La retórica de Cristina Fernández de Kirchner hoy es diferente a la de otras épocas. Probablemente, en su cambio se evidencie la debacle en las encuestas, fenómeno que se concatena de la peor manera con su complicado frente electoral. La mujer que antes asociaba a su núcleo duro como la manifestación del pueblo, ahora necesita recostarse en espacios más amplios de representación, lo que se percibe a grandes rasgos como su mayor momento de debilidad. En el marco de la estrategia de victimización, que busca asociar un intento de asesinato con su persecución política, ahora CFK dice que está viva gracias al cielo y que sus “odiadores” vienen por el peronismo. Abrazo de oso para la Iglesia y para el Partido Justicialista.
“Estoy viva gracias a Dios y la Virgen”, aseguró ayer la vicepresidente argentina, asociando la bala que no salió a un milagro del cielo. En sintonía con la interpretación divina de los hechos, Kirchner también reivindicó el accionar de los “curas villeros”, que en realidad son religiosos que ofician, además de sus misas, de militantes y punteros kirchneristas. Para hacerla completa, la jefa política del Frente de Todos decidió hacer suya la frase más conocida del papa Francisco: «Recen por mí. Mucho, porque lo necesito», aseguró.
El acercamiento unilateral al cristianismo no fue más que la continuación de la misma estrategia con el peronismo. Justo antes del ataque, ni bien el fiscal Luciani pidió 12 años de cárcel por la malversación de fondos de la obra pública en la provincia de Santa Cruz, CFK pareció recordar mágicamente su afiliación justicialista. Aunque históricamente despreció la estructura tradicional partidaria (quedó en evidencia en las escuchas judiciales, donde le dice a Oscar Parrilli que los “imbéciles” del PJ se vayan a “suturar el orto”), ahora Kirchner canta con pasión la marcha peronista. “Vienen por los peronistas y por los logros del peronismo”, aseguró en un escenario improvisado en el barrio de Recoleta, días antes del ataque en medio de la anarquía callejera que ella misma generó.
Nunca en la historia CFK tuvo que recostarse ni en la iglesia ni en el partido. Es más, se cansó de despreciar ambas instituciones. Incluso con el kirchnerismo terminó la tradición histórica del tedeum en la Catedral porteña. Sin embargo, como lanzando manotazos de ahogado, Kirchner ahora busca abrazarse a ambas instituciones. Habrá que ver como reciben a una mujer, que aunque sigue siendo extremadamente poderosa, podría estar en vísperas de comenzar a perderlo todo.