Duró más de una hora y media pero no tuvo desperdicio. Finalmente, la declaración en defensa propia que hizo Cristina Fernández de Kirchner desde su canal de YouTube (tras la negativa de la Justicia de ampliar su declaración), dejó en evidencia que no tiene nada para decir en pos de su inocencia. Su discurso tuvo momentos delirantes, insólitos, pero el gran denominador común de su intervención fue la desesperación total. La vicepresidente está al borde de recibir una durísima condena en su contra y lo único que puede hacer es cuestionar a los fiscales y señalar al macrismo.
Seguramente, el divague más bizarro de su transmisión fue cuando dijo que Diego Luciani pidió 12 años de cárcel, porque, justamente, ese mismo tiempo estuvo el kirchnerismo en el poder. Lo cierto es que el fiscal pidió la pena máxima vinculada a la figura por la que se le acusa, pero los manotazos de ahogado de la vicepresidente la llevan a decir cualquier estupidez.
A modo de adelanto de lo que se viene (el refugio en sus fueros para evitar la detención inmediata), CFK utilizó su despacho en el Senado para ejercer su supuesta defensa. La misma, bastante precaria por cierto, comenzó haciendo referencia a las contradicciones de los titulares de los diarios durante el proceso en su contra. Una vez más, responsabilizó a Clarín y La Nación como las dos “naves insignias” de lo que considera que es una “persecución política”.
Luego de la apertura intrascendente, Kirchner expuso varios de los mensajes que se encontraban en el celular de José López, el funcionario que fue detenido mientras buscaba esconder 9 millones de dólares en un convento en medio de la noche. Por lo que se vio en los documentos, el exsecretario de Obra Pública tenía una fuerte vinculación con el empresario Nicolás Caputo, íntimo amigo de Mauricio Macri. Para CFK, los dólares de los bolsos estaban vinculados con esa relación, y no con la corrupción de su gobierno.
Sin embargo, la acusación en su contra en la causa “Vialidad” nada tiene que ver con esto. Ella será muy probablemente condenada por los privilegios que recibió Lázaro Báez en la obra pública de la provincia de Santa Cruz, que se benefició con el 78 % de las adjudicaciones. Para el que tenga alguna duda, vale recordar que Austral Construcciones se fundó ni bien Néstor Kirchner asumió la presidencia y se liquidó tras la victoria electoral de Mauricio Macri. ¿Qué tiene que decir Cristina de todo esto? Absolutamente nada. Lo único que atinó a argumentar es que la Justicia que la tiene en el banquillo de los acusados, no es ecuánime con el macrismo. Lo más probable es que, tarde o temprano, Caputo tenga que dar explicaciones sobre su vínculo con López, cuando era secretario de Obras Públicas. Pero ella tendría que tener en cuenta que la justicia también se tomó su tiempo con ella.
En resumidas cuentas, de lo que se la acusa, no pudo decir absolutamente nada. La evidencia en su contra es abrumadora y por eso será condenada. Si esto es lo más contundente que tenía para ofrecer, ya quedó en claro que en las próximas semanas no habrá más que victimización, voluntarismo, manifestaciones de los seguidores y, sobre todas las cosas, desesperación.
Fuente: Panampost