lunes, diciembre 23, 2024
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Defender sin disculpas lo normal

El triunfo de Meloni ha dejado sin calificativos a la prensa de casi todo el espectro ideológico. Han agotado todos los posibles insultos, dirigidos tanto a ella como a sus votantes, es decir, a una mayoría de italianos, demostrando sin pretenderlo la razón por la que Fratelli d’Italia ha ganado las elecciones: porque la distancia entre los poderes políticos y mediáticos y los ciudadanos es más grande que nunca. Incapaces de hacer la más mínima autocrítica sobre la locura global resultante de la Agenda 2030, ni siquiera tras el vapuleo en las urnas han logrado entenderlo.

El triunfo de Meloni ha dejado sin calificativos a la prensa de casi todo el espectro ideológico

En The American Conservative, Bradley Devlin ofrece un buen resumen de cómo ha sido la llegada al poder de Giorgia Meloni y, aunque deja entrever algunas dudas sobre si logrará ejecutar las políticas que ha prometido, alumbra una conclusión que resulta clave para comprender su triunfo: «El mensaje es simple: familias fuertes, un país fuerte y no más locura. Sin embargo, estos puntos de vista sostenidos por italianos y personas de todo el mundo han sido denigrados por nuestra élite globalista. Todo lo que la gente necesitaba para oponerse a su supuesta superioridad moral era que apareciera un político y defendiera sin disculpas lo normal».

Con un desapasionado análisis de la trayectoria de Meloni, Sarah Weaver se toma la molestia en The Daily Caller de tratar de responder a la acusación de fascismo que la izquierda de todo el orbe está vertiendo sobre la vencedora en las elecciones italianas. Lejos de rehuir la cuestión, Weaver acude a las propias declaraciones de Meloni sobre el asunto, así como a su posición sobre la soberanía nacional y la intromisión de la UE. Lo hace simplemente acudiendo a la hemeroteca, algo que resulta demasiado trabajoso para cualquier periodista medio de los que estos días editorializa anunciando una inminente lluvia de lava fascista sobre Italia. «Al menos últimamente», concluye Weaver, «una mirada más cercana a la política de Meloni revela que su historial es cualquier cosa menos neofascista».

La manipulación de la realidad es una de las características de todo régimen totalitario y en ese empeño resulta fundamental el trabajo sucio de la prensa aliada

En The Federalist encontramos otro ejemplo asombroso de la brecha creciente entre los ciudadanos y las élites, no solo políticas sino también las del antaño llamado cuarto poder, expresión que hoy las redes sociales podrían matizar con diez millones de memes por segundo sin despeinarse. Durante meses The Washington Post ha estado negando la debacle económica de los Estados Unidos bajo la Administración Biden. Al fin, con el fantasma de la recesión danzando en todos los análisis económicos rigurosos, el diario se ha visto obligado a admitir su llegada, pero en un giro inesperado de los acontecimientos, han decidido un enfoque editorial que bien podría considerarse una tomadura de pelo a sus propios lectores, a los que toman por imbéciles. «The Washington Post quiere que usted y todos los demás estadounidenses preocupados por la recesión, la inflación récord y el desplome del mercado de valores pongan buena cara y pretendan que este caos económico tiene un lado positivo», escribe Jordan Boyd, «no solo reconoce en silencio que la nación está experimentando una grave recesión económica, sino que también les dice a los estadounidenses que sean optimistas sobre las terribles circunstancias económicas que acompañan a una recesión».

Internet ha permitido abrir numerosas grietas de libertad que permiten driblar los intentos organizados y oficiales de manipulación

La autora de The Federalist desmonta una por una las mentiras del artículo, pero además recomienda no dejar «su asesoramiento financiero en una publicación» que dedica su día a día a defender a Biden, «quien no solo exacerbó sino que en gran medida creó nuestra crisis económica actual». The Washington Post corrobora con este artículo la deriva de locura global que, de forma cada día más acusada, está engullendo a la mayoría de los medios progresistas. La manipulación de la realidad es una de las características de todo régimen totalitario y en ese empeño resulta fundamental el trabajo sucio de la prensa aliada y hoy también el de las redes sociales y medios digitales. Internet ha permitido abrir numerosas grietas de libertad que permiten driblar los intentos organizados y oficiales de manipulación de la opinión pública. Lo estamos viendo estos días en Irán. Por eso los editores de National Review, al analizar lo que está ocurriendo allí en esta hora, piden a Biden que haga «todo lo que esté en su mano para ayudar a los manifestantes». Y, en particular, consideran que el respaldo al movimiento de protesta iraní debe comenzar con ayudas rápidas y eficaces para levantar el «apagón digital tras el cual el régimen quiere ocultar la represión que está planteando».

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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