jueves, diciembre 26, 2024
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De cómo los manejos de Zapatero con Maduro conducen a la U.E. a una grave crisis diplomática

La tiranía bolivariana de Nicolás Maduro ha comenzado las hostilidades diplomáticas contra la Unión Europea.

La caída de Donald Trump creó un espejismo voluntarista en la cabeza de Rodríguez Zapatero. El ex presidente español, que nunca ha entendido los EE.UU., pensó que era la gran ocasión para provocar el giro internacional respecto del régimen de Caracas.

La farsa de las últimas elecciones fraudulentas en Venezuela, en diciembre de 2020, dieron el pistoletazo de salida y José Borrell comenzó a mover los hilos comunitarios con la finalidad de flexibilizar la postura de la U.E. y sus estados miembros frente a la dictadura venezolana.

Borrel empezó por retirar a Juan Guaidó el reconocimiento diplomático de Presidente Interino de Venezuela, e intentó forzar declaraciones de los estados miembros de la U.E. en ese mismo sentido. Se trataba con ello de debilitar y dividir a la oposición venezolana y jugar la baza que Rodríguez Zapatero habría planteado a Pedro Sánchez y al propio Borrell:

Sin Trump en la Casa Blanca, había que intentar un acercamiento a Maduro para negociar otra convocatoria electoral, levantar las sanciones económicas norteamericanas, paralizar las listas de «sancionados» por la U.E. e iniciar una apariencia de apertura del régimen. El Alto Comisionado le pediría a Maduro la convocatoria de unas elecciones presidenciales, y el tirano ofrecería en su lugar la convocatoria de unas elecciones regionales a cambio de garantizarse la permanencia en el poder hasta 2025. A partir de ese momento, escenificarían los siguientes pasos, con Zapatero com gran muñidor del cambio.

Al parecer, según fuentes de la oposición al régimen, Nicolás Maduro habría garantizado a Jose Luis Rodriguez Zapatero, a cambio de ese nueva posición de España y de la U.E., que los más de 10.000 millones de dólares que Venezuela adeuda a importantes compañías españolas serían priorizados frente a los pagos a las demás compañías multinacionales, y comenzarían a desbloquearse desde el mismo momento en que se levantaran las sanciones.

Rodríguez Zapatero habría obtenido el visto bueno de Pedro Sánchez para promover ante Borrell dicha operación. Si las grandes del IBEX lograban cobrar, el apoyo de las grandes compañías españolas al actual gobierno de Pedro Sánchez estaba garantizado.

José Borrell comenzó entonces a moverse en las cancillerías. El Reino Unido, que detectó la operación, se adelantó a los movimientos del Alto Representante y Boris Johnson declaró públicamente su incondicional apoyo a Juan Guaidó como Presidente Interino.

La estrategia diseñada por Maduro y Zapatero consistía en encontrar a través de la U.E. una tercera vía que fuera conduciendo a la nueva Administración Biden hacia un cambio de posición respecto de Venezuela.

En el tablero de juego había otra operación: sustituir a Juan Guaidó por Henrique Capriles, que tendría sus propios intereses económicos y estaría dispuesto a dividir a la oposición y a encabezar una opción «colaboracionista», como en la Francia de 1940.

Tras el Reino Unido salió, ya en el seno de la U.E., Angela Merkel para neutralizar la maniobra. Con cara de pocos amigos, hizo equilibrios para defender a Juan Guaidó y no desautorizar a Borrell, pero el malestar en las cancillerías europeas ya era evidente. Borrell había ido demasiado lejos. También Macron tuvo que salir a recordar la ilegitimidad democrática del régimen bolivariano, y respaldó claramente a la oposición reunida en torno a Guaidó. Poco a poco los demás estados miembros siguieron esa misma línea y la estrategia Zapatero-Borrell se fue cayendo como un castillo de naipes.

Luego, el fiasco del propio Borrell con su viaje a Rusia y los desplantes de Putin dejaron a ex ministro español y Alto Representante  al pie de los caballos en el U.E. Nadie confiaba ya en sus capacidades.

Simultáneamente, la Administración norteamericana dejaba claro que su posición con respecto de las sanciones al régimen era poco menos que inalterable.

Las botaratadas del régimen venezolano no se hicieron esperar: La diputada chavista Iris Varela, extremadamente cercana a Maduro, irrumpió de pronto en los medios con unas esposas en la mano: «Yo soy autoridad de esta República, éstas esposas son para ponérselas a Guaidó».

De manera inmediata, la Administración norteamericana reiteró su reconocimiento de Juan Guaidó como Presidente Encargado de Venezuela, frente a la tibia posición de Borrell.

La imagen de la furiosa chavista con las esposas en la mano anunciando la detención de Juan Guaidó terminó por inclinar las voluntades dudosas de algunas democracias occidentales. EE.UU, salió públicamente a proteger al Presidente Guidó frente a las amenazas de Maduro, y el resto de la comunidad internacional comenzó a salir en defensa de la oposición democrática: Alemania, Francia, Italia, el Reino de Marruecos.

Alguien filtró a la prensa internacional que el chavismo había gastado desde 2015 nada menos de 70 millones de dólares en lobbies demócratas para presionar a la Administración norteamericana. La filtración, que dejaba al descubierto las turbias maniobras y relaciones de la tiranía chavista con un sector del partido demócrata, imposibilitó cualquier cambio de posición por parte de Joe Biden.

Mientras, los informes sobre las violaciones de derechos humanos en el país seguían produciéndose en un régimen incapaz de salir de la espiral de la tiranía. Desde Amnistía Internacional a Human Watch Rights o a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, todos los observadores no gubernamentales internacionales han denunciado crímenes atroces que hacen insostenible cualquier acuerdo con Nicolás Maduro. Aún resuenan los ecos del escalofriante informe que Michelle Bachelet elevó a las Naciones Unidas, o el Informe de la O.EA. Venezuela es en este momento el país más pobre del continente americano y el segundo más desigual (por detrás está solo Haiti). Crisis humanitaria, crisis migratoria, crisis de subsistencia, crisis de gran corrupción, crisis de presos políticos, de desapariciones, de torturas y de violaciones de derechos humanos.

Con motivo de la visita de Borrell a Moscú, The Economist llegó a tildar de «hipocresía europea» tenerle como Alto Representante de la U.E. Evidentemente, el papelón de Borrell en Rusia fue la guinda de todos sus desaguisados, entre los que el caso de Venezuela ocupa un lugar muy especial. Leopoldo López habló de una «equidistancia repugnante».

En ese contexto, el embajador de los EE.UU. en Colombia -un país considerado por los norteamericanos como crítico y capital para la resolución del desastre venezolano- se refirió a la cúpula chavista como  «narcoterroristas».

El pasado 23 de febrero el Diario Oficial de la U.E. publicó un Reglamento de Ejecución con una lista de 19 personas o entidades afines al régimen y a los que se aplican sanciones y «restricciones» por su complicidad con la vulneración de derechos humanos y contra la democracia.

La lista, que se une a la ya publicada en 2017, implicaba un nuevo cambio de posición de Borrell o, si se quiere, una rectificación, presionado, sin duda, por los estados miembros y los propios norteamericanos.

En concreto, las sanciones implican la congelación de activos y la prohibición de viaje para los alcanzados. Afecta entre otros al comandante de policía Remigio Ceballos; al gobernador del estado de Zulia, Omar José Prieto; la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Indira Alfonzo, y dos diputados de la Asamblea Nacional. Con esto, asciende a 55 el número de venezolanos que son objeto de sanciones de la UE.La lista incluye a la vicepresidenta Delcy Rodríguez y a Diosdado Cabello, número dos del dictador Maduro.

El documento publicado por el Diario oficial de la U.E. hace referencia además al carácter antidemocrático de las falsarias elecciones de diciembre de 2020, celebradas sin las mínimas garantías

Lo importante del documento es además lo que no dice, porque omite la referencia con la que Borrell llegó a retirar la consideración política y diplomática de Presidente Encargado a Juan Guaidó.

Dicha publicación, que además se realizaba a instancias del mismísimo Borrell, fue interpretada como un nuevo cambio de posición del amigo de Zapatero. Si los EE.UU, el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y otros importantes estados europeos habían salido en defensa de Guaidó mientras los bolivarianos hacían pública una «cacería con esposas» contra él, al Alto Representante no le quedaba más opción que, como dice el refrán español, «donde dije digo, digo Diego» y volver a la ortodoxia internacional.

El Departamento de Estado de los EE.UU., que habría instado la rectificación de Borrell, dio de inmediato la bienvenida oficial a dichas sanciones. Ned Price, su portavoz escribió en su cuenta de Twitter: «Damos la bienvenida a las sanciones anunciadas en el día de hoy por la U.E. a los miembros del régimen de Maduro involucrados en ataques a la democracia o a la violación de derechos humanos. Es un mensaje claro, poderoso y concreto de que el mundo está unido en la llamada a Venezuela a retornar a la democracia».

El miércoles 24 de febrero Maduro ve fracasar su plan y da, fuera de sí, una respuesta desproporcionada contra dichas sanciones. Expulsa a la embajadora de la U.E. en Venezuela, Isabel Brilhante y le da 72 horas para abandonar el país. Con la expulsión, comienza una escalada.

El jueves 25, el Consejo de la U.E. declara persona non grata a la embajadora de Maduro ante la U.E., Claudia Salerno. Nuevamente, la Administración norteamericana salió a respaldar a Juan Guaidó a través de la subsecretaria adjunta para asuntos del Hemisferio Oeste del Departamento de Estado norteamericano. “El régimen de Maduro ha removido a una persona que ha defendido la democracia y los derechos humanos del pueblo venezlano. Esta acción sólo aísla más al régimen”.

James Story , embajador para la Oficina Externa de Estados Unidos en Venezuela, declaró: «Lamentamos que la embajadora de la UE se encuentre entre las 6 millones de personas expulsadas de Venezuela por el régimen. Las decisiones soberanas de no hacer negocios con quienes cometen abusos contra los derechos humanos o socavan las instituciones democráticas, siguen siendo una herramienta importante para restaurar la democracia».

El portavoz del Departamento de estado de los EE.UU., Ned Price, ha vuelto a ratificar el compromiso del gobierno norteamericano de para ejercer toda la presión para que Maduro salga del poder: «Es un dictador, un corrupto responsable del sufrimiento de su pueblo».

Ahora, España, a la desesperada, envía a la ministra González Laya a visitar la frontera de Venezuela con Colombia para interesarse por el drama humanitario que padece parte la diáspora venezolana, que cruzó la frontera huyendo de la persecución, el terror y la hambruna chavistas. Son solo parte de los 6 millones de venezolanos en el exilio.

Los turbios enredos de Zapatero han vuelto a fracasar, pero esta vez han metido a la U.E. en un auténtico lío y han dejado a España a los pies de los caballos.  De Borrell ya nade habla bien en el concierto internacional.

Fuente: Rebelión en la granja

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