Daniel Ortega no sabe sonreír. Le cuesta y se le nota. Apenas hace guiños con su bigote y mirada. Es introvertido y hermético. No le gustan los baños de masas ni descargar una verborrea en público. Pero así, con su personalidad mal administrada y a sus 75 años, aspira a un cuarto mandato en Nicaragua para cumplir dos décadas en el poder.
“Es un dictador y pretende imponer su reelección dirigiendo un régimen totalitario en un país donde ha destruido la institucionalidad democrática. Esa es su nueva farsa”, afirma el exvicecanciller del país centroamericano, José Pallais, en entrevista con PanAm Post.
Tres veces en la presidencia no le parecen suficiente al exguerrillero que “abandonó –si es que acaso lo tuvo– el ideal sandinista y ya no tiene un sustrato ideológico de transformación. Lo que hay es un gobierno aprovechando al máximo las reglas capitalistas para enriquecerse. Controla todos los poderes del Estado: el Ejército, la policía, todo está sometido a su voluntad y la de su esposa”. asegura el también miembro de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.
Denuncia que “las garantías constitucionales están suspendidas de facto”, sin embargo, la oposición le hace camino fácil. Eso admite el excanciller. Y se debe a que las fuerzas políticas contrarias “no terminan de unirse y faltan todavía actores que se sumen. Eso impide que la reforma electoral, que es indispensable, pueda tener éxito”.
La misma fórmula de Maduro
Ortega es el Maduro de Nicaragua. “Es un mismo modelo dirigido desde Cuba que se ha impuesto en Venezuela y en Nicaragua con las mismas prácticas. Ortega al igual que Maduro ha excluido a la oposición. No la deja transitar por las carreteras, no tiene derecho a reunirse y algunos líderes no pueden salir de sus casas. Es un control de la disidencia similar a la cubana”. apunta el exdiplomático José Pallais.
Human Rights Watch le condena las “gravísimas violaciones de derechos humanos perpetradas” y que siga “arremetiendo contra opositores y continúe deteniendo arbitrariamente a manifestantes, periodistas y defensores de derechos humanos”.
Entre hambre y muerte
La pobreza beneficia a Ortega, recalca el excanciller. «Mediante el populismo, controla a la gente y con apoyos mínimos de subsistencia incrementa su capacidad de control y así su enriquecimiento. Él es uno de los hombres más ricos de Centroamérica en este momento y se ha adueñado de las principales industrias y comercios del país. Quiere continuar en el poder para, desde el poder, alimentar la fortuna familiar e impulsar una dinastía”.
Su resumen sobre la administración de Ortega la comparte el estadounidense Erik Flakoll. Para el, “Daniel se ha transformado en un hombre hambriento de poder, corrupto”. Según BBC, “no hay control sobre las finanzas públicas” y hay preocupación por “la falta de transparencia” en la adquisición de medios de comunicación para implantar un oligopolio.
Para medios como Alnavio,“el régimen de Daniel Ortega implantó una concepción del poder dinástica”, considerando que la señalada para sucederlo sería su mujer y vicepresidenta, Rosario Murillo. Así Ortega seguiría los pasos del clan Somoza, que dio tres dictadores sucesivos al país, al peronismo en Argentina, donde María Estela Martínez (más conocida como Isabel Perón) sustituyó en el poder a Juan Domingo Perón y al castrismo en Cuba, donde Raúl Castro heredó a Fidel Castro.
Sin elecciones limpias a la vista
También existe preocupación por la demora para convocar las elecciones que establece la Constitución que deben efectuarse en noviembre de este año. Pallais atribuye la demora al cambio de mando en Estados Unidos que sería evaluada por Ortega para no arriesgar su cargo porque “mientras no tenga despejado el escenario internacional no se va a mover”.
Y así ha sido. Ni las muertes en su larga gestión que “hablan por sí solas” como muestra de que “sus 14 años han estado signados por sangre, primero de campesinos y luego por la resistencia civil” lo han titubeado como tampoco las acusaciones de delitos de lesa humanidad.
Un “auxilio internacional” es la única salida que avizora Pallais para “proteger a la población contra un régimen que no se detiene ante nada y desacata todos los tratados democráticos”. Mientras llega la ayuda, su meta es mantener “viva la llama del descontento” para enfrentar las aspiraciones de Ortega.
Fuente: PanamPost