El acto era con motivo de la recuperación por el Estado argentino de uno de los aviones utilizados en los denominados “vuelos de la muerte”, durante la última dictadura militar. Sin embargo, lejos de la jornada reflexiva que merecía el acontecimiento, todo fue circo político. Como tiene acostumbrado el kirchnerismo al país.
Junto a Sergio Massa, Cristina Fernández de Kirchner aprovechó la oportunidad para recuperar algo de la centralidad política que le quitó el cierre de listas. Con la excusa de la dictadura que inició en la década de los 70, pero con la intención de mantener su discurso en el próximo frente peronista, la vicepresidente hizo referencia a una ley que pone el delito del “negacionismo”. En su opinión, ahora es necesaria, ya que en Argentina hay gente que niega “el horror” que tuvo lugar durante la época que estuvo Jorge Rafael Videla al frente del país.
Claro que los primeros negacionistas, si hablamos de la historia reciente de Argentina, son los mismos kirchneristas. Mientras niegan la historia real y documentada, fomentan un pasado alternativo que poco y nada se relaciona con los sucesos históricos. Para ellos, no hubo irresponsabilidad alguna de Juan Domingo Perón en su regreso al país y tampoco existieron grupos armados que buscaban instaurar una dictadura socialista. Solamente tuvo lugar el supuesto exterminio de los militares, desde el 24 de marzo de 1976, a una generación idealista de militantes políticos que fueron desaparecidos, simplemente por pensar distinto.
En caso de implementar algún tipo de penalidad para los que caigan en el comportamiento “negacionista”, los primeros que deberían ser procesados son los mismos dirigentes cristinistas, que tienen un objetivo muy distinto al de recordar la historia. Se trata de una construcción de un pasado imaginario y una ley mordaza, para los que se animen a discutir el discurso oficial.