En el primer debate para la segunda vuelta presidencial en Brasil hubo acusaciones, desafíos, sonrisas nerviosas y confesiones. El presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva se enfrentaron ante las cámaras del canal Bandeirantes, en Sao Paulo, en un intento por convencer a los indecisos para definir la contienda que se avizora cerrada. En el cara a cara, Bolsonaro tomó la iniciativa frente a Lula, que en una posición más defensiva, admitió la corrupción en Petrobras durante su mandato, confesó sentirse orgulloso del Frente Sandinista de Liberación Nacional con el que hoy gobierno el dictador Daniel Ortega en Nicaragua y no logró esquivar los señalamientos de Bolsonaro sobre sus presuntos vínculos con el crimen organizado.
«Usted tiene amistad con bandidos. En la favela no había un policía a su lado, solo había traficantes», le dijo Bolsonaro a Lula a propósito de un reciente acto de campaña en una favela de Río de Janeiro por parte del candidato del Partido de los Trabajadores (PT), a lo que Lula respondió que él sí se atrevía a entrar a estas zonas populares que se encuentran entre las más peligrosas de Latinoamérica.
En lo que fue uno de los momentos más tensos del debate, Bolsonaro aprovechó para señalar a Lula de tener “un pacto” con el narcotraficante Marcos Camacho, alias ‘Marcola’.
Lula además admitió que hubo corrupción en Petrobras durante su mandato, pero matizó su confesión alegando que “si hubo corrupción, se capturó al ladrón que robó y acabó”. Según él, en su gobierno “no había secretos” y “todo era transparente”. A esto agregó: “No dije que no hubo robo (…) lo que dije es que para combatir la corrupción no era necesario cerrar las empresas».
Lula y su «orgullo» sandinista
El presidente Bolsonaro no desaprovechó la oportunidad para pedirle a su rival político que explicara sus vínculos con la izquierda latinoamericana que tiene sumidos a los países en la miseria. “Lula está enamorado de Fidel Castro, Maduro, entre otros dictadores. ¿Qué hay en común entre Lula, Ortega, Chávez, Maduro, Evo Morales, Fernández de Argentina, Petro de Colombia? Son del Foro de Sao Pablo, son todos amigos. Miren para donde están yendo esos países”.
La respuesta del exmandatario fue desconcertante. Lejos de intentar desmarcarse de regímenes como el de Nicaragua, que ha emprendido una abierta persecución contra la oposición y la Iglesia, Lula dijo que sentía “mucho orgullo” de la Revolución Sandinista, tras haber derrocado la dictadura de la familia Somoza. “¿Será que Lula quiere replicar en Brasil el modelo de encarcelamiento de sacerdotes y pastores adoptado en Nicaragua?”, se preguntó el asesor especial para Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil, Filipe Martins.
El candidato izquierdista pretendió atacar a Bolsonaro por el manejo de la pandemia, asegurando que la vacunación había empezado de manera tardía. Sin embargo, Brasil destaca como uno de los países con mayor porcentaje de su población vacunada con 86,25 % con al menos una dosis y 78,79 % completamente inmunizados, sin que haya tenido que ser obligatoria.
Un escenario distinto
Lula y Bolsonaro se medirán el próximo 30 de octubre en un balotaje que luce muy distinto a la primera vuelta en la que el candidato del PT obtuvo 48,4 % de los votos frente a 43,2 % del presidente Bolsonaro, una brecha muy distante de los 14 puntos que proyectaban casi todas las encuetas.
Ahora, la revista The Economist, que realiza un tracking diario de la intención de voto promediando los resultados de todos los sondeos de opinión, muestra un escenario cerrado con apenas 4 puntos de ventaja para Lula, quien tendría 52 %, frente a 48 % de Bolsonaro cuando aún faltan dos semanas para los comicios.