Pbro Juan Lázaro Vélez González,
Los hijos de la Nación Cubana se están enfrentando a una crisis existencial sin precedentes por causa del sistema político nefasto e inoperante por más de seis décadas lamentablemente. La ilusión que en algún momento impregnó los proyectos e ilusiones de generaciones han sido hoy día reemplazados por un sentimiento de resignación, de impotencia, de desesperanza y sufrimiento infringido por el proyecto ineficaz del comunismo como metástasis de un cáncer terminal en agonía de todo un pueblo.
Cuba por más de seis lamentables décadas se ha enfrentado al doloroso proceso de auto-destrucción como nación en términos de identidad social y ética, libertad, seguridad, falta de dignidad y decoro personal e institucional a niveles inimaginables. Y para ponerle la cereza al pastel la falta de posibilidades económicas y por los fallidos “experimentos sociales” sin resultado para el cubano de a pie.
La desesperanza en Cuba no es un mero concepto abstracto: es una realidad que es palpable en cada rincón de la isla. Soñar con un futuro dentro de Cuba se hace cada vez menos posible para la juventud y muchos ven la migración como la única salida viable. Los adultos mayores llevan a su vez el peso de muchos años de sacrificios, de promesas incumplidas y de sueños rotos. El costo humano de esta crisis se traduce en muerte y sufrimiento humano.
La muerte de una nación no se mide solamente en términos económicos y políticos. Sino también en la pérdida de su identidad cultural. Esta misma esencia ha sido mutilada por décadas de censura y represión a lo largo de estos duros años de supervivencia.
La pregunta que persiste es si Cuba puede resurgir de las cenizas de esta desesperanza y decadencia en la que la han sumergido los dictadores atornillados en la silla del poder. ¿Puede la nación cubana tan herida y maltratada antropológicamente recuperar un día su espíritu y ser propios?
La respuesta no es para nada sencilla. Es un proceso de concientización y educación cívica a niveles profundos en la generación del presente y la del posible futuro. Llevará años y esfuerzos la reconstrucción humana y de conciencia responsables para sanar y restaurar la identidad nacional. Uno de los pilares que pueden aportar a estos esfuerzos de reconstrucción nacional y social es la diáspora cubana y los que aún hoy queden y resistan dentro de la isla en la disidencia responsable y comprometida en la causa de restaurar todos los Derechos y deberes humanos y cívicos.
Cuba seguirá viva en sus hijos, tanto dentro como fuera de la isla, mientras exista ese amor por la Patria y por la Vida. Siempre habrá esperanza. Nunca más lo seremos de la Muerte, sino por siempre de Dios, de la Vida, de la libertad y de la libertad que renace del coraje y esfuerzo de cada uno de nosotros. La casa Cuba se merece hoy más que nunca ese resurgir de las cenizas y brillar con la luz de su identidad Nacional.