. Lo cual quedó desmontado cuando una cubana que regresó a la isla iba contagiada desde Nicaragua. Se trata de una paciente de 38 años que fue ingresada al hospital y está bajo vigilancia.
Al igual que su aliado ideológico, la cuna del coronavirus, Nicaragua está tardando meses en reaccionar. Hasta hace poco permitieron medidas de precaución como el distanciamiento social, y el uso de mascarillas estaba prohibido incluso en los centros hospitalarios.
La escasez de pruebas es consecuencia directa del control y la prohibición por parte del régimen del guerrillero devenido en presidente y ahora tirano, Daniel Ortega. Por orden del Gobierno, los hospitales privados no pueden realizar pruebas, tampoco le permiten a la Iglesia católica crear centros de salud, ni siquiera líneas de atención telefónica para atender las dudas de una ciudadanía desinformada.

Ante la ausencia de Ortega, la «vicedictadora» anunció finalmente medidas de seguridad

En medio de la pandemia mundial, durante semanas el dictador Ortega permaneció desaparecido. Aunque reapareció, es su esposa, la primera dama convertida en vicepresidente, Roció Murillo, quien da las órdenes públicamente.
Solo hasta el 28 de abril se instruyó la descriminalización del uso de mascarillas. Antes de esta fecha las fuerzas sandinistas golpeaban, expropiaban y hasta detenían a quienes se atrevían a cubrirse la boca, pues eran acusados de “alarmar” a la población.
Con la denominación “vicedictadora”, la prensa independiente nicaragüense anunció que Murillo informó en su intervención del medio día en canales oficialistas que fortalecerán la medida de «lavado de manos, también distanciamiento personal de precaución, también el uso de la mascarilla explicando quienes deben usarla».
No obstante, no recomienda el uso masivo de dichas mascarillas, sino que las designó para «personas con síntomas respiratorios, personal de salud, las personas que cuidan a personas vulnerables a los enfermos en la familia». Murillo avisó que el Gobierno indicará el «buen uso» de la mascarilla «porque de lo contrario se convierte mas bien en un factor de riesgo».
Respecto a las medidas restrictivas, recién se cerró el Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino de forma indefinida, luego de que la tercera muerte por COVID-19 admitida por el Gobierno fue de un empleado de la terminal aérea.

La sociedad civil se ha destacado por su solidaridad

En vista de la falta de prevención por parte del régimen, la sociedad civil se ha destacado. Jabones, mascarillas, alcohol en gel y hasta viajes en autobús gratuitos, son ofrecidos por algunos ciudadanos para prevenir o mitigar el impacto de la pandemia.
«Su vida interesa, tome jabón si lo necesita«, «Mascarillas gratis, tomá 1, recordá que todos necesitamos», se lee en hojas de papel pegadas en las paredes exteriores de algunos establecimientos comerciales.
Lo opuesto al accionar del régimen. Ortega ha demostrado seguir el mismo camino de su aliado ideológico, China comunista. El régimen tardó meses en no solo implementar medidas de seguridad, sino que incluso persigue a quienes las exigen. Aunque poco a poco está empezando a tomar recaudos, ahora falta acceso a las pruebas de COVID-19, aunque eso podría dejar al descubierto la incapacidad del régimen de prevenir la propagación de la pandemia.
Fuente: PanamPost

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