martes, noviembre 19, 2024
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Delirios de Petro aceleran la venezolanización de Colombia

“Comenzó la argentinización de Colombia ¿Llegará a niveles de Venezuela”, nos preguntábamos en PanAm Post en un titular del primer día hábil luego de la segunda vuelta en la que Gustavo Petro resultó electo presidente y los mercados reaccionaron con el precio de dólar unos 150 pesos al alza y las acciones de Ecopetrol 12 % a la baja. En menos de tres meses la comparación con Argentina ya quedó atrás. El dólar ha subido casi 1000 pesos en comparación con el día de la elección, convirtiéndose la moneda local en la más devaluada en el mundo. Con sus altibajos, la acción de Ecopetrol ha sido de las que más ha caído frente a otras petroleras. La inflación se ha posicionado como la más alta de los últimos 23 años. El PIB pasará de crecer 7,6 % en 2022 a tan solo 2,2 % en 2023, lo que representa la desaceleración más fuerte de toda Latinoamérica. Y la teoría de Petro –siguiendo el libreto “antiimperialista” del fallecido Hugo Chávez– es que Estados Unidos está arruinando las economías del mundo.

El “gobierno del cambio”, que desde la oposición tenía la solución a todos los males y en campaña prometió acabar con la violencia, la pobreza y la desigualdad, como toda administración de corte socialista, una vez en el poder se convirtió en el gobierno de las excusas. En tiempo récord apuntó al “malvado imperialismo norteamericano” que desde Caracas y La Habana ha permitido al chavismo y al castrismo mantener una retórica ideológica alejada de la realidad.

“Viene una crisis económica. Indudable. Los Estados Unidos prácticamente están arruinando todas las economías del mundo”, dijo Gustavo Petro este miércoles sobre el principal socio comercial de Colombia apenas dos semanas después de haber recibido la visita del secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken.

“Agarrar el dinero de Pekín se acaba pagando”
Alejarse de Estados Unidos implica acercarse a China. Colombia se mantiene hasta la fecha como uno de los pocos países de Latinoamérica que ha priorizado a Washington por encima de Pekín, pero en el norte no ven con buenos ojos que desde la Casa de Nariño se lancen señales de querer ir en dirección opuesta. Por eso, congresistas de EE. UU. que visitaron Bogotá esta semana le dejaron una advertencia clara al Ejecutivo: “Agarrar el dinero de Pekín se acaba pagando”, según reseñó el diario El País de España.

Y esto es justamente lo que ocurrió en Venezuela. Desde 2007, China comenzó a otorgar créditos a países latinoamericanos considerados estratégicos por sus recursos energéticos. Fueron un total de 137.000 millones de dólares en 117 créditos concedidos a través del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación – Importación (Exim) de China a distintos gobiernos de la región, encabezados por Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina, quedando casi la mitad de esos préstamos en Venezuela (65000 millones). Ahora, el régimen chavista está prácticamente empeñado al gigante asiático. Según precisa la Voz de América, “entre las condiciones generales de estos préstamos está pagar parte de ellos con petróleo y usar los créditos en compras a China y hacer contratos con firmas de ingeniería de ese país para facilitar el aterrizaje en la región”. Para 2019 se calculaba que la deuda equivalía a la cuarta parte del PIB venezolano.

Realidades opuestas
Si bien existen factores de carácter global que inciden en la desaceleración económica que experimentan muchos países, el buen desempeño que venía mostrando Colombia o los índices favorables de los que hoy presume Brasil demuestran que las políticas internas pueden equilibrar la balanza. La confianza y la defensa de las libertades son dos factores esenciales que le han permitido al gobierno del presidente Jair Bolsonaro posicionar nuevamente a Brasil como la décima economía mundial tras haber sido la primera nación latinoamericana que recuperó los niveles de crecimiento previos a la pandemia. Hoy, Brasil ha podido reducir el precio de los combustibles y acumular dos meses consecutivos con deflación, mientras en Colombia se dio inicio a un aumento progresivo en el precio de los combustibles y la inflación interanual que en septiembre llegó a 11,44 % es la más alta desde 1999.

La caída de las acciones de Ecopetrol también contrasta con los resultados que están mostrando otras petroleras. Mientras la empresa mixta colombiana acumula una pérdida de 6,58 % desde que Petro asumió el poder el pasado 7 de agosto, las estadounidenses Exxon Mobil y Chevron han visto subir sus acciones 9,86 % y 2,33 %, respectivamente; la británica Shell consiguió una crecimiento de 2,06 % y la francesa Total Energies se mantiene con 1,24 % al alza, de acuerdo con cifras publicadas por La República. Es decir, la petrolera colombiana, que produce casi la misma cantidad de barriles diarios que la venezolana PDVSA, va en dirección contraria al resto de las grandes corporaciones energéticas.

El comportamiento del dólar en Colombia cambió también justo después de la elección de Gustavo Petro. En la jornada previa a la segunda vuelta la divisa estadounidense cerró en 3912 pesos. El siguiente día hábil posterior a la elección alcanzó un pico de 4100 y desde entonces no ha dado marcha atrás. Este jueves 20 de octubre el dólar en Colombia cerró en 4904 pesos. En los últimos cuatro meses, el peso colombiano se ha depreciado más de 24 %. En contraste, el peso mexicano está 3 % más fuerte y el real brasileño experimenta un crecimiento de 2 %.

Sin duda, los anuncios de Gustavo Petro que apuntan a mayores impuestos a la inversión y las promesas de campaña orientadas a detener los contratos de exploración y explotación de petróleo y gas en Colombia han generado incertidumbre en los mercados. Como última muestra de la bipolaridad del gobierno, Petro respondió este jueves a la senadora Paloma Valencia que “en ninguna parte del país se ha prohibido ni el petróleo ni el gas”. Pero su ministra de Minas, Irene Vélez, había sido clara la semana pasada al afirmar a la W Radio que los contratos actuales se deben respetar pero “no habrá nuevos contratos de exploración y explotación”. El acceso a las redes sociales que tiene el presidente Gustavo Petro es perjudicial para la estabilidad económica de Colombia. JP Morgan aseguró el martes pasado que los mensajes que constantemente lanza el mandatario colombiano en su cuenta de Twitter lo que han traído es volatilidad a la economía.

Sobre la renuncia de Truss y la guerra en Ucrania
Sus delirantes aseveraciones sin rigor científico no cesan. Este jueves, tras conocerse la dimisión de la primer ministro británica Liz Truss, Gustavo Petro dijo para justificar su propuesta de reforma tributaria que “la crisis económica en Gran Bretaña comenzó cuando se intentó rebajar los impuestos a los más ricos”. Es decir, Truss tuvo que renunciar por no aplicar la política redistributiva que la izquierda defiende y ha implementado sin éxito en países como Venezuela y Argentina.

En la misma intervención en la que adoptó el discurso “antiimperialista” para justificar la crisis económica que se avecina en Colombia, Petro también dijo que “han desatado los rusos, los ucranianos, los europeos, una guerra en su propio continente, que es una guerra por el gas”. Falso. La guerra en Ucrania se inició el 24 de febrero cuando el presidente ruso Vladímir Putin ordenó invadir el país vecino bajo el eufemismo de “operación militar especial” para “desnazificar” a Ucrania. Ya en 2014 el Kremlin se anexó la península de Crimea y el mes pasado hizo lo propio con cuatro regiones ucranianas más porque su propósito es expandir el territorio ruso como parte de su nostalgia por revivir la Unión Soviética.

La erosión de la fuerza pública
Y otro episodio que da muestra de la preocupante venezolanización de Colombia ocurrió este miércoles en el centro de Bogotá cuando un grupo de indígenas de la comunidad embera se enfrentó a la fuerza pública, quedando la Policía y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de manos atadas para preservar el orden frente el discurso de la izquierda –hoy en el poder– que apunta desde el año pasado a desmontar o inmovilizar a los funcionarios encargados de la seguridad. El saldo fue de 24 heridos, 11 de ellos policías. En los videos que circularon en las redes sociales se pudo observar cómo presuntos manifestantes golpeaban salvajemente a oficiales derribados y sin posibilidad de defenderse, todo al mejor estilo de los colectivos chavistas que con total impunidad se apoderaron de las calles de Caracas y otras ciudades de la otrora potencia petrolera.

Pero Gustavo Petro se reunió con una comisión de los manifestantes, a los que defendió luego de los daños ocasionados alegando que se sienten engañados. “Cada vez que los golpean vienen más a Bogotá”, dijo posterior al encuentro para luego agregar que “los funcionarios no tienen la educación para lograr entenderlos”.

Con más motivos para marchar
El panorama para el gobierno se complica. En menos de dos meses se registraron marchas masivas en varias ciudades del país. El pasado 26 de septiembre miles de opositores salieron a las calles a protestar contra la reforma tributaria. Quienes saldrán a manifestarse este sábado 22 de octubres y posteriormente el 29 ahora cuentan con más motivos: escándalos por compras ostentosas que incluso contradicen el supuesto animalismo y la defensa del medio ambiente, un dólar que ya casi llega a los 5000 pesos y un alto costo de la vida que para 87 % de los colombianos ha empeorado entre agosto y octubre, según refleja la encuesta de Invamer dada a conocer este miércoles, en la que Petro pierde 10 puntos de aprobación a su gestión y duplica el rechazo al subir de 20 % a 40 % la desaprobación, todo esto sin haber llegado a sus primeros 100 días en la Presidencia.

Fuente: Panampost

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