José Gregorio Martínez,
Las medidas anunciadas este martes por Nicolás Maduro para recuperar el territorio Esequibo habrían sido las correctas si no se tratara solo de las motivaciones políticas de un dictador que encontró en la disputa limítrofe con Guyana la tabla de salvación que necesitaba para huir hacia adelante en su intento por mantenerse aferrado al poder.
Fue así mismo como en 1982, la Junta Militar que gobernaba Argentina, con Leopoldo Galtieri a la cabeza, apostó por el nacionalismo para aplacar el descontento de la sociedad que lidiaba con una alta inflación y el indetenible deterioro de la economía en medio del desmoronamiento del régimen gobernante, que ya no estaba en capacidad de detener la transición a la democracia, y entonces ordenó el desembarco de tropas en las islas Malvinas para intentar anotarse una victoria que le permitiera unir al país. El resultado no fue el esperado. La guerra terminó con la rendición argentina frente a las poderosas fuerzas británicas. La inmediata caída de Galtieri fue inevitable.
Las medidas anunciadas este martes por Nicolás Maduro para recuperar el territorio Esequibo habrían sido las correctas si no se tratara solo de las motivaciones políticas de un dictador que encontró en la disputa limítrofe con Guyana la tabla de salvación que necesitaba para huir hacia adelante en su intento por mantenerse aferrado al poder.
Fue así mismo como en 1982, la Junta Militar que gobernaba Argentina, con Leopoldo Galtieri a la cabeza, apostó por el nacionalismo para aplacar el descontento de la sociedad que lidiaba con una alta inflación y el indetenible deterioro de la economía en medio del desmoronamiento del régimen gobernante, que ya no estaba en capacidad de detener la transición a la democracia, y entonces ordenó el desembarco de tropas en las islas Malvinas para intentar anotarse una victoria que le permitiera unir al país. El resultado no fue el esperado. La guerra terminó con la rendición argentina frente a las poderosas fuerzas británicas. La inmediata caída de Galtieri fue inevitable.
En víspera de unas elecciones presidenciales en las que el chavismo saldría derrotado incluso con la cuestionada participación en el referendo sobre el Esequibo del domingo, el régimen ha mostrado la pretensión de seguir adelante con su plan. De hecho, ya no tiene vuelta atrás. Así como el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, se atrevió a anunciar la inverosímil cifra de 10,4 millones de electores en la consulta pese a los diversos reportes de la prensa local e internacional sobre la escasa asistencia a los centros de votación, Nicolás Maduro anunció este martes nueve medidas que asoman la intención de seguir los pasos de la Junta Militar argentina hace cuatro décadas.
La guerra en la que se entrapó Maduro
“Guyana debe saber que arreglamos este problema por las buenas o lo arreglamos”, advirtió el dictador venezolano este martes. Aunque el “plan de acción” anunciado parece aplazar una posible incursión militar, sus palabras indican que no la descarta. Y es que la guerra parece ser la única salida para Maduro frente a las altas expectativas de recuperar el Esequibo que ha creado. Dar un paso atrás significaría para él perder la única oportunidad de anotarse una victoria. Más aún cuando ha ordenado la creación del nuevo estado y una división militar para atender la zona, así como conceder licencias operativas de exploración y explotación de petróleo, gas y minas en la Guayana Esequiba, lo que incluye la creación de las divisiones PDVSA Esequibo y CVG Esequibo, ha designado una autoridad única en el territorio, ha pedido establecer una oficina de migración para censar y otorgar cédula venezolana a sus habitantes y ha publicado e instruido difundir el nuevo mapa de Venezuela.
Si se tratara de una política de Estado en defensa de la soberanía y la integridad territorial, el “plan de acción” sería impecable y digno de apoyar. Sin embargo, el chavismo, que abandonó la defensa del Esequibo desde los tiempos en que Hugo Chávez era presidente y Nicolás Maduro su canciller, hoy solo está usando la disputa con Guyana como arma política para intentar detener su desmoronamiento y frustrar la determinación de la sociedad venezolana de recuperar la democracia.
Además, la cuestionada legitimidad de un régimen con limitado reconocimiento internacional condena al fracaso cualquier acción diplomática enfocada en recuperar el territorio de 159.000 kilómetros cuadrados que hace más de un siglo fue invadido por los británicos y arrebatado mediante el viciado Laudo Arbitral de París de 1899, y la aventura bélica puede terminar llevando a Venezuela a correr la misma suerte que Argentina con las Malvinas.
El dictador que cavó su propia fosa
Si bien las circunstancias son distintas, el éxito no está garantizado. Argentina se enfrentó a Reino Unido, el imperio que llegó a dominar gran parte del mundo y que al día de hoy sigue siendo una potencia militar, mientras Venezuela es sin duda muy superior a la pequeña Guyana en todos los ámbitos. Sin embargo, en Georgetown confían en el respaldo de Estados Unidos a cambio del tan codiciado oro negro, según expresó este martes el presidente guyanés Irfaan Ali.
En Caracas sacan otras cuentas. Washington ha destinado un enorme presupuesto para apoyar a Ucrania e Israel, y pese a tratarse de dos aliados cercanos, se ha abstenido de entrar directamente en el campo de batalla. Nada está escrito. Maduro cree poder anotarse una victoria, pero si da un paso en falso termina condenando a Venezuela a la pérdida definitiva del Esequibo, sin poder evitar su inmediata caída como Galtieri, a quien los argentinos hoy recuerdan como el dictador que cavó su propia fosa con la guerra de las Malvinas.