SONIA SCHOTT,
El pragmatismo que surgió en Estados Unidos a fines del siglo XIX en respuesta al idealismo europeo, privilegiaba comprobar qué funcionaba en el mundo real, es decir, la acción sobre la doctrina y la experiencia sobre los principios estáticos.
La influencia del pragmatismo se ha dejado sentir en la política estadounidense.
El presidente Richard Nixon fue un anticomunista acérrimo hasta que se dio cuenta de que si rompía el aislamiento chino, el beneficio para Washington sería de mayor influencia en la región para limitar la capacidad de acción de la otrora Unión Soviética.
En un nuevo momento político, calificado de histórico, la pregunta es ¿buscarán los votantes un ideal o se decantarán por un fin práctico?
Con preferencias tan diversas en el universo electoral, «A pesar de lo polarizados que estamos, la mayoría de la gente de este país no es ideóloga. Tiende a tener posiciones variadas y al menos desde un punto de vista filosófico, algo inconsistentes. Los estadounidenses son pragmáticos de corazón, y eso es realmente lo que buscan en una elección presidencial» según Sean Trade, analista electoral, en un artículo de Real Clear Politics.
Y si bien el discurso electoral ha alimentado una polarización que lleva tiempo echando raíces, entonces, ¿podemos todavía hablar del pragmatismo electoral?
Cuando el comediante Tony Hinchcliffe describió a Puerto Rico como “una isla flotante de basura en medio del océano en este momento” durante un evento del candidato republicano Donald Trump, despertó un maremágnum de críticas.
Sin embargo, la oportunidad para los demócratas se perdió cuando el presidente Joe Biden pareció dar un mayor impulso a Donald Trump y un golpe bajo a su vicepresidenta cuando dijo “La única basura que veo flotando por ahí son sus partidarios”, refiriéndose aparentemente a los votantes de Trump.
La Casa Blanca intentó aclarar sus comentarios, pero el daño ya estaba hecho.
La campaña de Trump usó la oportunidad para burlarse de todo el asunto, con el expresidente disfrazado con un chaleco naranja y viajando en un camión de basura. Al final todo fue buena publicidad para él.
Harris mantuvo al mínimo las apariciones conjuntas con el mandatario, queriendo fijar distancias y priorizando la idea de que representa un cambio y no una continuación del estilo de gobernar de Biden.
¿Pueden acaso momentos como este definir los resultados electorales?
Diversos analistas en Washington sostienen que las preferencias electorales están en gran medida influenciadas en base al género.
Por ejemplo, durante las elecciones de 2020 la participación femenina se impuso sobre la masculina, una tendencia que se mantiene.
“Las elecciones de este año ponen la brecha de género en primer plano por tres razones: uno de los candidatos podría ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos; la cuestión del aborto tiene una relevancia especialmente alta para las mujeres y podría aumentar su ya alta participación; y la elección en los estados clave está increíblemente reñida”, según Elaine Karmack del Instituto Brookings.
En cambio, la campaña de Trump cuenta con un gran impulso del voto masculino, especialmente en las comunidades rurales, privilegiando la economía.
En realidad, la economía ha estado al centro de la atención y aunque ha crecido de manera sólida y la inflación está bajando, los votantes siguen desilusionados con Biden porque la clase media todavía se queja por el alto costo de la vida.
Para la encuestadora Gallup, “los votantes consideran que Donald Trump es más capaz que Kamala Harris para manejar la economía, el 54% frente al 45%”.
En cuanto al tema del aborto más que por su importancia especifica, representa un icono dentro del grupo femenino de votantes que buscan afianzar su presencia en la toma de decisiones y Harris encarna “la diversidad del país, matrimonios mixtos y religiosos; familia ensamblada producto del divorcio. Ella encarna la proverbial historia de salir adelante desde cero sin un título de la” Ivy League” (similar al presidente Joe Biden, pero después de todo es un hombre blanco que pasó décadas en los pasillos del poder)”, según un artículo de Forbes de agosto de 2024 titulado “El poder de las mujeres”.
Sin embargo, la republicana Nikki Hayley tiró por la borda este argumento cuando escribió en el WSJ “Trump no es perfecto, pero es la mejor opción”.
Si fue el golpe certero a las esperanzas presidenciales de Harris, lo sabremos esta semana.