Mientras el gobernante Miguel Díaz-Canel hablaba a los presidentes de iberoamérica esta semana exigiendo un “orden internacional más justo” la deuda de la isla se cotizaba a mínimos históricos. Cuba dejó de pagar su deuda externa y las posibilidades de que los acreedores obtengan algo más que promesas son casi nulas, indica un reporte de Bloomberg.
“Los países en desarrollo cargan el insoportable peso de una deuda externa, pagada ya mil veces, y algunos, adicionalmente, sufren el impacto de medidas coercitivas unilaterales que violan el Derecho Internacional y obstaculizan su legítimo derecho al desarrollo”, dijo Díaz-Canel a los dignatarios presentes en la cumbre virtual.
“El desarrollo sostenible demanda voluntad política, solidaridad, cooperación, transferencias financieras y de tecnología desde los países desarrollados”, añadió.
En 2017, el último año en que Cuba reportó su deuda externa, debía $17,800 millones. Se cree que deba mucho más tras la crisis económica provocada por la debacle de su aliado y benefactor, el régimen de Nicolás Maduro, las sanciones de Estados Unidos, la pandemia de coronavirus y la ineficiencia de su sistema de corte soviético.
Según Bloomberg, el mercado para los préstamos comerciales recibidos por la isla está “casi muerto” y cuando se negocian “lo hacen a solo 10 centavos por dólar, un 70 por ciento menos que cuando el optimismo alcanzó su punto máximo, en 2016”.
“El apoyo extranjero se agotó en los últimos años cuando se desplomó la economía de su antiguo patrocinador, Venezuela”, agrega la agencia económica que da cuenta de la disminución de exportaciones cubanas, “que han caído en un tercio desde 2014”.
Tras heredar la presidencia de su hermano Fidel, Raúl Castro impulsó un plan de reformas que abrió el país a la inversión extranjera y amplió el sector privado de la economía. Alentados por el proceso de restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, varias potencias y grupos de acreedores renegociaron la deuda con Cuba, esperanzados en que una transición cercana les permitiría cobrar décadas de impagos.
El Club de París perdonó $8,500 millones a La Habana mientras reestructuró $2,600 millones, a pagar en 18 años. Rusia condonó el 90 por ciento de la vieja deuda con la Unión Soviética de más de $35,000 millones. Cuba se comprometió a pagar $3,500 millones que serían invertidos en proyectos conjuntos. El Club de Londres, otro grupo de prestamistas, intentó negociar con la isla el pago de $1,300 millones y al no llegar a acuerdos demandó al gobierno en un tribunal de Gran Bretaña.
Tras las negociaciones y las grandes condonaciones, los títulos de deuda cubanos llegaron a negociarse a 36 centavos por dólar pero los pagos no se gestionaron bien y el valor de la deuda cubana -cuando se comercia- ha caído nuevamente.
John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, le dijo a Bloomberg: “Ambas partes saben que los cubanos no pueden pagar nada”.
Todas las esperanzas de la isla están depositadas en los candidatos vacunales que desarrolla el país.
Cuba ha expresado su deseo de exportar estas vacunas a otros países en vías de desarrollo, lo que junto a las brigadas médicas, podría suponer una inyección de efectivo a su frágil economía. Algunos países como Irán Venezuela y Paraguay, han expresado interés en adquirir la vacuna cubana.
Los proyectos de vacuna si se concretan también pudieran ayudar a inmunizar a la población para recibir nuevamente el turismo internacional, que mueve cerca de $3,500 millones en la economía cubana.
Fuente: El Nuevo Herald