En lo profundo de la selva de Cuba, los campesinos han devuelto a la vida un antiguo oficio: la producción de carbón vegetal con los mismos métodos y utensilios de sus ancestros.
Esta vez, con una conciencia medioambiental ya que dicen plantar un árbol por cada uno que talan.
Los carboneros de la Ciénaga de Zapata, que es el mayor humedal del Caribe, son famosos después de que Fidel Castro pasara con ellos su primer fin de año tras el triunfo de la revolución de 1959.
En las imágenes de la época, se ve al líder cubano compartiendo charla y comida con los carboneros y sus familias para expresarles su apoyo durante un viaje a la zona, conocida por sus cocodrilos y entonces la más pobre del país.
Pero con el paso de los años la tradición del carbón se perdió en esa región. Yunier Arista, carbonero, lo afirma: «esto estaba prácticamente abandonado y volvió otra vez a coger vida».
«El propósito de nuestra empresa es seguir produciendo carbón, buscando ese balance ecológico entre la naturaleza y el hombre el cual puede con sus manos destruir la naturaleza o conservarla, ese es nuestro principal interés seguir conservando nuestro patrimonio forestal», agrega Joel Salgado, director de la Unidad de Silvicultura.
Decenas de lanchas sin motor se utilizan para transportar la materia prima para producir el carbón. Es una forma de ahorrar combustible en momentos en que Cuba vive su peor crisis económica en 30 años. Tiempos de extrema necesidad que obligan a muchos jubilados a volver a trabajar.
La producción de carbón vegetal es bastante modesta en Cuba: 600 toneladas el año pasado, todas destinadas a la exportación. No obstante, la actividad genera empleos.
Los campesinos de la Ciénaga de Zapata se preguntan cuánto durará este reimpulso del Estado puesto que el uso del carbón es cada vez menos necesario en el mundo por las nuevas fuentes de energía.
Fuente: EuroNews