Hijos de la guerra fría
Los padres de Junior tienen sentimientos encontrados. Crecieron en plena guerra fría, estudiaron en internados llamados escuelas en el campo, lejos de sus familias y con la amenaza latente de una inminente agresión de Estados Unidos a Cuba. En la niñez y la adolescencia fueron adoctrinados con propaganda partidista, se involucraban en actividades políticas y ya perdieron la cuenta de los actos y marchas en las cuales participaron y la cantidad de discursos que debieron escuchar.
Les inculcaron que Fidel era el benefactor de la Patria, el fundador de una revolución que garantizaba educación y salud pública gratuitas. Más que respeto, cuenta ahora Mariano, padre de Junior, “le teníamos temor. Nadie se burlaba de Fidel, como sucede ahora con nuestros hijos. Era sagrado, incluso para sus enemigos silenciosos”. Hace rato que Mariano y su esposa dejaron de creer en los hermanos Castro. Tampoco creen en el excéntrico socialismo tropical, incapaz de producir suficientes alimentos y generar prosperidad a los cubanos.
La abuela de Junior es abiertamente anticastrista, pero Octavio, su abuelo, considera que valió la pena una revolución a noventa millas del imperio. Cuando ve a su nieto con el pelo teñido de azul, vestido como un nerd occidental y cantando rap en inglés comprende que el sistema está condenado a muerte. “¿Quién va a apoyar este proceso cuando mueran los líderes históricos y otros que de corazón creyeron en Fidel? Lo que hay ahora es una pandilla de oportunistas. La revolución se ha deformado. Lo que existe es un sálvese quien pueda. Han traicionado a los que nos sacrificamos por el país. Nos tratan como apestados. Ni siquiera podemos mantenernos con la miseria de pensión que nos pagan”, admite Octavio.
Los más críticos del régimen
La familia de Junior es un modelo que aplica en muchas familias cubanas. Por lo general los que apoyan al régimen, sin simulación, son personas de más de 60 años. Un segmento poblacional en edades comprendidas entre 16 y 59 años critica en duros términos al gobierno actual, incluidos Raúl Castro y su difunto hermano. Pero es la generación más joven, de 15 a 30 años, la que abiertamente no apoya al régimen ni el socialismo. Se decanta por un capitalismo moderno, democrático y la economía de mercado.
Carlos, sociólogo, expresa que “se han realizado algunas investigaciones sociológicas independientes sobre el apoyo ciudadano al gobierno. Lo ideal sería hacer un muestreo a una escala más amplia. Pero cuando usted habla de manera honesta con las personas, 7 de cada 10 un quieren cambio de sistema. Algunos les gustaría una socialdemocracia como la de los países nórdicos o Suiza. Los más jóvenes sienten atracción por el modelo de vida estadounidense y su sociedad de consumo. Ese descontento aún no ha provocado que la gente salga a las calles a protestar, porque el miedo sigue latente. Pero no creen en el sistema. Opinan que los lideres les mientes y prometen cosas que jamás cumplen. Están cansados de la confrontación entre cubanos que piensan diferente y de señalar siempre como culpable de todos los males al embargo económico. En cada elección, a pesar del temor ciudadano, crece el número de los que no votan, dejan la boleta en blanco o votan en contra. Para aprobar la nueva Constitución, más de dos millones de cubanos optaron por no asistir, anular la boleta o votar No. Dos años después, con el agravamiento de la crisis económica y la implementación de la impopular ‘Tarea Ordenamiento’ se han sumado más cubanos al bando de los quieren cambios reales y democracia”.
Rechazo al ordenamiento
El martes 2 de marzo, el sitio web oficialista Cubadebate publicó una encuesta para saber cómo los cubanos habían vivido estos dos meses de ordenamiento monetario. Hasta las 5 de la tarde de ese mismo día, había recibido más de 1,600 comentarios. Los resultados en contra de la reforma monetaria fueron demoledores. Un 94% no pueden satisfacer sus necesidades a través de su salario (un 67% rotundamente y un 29% parcialmente). Solo el 4 por ciento de los usuarios aseguraba tener sus necesidades cubiertas con el sueldo que reciben. Unas horas después, el resultado en esa página había desaparecido.
«Cuando apareció la encuesta, muchos cubanos reaccionaron positivamente, pues era un espacio para expresar inquietudes e incomodidad ante el proceso que se desarrolla en la isla, luego de que las redes sociales y los medios independientes se convirtieran en el asidero de las quejas ciudadanas por la falta de espacios en la prensa nacional donde pudieran verter sus ideas», escribieron en Cubita Now.
El amplio descontento social va más allá de la mala administración del país, ineficiencia económica o baja productividad. Ya un sector considerable de cubanos critica el sistema político, sus excesos de controles y falta de libertades. Los taxis colectivos, las colas para adquirir alimentos y las redes sociales son las tribunas que utilizan los cubanos de a pie para amplificar su descontento.
El régimen debiera tomar nota. Los videos de la violencia policial, los posts en Facebook de profesionales que critican las malas condiciones de trabajo, las denuncias de funcionarios corruptos y la vida de lujos y placeres de Sandro Castro, nieto de Fidel, que se riegan como pólvora por las redes sociales multiplican el descontento popular.
Lo que quieren los jóvenes
En un sector adolescente y juvenil la percepción es diferente. Muchos no se manifiestan, pero sus estilos de vidas son diametralmente opuestos al esquema de adoctrinamiento ideológico que pretende implementar el aparato de propaganda del partido comunista. Melisa, alumna de preuniversitario, dice que hace tres meses fueron a su escuela oficiales de las FAR y el MININT para incentivar a los jóvenes a que estudiaran carreras militares. “Nadie aceptó. Se fueron con las manos en blanco. Y eso que intentaron seducir a los estudiantes explicando que después de graduados ganarían elevados salarios, alrededor de diez mil y once mil pesos, recibirían jabas de alimentos, podían optar a viviendas y las condiciones de vida en esas escuelas es de primer nivel. Ni los varones ni las hembras están por esa faena. Casi todos pertenecen a team juveniles donde se habla de cine, moda y la cultura y el estilo de vida de los países desarrollados”.
Pedro, ex productor televisivo, coincide en que “cada año que pasa es más abierta la aceptación popular del American Way of Life. Y no es solo por los casi dos millones de cubanos que viven en Estados Unidos. A pesar de la reiterada propaganda de los medios estatales y de los programas de adoctrinamiento político de la televisión cubana, existen muchos espacios donde se transmiten seriales y filmes estadounidenses. Y por ahí se cuela la atracción por el modo de vida norteamericano. Los jóvenes ven a personas vestidas a la moda, manejando buenos coches y que por lo general viven en buenas casas. El ICRT, por falta de liquidez para realizar producciones locales, en cartelera siempre hay alguna película o serie americana, pues debido al bloqueo, no pagan un centavo por derecho de autor. Esos mensajes son muy atrayentes para los jóvenes cubanos».
Un funcionario del partido de un municipio habanero comenta que cada vez es más complejo captar a jóvenes para que ingresen en la juventud o el partido comunista. “Ni con beneficios, incentivos materiales y altos salarios los puedes seducir. Existe un déficit importante de cuadros políticos. Los jóvenes más brillantes no quieren saber nada de los organismos políticos. Sus planes son emigrar y ganar mucho dinero. Si se quedan en Cuba, buscar la manera de hacer dinero en un negocio privado o por la izquierda. Trazar una estrategia para que los jóvenes vean atractivas las propuestas del gobierno y del partido es una necesidad perentoria”.
Por el momento, la nueva generación de cubanos suspira por vivir en una sociedad del Primer Mundo. Preferentemente Estados Unidos.
Fuente: Diario las Américas