viernes, diciembre 27, 2024
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Democracia y recalentamiento global

Omar Estancio,

El recalentamiento global ya es una realidad concreta y espesa. Menos, para los negacionistas de siempre.

De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (WMO, sus siglas en inglés), durante la primera semana del presente mes de julio, la Tierra sufrió los siete días consecutivos más abrasadores jamás registrados. El mes pasado, por su parte, ya había sido el junio más caluroso de cuantos se tiene memoria.

Las informaciones registran una oleada de fenómenos meteorológicos, aparentemente inconexos. Desde inundaciones a causa de las intensas lluvias en el noreste de Estados Unidos, en India, en Japón, hasta el incremento del calor marino que afecta el 40% de los océanos de nuestro planeta. Los incendios en Canadá han roto récord en emisiones de carbono. La cifra alcanzaría las 160 millones de toneladas de contaminantes lanzadas al medioambiente.

Los numerosos eventos a causa de las emisiones de los combustibles fósiles han disparado todas las alarmas. Tanto es así, que con motivo de la gira esta misma semana a China de la titular de la Tesorería de EEUU, señora Janet Yellen, la iniciativa de la visitante que rompió el hielo entre las dos superpotencias, fue el tema del cambio climático. Es la primera vez, en mucho tiempo que esos encuentros bilaterales concluyen con compromisos de mutua colaboración en lugar de las consabidas acusaciones y las subsecuentes amenazas entre ambos países. Tales propósitos de las dos naciones con peores registros en emisiones de co2, constituyen una esperanza por más que deba tomársela con la prudencia del caso.

El incremento del grado de democracia en cada país es relevante en lo referente al tema central del presente trabajo. Los gobernantes son como son. Pero serán peores o menos malos (pocos o ninguno alcanza la categoría de medianamente bueno) según sean más autoritarios o estén sujetos a los frenos y contrapesos inherentes a todo gobierno democrático y constitucional.

El ecocidio, masivo, impune, desvergonzado, contaminante en extremo, que se perpetra en estos momentos en nuestro Arco Minero es impensable en cualquier democracia por muy imperfecta que sea. Pero la tiranía que desgobierna Venezuela depreda para existir y existe para depredar, no solo el referido Arco Minero, sino nuestras reservas petroleras, el trabajo tesonero de los venezolanos y en definitiva, cuanta riqueza le pasa por medio.

Mientras haya más y mejor democracia, el planeta Tierra aumentará la probabilidad de sobrevivir sano, biodiverso, sostenible. Habrá más probabilidad de repetición de iniciativas como la de la señora Yellen en su mencionada visita y más capacidad de disuasión de los Estados democráticos con los gobernantes despóticos, siempre remisos a respetar los derechos elementales, entre ellos, la preservación del medio ambiente.

Fuente: Diario Las Américas

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