CIUDAD DE PANAMÁ. – Ante la situación política en Venezuela, Panamá se prepara para enfrentar un mayor flujo de migrantes del país sudamericano, lo que le agrega más presión a la ruta de la Selva del Darién y a las soluciones acordadas con Estados Unidos.
Se espera la llegada de más venezolanos ante la incertidumbre que genera el no reconocimiento del reclamo de la oposición que con actas en mano refrenda a Edmundo González Urrutia como presidente de la República.
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, pronosticó un aumento del número de migrantes venezolanos que cruzarán la selva panameña del Darién, en su camino hacia Estados Unidos, tras el anuncio de una cuestionada reelección de Nicolás Maduro en Venezuela.
En lo que va de año, han realizado esta travesía más de 200.000 personas, de las cuales dos tercios eran venezolanas, según cifras oficiales panameñas referidas por el mandatario de ese país.
“Yo creo, y ojalá me equivoque, que el flujo de venezolanos va a aumentar por razones evidentes. Tenemos que adoptar las decisiones que correspondan también para salvaguardar su vida, su integridad y darles paso expedito a las personas que quieren emigrar hacia los Estados Unidos”, dijo Mulino quien ratificó que no planea repatriar a nadie a la fuerza.
Más presión
Ubicándose en más de 60% la cifra de venezolanos que atraviesa el Darién, la periodista panameña Adelita Coriat, consultada por DIARIO LAS AMÉRICAS, dijo que “este nuevo panorama en Venezuela le pondrá más presión a la región, por lo que se prevé una oleada de migrantes que cruzarán la selva porque querrán abandonar su país a raíz de las condiciones económicas y la falta de oportunidades que ahí (en Venezuela) se viven”.
“De igual forma, habrá que esperar la política migratoria de Estados Unidos con respecto a los venezolanos”, expresó, porque existen varios programas para que las familias lleguen a EEUU de forma legal y segura.
En cuanto a si se ha frenado la migración desde que se firmó el acuerdo entre Panamá y Estados Unidos, la periodista, también investigadora, manifestó que las autoridades han reportado una disminución, “pero en mi opinión aún no se pueden medir científicamente los resultados de ese pacto. Tal vez la disminución que notaron durante el mes de julio se debió a las expectativas por los resultados de las elecciones en Venezuela, pero es difícil determinar a ciencia cierta si la baja ha sido a raíz del memorando de entendimiento entre Panamá y Estados Unidos”.
El acuerdo
Coriat explicó que el acuerdo que se firmó entre Estados Unidos y Panamá busca fundamentalmente evitar que personas con antecedentes criminales lleguen a Estados Unidos.
Tras ese pacto, se estableció un punto de control para que antes de que los migrantes sigan su camino y se sumen a las caravanas en países centroamericanos, rumbo a Estados Unidos, ya se haya verificado el historial criminal de cada uno. Una vez en la frontera sur, EEUU determinará si procede o no el asilo, tras hacer valer las nuevas políticas migratorias.
Entre 2010 y 2014, las autoridades registraron una media de unos 2.400 cruces al año por el Darién, período que no constituía un gran problema para Panamá.
El primer repunte real tuvo lugar en 2015 y 2016, cuando se registraron unas 30.000 llegadas anuales. Tras un descenso temporal, la cifra casi se ha duplicado anualmente desde 2021 y 2023.
Recordó la periodista de La Estrella que en 2023 atravesaron la selva del Darién 520.000 personas, una cifra que vino acompañada de denuncias del crimen organizado, que entró en este negocio en respuesta a necesidades de una población vulnerable, presa fácil de delitos de trata de personas y violaciones atribuidos al Clan del Golfo.
Coriat también puntualizó que las deportaciones o expulsiones se han efectuado en Panamá desde la administración del presidente Laurentino Cortizo, solo que, de forma independiente, sin ayuda de EEUU como sí lo es ahora.
“Se busca tener un registro más exhaustivo de quiénes entran y siguen rumbo a los EEUU. Para ello, el director del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFROT), Jorge Gobea, con la ayuda de Estados Unidos, triplicará la cantidad de equipos de reconocimiento biométrico instalados en los centros temporales de recepción de migrantes, para agilizar la tarea de identificación”, puntualizó.
Dentro del acuerdo se han efectuado giras a aeropuertos y lugares donde podrán permanecer quienes sean deportados, expulsados o repatriados a sus países de origen.
Orden
“Lo que ha tratado de hacer Panamá es poner un poco de orden en cuanto al trayecto que emplean los migrantes para llegar a los primeros pueblos indígenas dentro del territorio panameño”, acotó la periodista.
En este sentido, apuntó que la implementación del corredor humanitario intenta resguardar el paso de los migrantes y evitar que sean violados, hurtados o extorsionados por el crimen organizado (y no tan organizado) durante el camino.
Además, cree Coriat que un punto importante es instalar un puesto de control fronterizo binacional con Colombia porque no existe.
“Recordemos que ambos países están divididos por una densa selva, hasta hace unos años completamente virgen, que ahora ha sido penetrada por varios frentes para el cruce de migrantes. Lo que intenta hacer Panamá es poner un puesto binacional, en el que esté presente SENAFRONT y la contraparte colombiana, para poder intercambiar información, además de tener más control de quiénes salen de Colombia y quiénes entran a Panamá. Algo que hasta ahora se intentó hacer a través de la vía diplomática con poco éxito”, precisó.
Mayoritariamente, los ciudadanos que ingresan por el Darién lo hacen de forma irregular, algunos sin documentación, por lo que el gobierno panameño deberá determinar quiénes son elegibles para ser expulsados o deportados a su país de origen.
Además, Adelita Coriat indicó que, por ahora, los estadounidenses sólo financiarán los gastos destinados a deportaciones y expulsiones, más no las repatriaciones voluntarias, como se dijo en un principio. La información difundida inicialmente refería a repatriaciones voluntarias, lo que parecía una alternativa poco viable, luego de que una persona hubiera superado la selva del Darién, uno de los trayectos más peligrosos hacia el norte.
Las autoridades han establecido un corredor humanitario por Acandí o Capurganá -Bajo Chiquito-, estación transitoria de Lajas Blancas, como paso para evitar los cuatro caminos que empleaba el crimen organizado. De esta forma, aseguran que tendrán un control sobre el trayecto y que contarán con unidades de vigilancia e inspección en la entrada.
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