Seguramente el título de “Cristina condenada”, el debate sobre los seis años y la cuestión de la prisión domiciliaria por la edad que tendría al momento de la condena firme haya dejado de lado algo no menor que ocurrió ayer: CFK reconoció que se retira de la política. Luego de la lectura del fallo, la vicepresidente hizo otra transmisión desde su despacho en el Senado y aseguró que el año próximo no será candidata “a nada”.
Claro que bien podría decirse que no puede serlo, ya que también ha sido condenada a inhabilitación perpetua para poder acceder a cualquier cargo público, pero lo cierto es que podría haber intentado competir, en caso de no haber condena firme de la Corte Suprema de Justicia para entonces, y luego enfrentar las cuestiones políticas del desafuero y el juicio político, que dependerán de la representación parlamentaria del kirchnerismo luego de las próximas elecciones.
“La condena no son los seis años o la cárcel. La condena real que dan es la inhabilitación perpetua a ejercer cargos políticos electivos, cuando todos los cargos a los accedí fue siempre por el voto popular”, señaló ayer CFK. Hacia el final de su intervención, más alterada que nunca, dijo que cuando termine su mandato actual hará “lo mismo que el 10 de diciembre de 2015”, es decir, irse a su casa. “No voy a someter a la fuerza política que me dio el honor de ser dos veces presidenta a que la maltraten en el período electoral con una candidata condenada con inhabilitación perpetua”.
Aunque manifiesta que no quiere perjudicar al peronismo con su situación judicial, cabe decir que ni ella, ni el oficialismo, tienen posibilidades de ganar las elecciones en 2023. Como ocurre siempre en el justicialismo, detrás de cada renuncia hay siempre otras razones más concretas.
“Bueno, no voy a ser candidata. Una muy buena noticia para usted, señor Magnetto. El 10 de diciembre de 2023 no voy a tener fueros, no voy a ser vicepresidenta. Así que le va a poder dar la orden a sus esbirros de Casación y de la Corte Suprema que me metan presa”, prometió CFK, en lo que parecía su capitulación ante los supuestos «poderes concentrados» que siempre denuncia.
Aunque diga que la “metan presa”, para cuando termine esta fallida gestión del Frente de Todos, Cristina Fernández de Kirchner tendrá más de 70 años, por lo que podrá solicitar la prisión domiciliaria, si la condena queda firme por el máximo tribunal. ¿Habrá sido esta solamente la finalidad de esta coalición bochornosa con Alberto Fernández? ¿Mantenerla en un lugar de poder hasta alcanzar la edad necesaria para evitar la prisión? Seguramente que, al menos, uno de los motivos por el cual se gestó este gobierno habrá tenido que ver con todo esto. De ser así, se trataría del único “éxito” que se puede anotar la última encarnación peronista. “Imposible imaginar ambición más modesta”, podría haber dicho Jorge Luis Borges.