sábado, septiembre 7, 2024
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Cuba: ¿Causa número 1 estaría de vuelta 35 años después?

ILIANA LAVASTIDA,

MIAMI.- Transcurría el año 1989 del pasado siglo y desde Europa del Este llegaban a Cuba los aires de la perestroika (reformas) y la glasnost (transparencia) que desmontaban las bases de un sistema sostenido durante 70 años, por la que fuera la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Los nacidos en esos años, bajo la influencia del régimen totalitario implantado en el soviet caribeño que fue Cuba, crecimos expuestos a métodos de adoctrinamiento, con las libertades coartadas, pero también, para quienes se produjo una ruptura y dimos paso al libre pensamiento, sobre la base de las experiencias padecidas, adquirimos la capacidad de prever el propósito de una puesta en escena de ese régimen, desde que ofrece el adelanto de los primeros capítulos, a partir del guion que diseña.

La nueva obra
Si de reiteración de rol de personajes hablamos, para este nueva presentación de la cual se nos informa desde Cuba, la repentina destitución y posterior investigación judicial a la que está siendo sometido Alejandro Gil Fernández, quien desde 2018 se desempeñó como ministro de Economía y Planificación en Cuba, podíamos semejarla al proceso vivido hace 35 años, con la llamada causa número 1, en la que el entonces general de ejército Arnaldo Ochoa fue juzgado por presunta actividad vinculada al crimen organizado y posteriormente condenado a pena de muerte por fusilamiento, bajo argumentos de traición a la Patria.

La trayectoria de Gil
Alejandro Gil Fernández, hasta que fue nombrado ministro era prácticamente un desconocido, al menos en el entorno político nacional, sin embargo, en una posición reservada para personal de alta confianza, se desempeñaba como gerente de una empresa mixta de seguros radicada en Londres.

Graduado de ingeniería en explotación del transporte, cuenta además como parte de su aval, pertenecer a la generación del actual gobernante Miguel Díaz-Canel, y de haber sostenido una relación mutua de tal cercanía que, al recibir la propuesta de encargarse de una de las carteras ministeriales de la maltrecha y decadente economía, Gil no dudó en abandonar la posición de privilegio con la que muchos cubanos de la isla igualan a ganarse un premio de la lotería: un trabajo como funcionario del régimen, en el exterior.

Así las cosas, durante los cuatro años de su desempeño como ministro, Gil solía hacer presentaciones frecuentes en la Mesa Redonda, espacio televisivo donde se informan de manera oficial las decisiones de gobierno y las noticias de la llamada ‘Tarea Ordenamiento’, así como otras, que empeoraron la debacle económica de la isla fueron presentadas por él, con absoluto desenfado y total seguridad.

Contexto del destrono de Gil
En diciembre del 2023, cuando las familias cubanas habían sido avisadas de que ni siquiera había posibilidades de garantizarles la venta de unas libras de carne de cerdo para una cena, trascendió como cereza del pastel que entrarían en vigor una serie de medidas económicas identificadas como ‘el paquetazo’, que incluían el alza de los precios del combustible y la tarifa eléctrica.

El 28 de enero de 2024, en una reunión del Consejo de ministros la aplicación del “paquetazo” quedó aplazada y 72 horas después de aquel encuentro se anunció la destitución de Gil.

El principal responsable del fracaso económico de Cuba por supuesto que no es Gil, ni los ministros que le han antecedido en esa función durante 65 años, aunque cada uno de ellos en su estilo haya dado aportes para el sostenimiento de ese manicomio que es la estructura administrativa cubana.

La causa principal de la existencia de un estado fallido en la Mayor de las Antillas es la permanencia de un sistema probadamente fracasado desde hace cuatro décadas y que por intereses del grupo que se privilegia del poder, y a costa del sacrificio de millones, se ha mantenido en pie.

¿Por qué un Gil destituido es necesario en este momento como lo fuera en 1989 el enjuiciamiento de Ochoa?
En 1989 Fidel Castro y su aparato ideológico se percataron de la necesidad de anticiparse a la posibilidad de que los vientos de perestroika y glasnost de la URSS impulsaran el accionar de alguna mente reformista en Cuba; también resultaba necesario “fabricar” un problema nacional capaz de despertar interés y acaparar la atención de la población antes de que llegara el momento de anunciar la Opción Cero y con ella el inicio del llamado Período Especial en tiempo de paz para los cubanos durante el cual la población quedó sucumbida a un período de hambruna tras perder el subsidio soviético.

En 2024, cuando ocurre la destitución de Gil, un allegado del gobernante Díaz-Canel, como lo era el general Arnaldo Ochoa para Fidel Castro en 1989, no hay un proceso de perestroika o glasnost en ciernes, pero sí las secuelas y el impacto de un levantamiento nacional como el ocurrido el 11 de julio de 2021, originado de manera espontánea y cuyas causas – represión, violaciones de derechos y miseria- han empeorado. También existente un despertar de conciencia entre parlamentarios europeos, gracias a la gestión de organizaciones de exiliados cubanos que han hecho entender la necesidad de que cesen los subsidios a la dictadura, utilizados principalmente para perpetuar los métodos represivos en contra de la población.

Además, otro factor aparentemente externo en el contexto de la destitución de Gil es el desenmascaramiento de un alto diplomático estadounidense, Víctor Manuel Rocha, que durante cuarenta años trabajó al servicio de la Inteligencia cubana y que por su “cooperación” en la investigación de las autoridades estadounidenses podría revelar muchas sorpresas, en cualquiera de las dos orillas.

En 1989, el destrone de un general de ejército con amplia trayectoria de méritos en el contexto de la revolución cubana desde que prácticamente era un niño, como lo era Arnaldo Ochoa fue necesario, para mostrarle al mundo “la rectitud e imparcialidad del proceso”.

En el actual contexto, llámese Gil, Fernández o Pérez, el elegido para purgar culpas como medida ejemplarizante de que “la revolución no tolera desviaciones”, también es importante.

Con una devaluación de la moneda nacional que equipara 320 pesos a un dólar, mientras los más altos salarios no superan los 20 dólares al mes; la proliferación de unas pequeñas o medianas empresas privadas que tras bambalinas en su mayoría controla o de alguna forma se beneficia el régimen y que venden productos de primera necesidad a precios de mercado; un país en fuga, donde su población joven huye a cualquier destino y un descrédito total de todos quienes integran su aparato gubernamental, la figura de un defenestrado es importante porque levanta una cortina de humo y desvía, al menos por un tiempo, la atención de la hecatombe que se encima sobre país. Gil podría ser el primero de unos cuantos sacrificios ejemplarizantes en tiempos que el poder en La Habana se tambalea.

Fuente: Diario Las Américas

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