Se acerca el 6 de diciembre, día establecido por el régimen de Nicolás Maduro para un fraude electoral con el que el chavismo pretende usurpar a la legítima Asamblea Nacional de Venezuela; una situación que llevará al país a una encrucijada política con Juan Guaidó como presidente interino y/o como presidente del Parlamento que culmina su gestión.
En medio de esta coyuntura, las diferentes facciones políticas de la oposición (algunas con muy poco prestigio, y otras con mejor reputación), han puesto sobre la mesa su hoja de ruta. La más reciente expresión fue la de Henrique Capriles, otrora líder opositor, quien manifestó su disposición a participar en el próximo fraude electoral. Por otro lado, la reconocida dirigente María Corina Machado, en una fuerte carta, criticó la gestión de Guaidó, le dejó claro su apoyo, pero recalcó que tiene días para hacer lo que no ha concretado en meses. La propuesta de Machado al presidente interino se basa en la concreción de una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela que incluya el poder militar o disuasivo de los países aliados a la causa por la libertad de Venezuela.
Una de las reacciones a la postura de Machado, fue la del enviado de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, quien calificó de «realismo mágico» la propuesta. Para hablar sobre los últimos acontecimientos, el PanAm Post entrevistó a Diego Arria, expresidente del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, diplomático y ex gobernador de Caracas, quien reprobó las declaraciones de Abrams y aseguró que pese a que el presidente interino Juan Guaidó es el único vínculo de legitimidad que queda en el país, su gestión ha sido lamentable.
Elliot Abrams se mofó de María Corina Machado sobre una opción militar para salir de la tiranía en Venezuela,¿ qué piensa de ello?
Yo conozco a Abrams desde hace tiempo, aprecio sus esfuerzos por la causa Venezuela pero cuando hay discusiones internas en un país entre distintos grupos como fue el caso entre el presidente Guaidó y María Corina Machado, no me pareció correcto que opinara de esa manera.
Que Abrams se mofara de las declaraciones de Machado diciendo que le recordaba al «realismo mágico» de García Márquez, me pareció grosero e inoportuno.
Él habló de realismo mágico, pero quien habló de que todas las opciones estaban sobre la mesa fue el presidente Trump, ¿cuáles serían las consecuencias de que Abrams haya decidido acabar con una de esas opciones?
Cada vez estoy más sorprendido por las distintas opiniones que vienen de nuestros principales aliados que son los Estados Unidos.
Yo creo que todo apunta a tratar de preservar la figura de Juan Guaidó como presidente interino en lo cual yo coincido, porque Juan Guaidó es el único vínculo institucional que tenemos con el mundo como presidente encargado.
Pero una cosa es que Guaidó sea el vínculo institucional y otra, las apreciaciones que se puedan hacer sobre el manejo de la responsabilidad que la propia Constitución le ha dado y que no ha sido cumplida satisfactoriamente.
Cuando el presidente Guaidó dijo que había consultado a todos los sectores y que llamaba a la unidad, quedó la duda de si también se acercó a usted, ¿han tenido algún contacto?
No, jamás, nunca he tenido la oportunidad de conversar con él, él me ha enviado en estos años dos mensajes con un «hola amigo» y yo le respondí de la misma manera en dos oportunidades.
Tal vez solo cuando lo conocí en Cúcuta el 23 de febrero que me dio un abrazo y me dijo: «Embajador necesito ayuda». Yo le dije que contara conmigo.
Pero hay una cosa curiosa, lo que él (Guaidó) está intentando hacer ahora, tiene una demora de 19 meses; ese tenía que ser su primer acto de Gobierno, decirle a los venezolanos que está convocando a la unidad para que juntos logremos la independencia.
Pero ellos (Guaidó y el G4) pensaron con soberbia que solos podían diseñar el rescate de la libertad en Venezuela y que la resumieron en el mantra famoso: «Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres».
Yo dije que eso era el equivalente a «piedra, papel o tijera», y le recomendé públicamente que no se ponga esa camisa de fuerza con ese mantra. Que dijera que está comprometido al rescate de la libertad de Venezuela para diseñar un plan conversando con todos los sectores y no solamente con los miembros del G4. Pero eso jamás lo hizo y hoy está viendo cómo ven en una nueva consulta una especie de salvavidas.
El problema no está en que agarren el salvavidas para no ahogarse, el problema es que traten de quedarse con el salvavidas.
En el fondo, si los venezolanos pudiesen hacer una consulta sobre cómo ven el manejo del Gobierno interino, del G4 y de la propia Asamblea Nacional, creo que les iría muy mal.
Hay un panorama muy desalentador para Venezuela: tenemos una nueva consulta que quisiera hacer Guaidó, existe ahora el plan de Capriles y Stalin que busca legitimar elecciones y se acerca el fraude electoral; ¿cómo ve el panorama político?
Están reflotándose problemas que han estado presentes entre estos grupos durante mucho tiempo y que hasta ahora no habían aflorado a la luz pública. Por ejemplo, el enfrentamiento entre Capriles y Julio Borges en el seno de Primero Justicia; las diferencias entre Primero Justicia y Voluntad Popular. La víctima ha sido el país.
A mí me ha parecido incoherente que hablen de unidad cuando lo primero que hicieron cuando votamos por la unidad, los dirigentes de los cuatro partidos cogieron una tijera y partieron la tarjeta en cuatro donde asignaron a cada uno una cuota. ¿Quién los autorizó para eso? Nadie.
La unidad para ellos no era importante, sino las cuotas de influencia que cada uno de esos grupos podía tener en una Asamblea Nacional. La víctima: Venezuela.
Usted conoce de cerca a Henrique Capriles Radonski quien fue candidato a la Presidencia en contiendas contra Chávez y Maduro; fue él quien según su asesor (JJ Rendón) dejó que Maduro le robara los comicios que habría ganado. ¿Cuál cree usted que es la jugada que ahora el ex gobernador de Miranda quiere lograr?
Yo durante mucho tiempo no he querido opinar sobre Capriles. La única vez que tuve una comunicación muy breve con él fue cuando se acercó a mi casa para pedirme si podía apoyarle en las elecciones legislativas.
Sin embargo voté por él dos veces como gobernador de Miranda y dos veces como candidato a presidente de la República; porque claro, la opción no era Capriles en sí, sino derrotar a Chávez y a Maduro.
Lo de Turquía me parece algo alarmante. La falta de transparencia en estos dirigentes políticos se ha convertido para mí en el determinante del deterioro de la confianza hacia los dirigentes políticos, incluyendo al propio presidente interino.
No se trata de que todos los días diga qué está haciendo, pero sí que actúe de manera independiente. Eso no va a suceder.
¿Qué cree usted entonces que se viene para Venezuela?
Yo creo, sin la menor duda, que estas maniobras en las que están Stalin González, Capriles Radonski y otro grupo de venezolanos que están acompañando en este proceso al régimen, contribuyen a debilitar nuestra imagen en el exterior. Tampoco creo que esto signifique un cambio de reconocimiento internacional a la figura de Guaidó.
¿Cuáles cree usted que deben ser los pasos de Guaidó para lograr el cese de la usurpación que aún no se ha cumplido?
Lo primero que haría no son estas conversaciones bilaterales, donde se reúne de manera privada. Yo creo que él tenía que haberse reunido con todos los sectores de manera simultánea, no uno por uno. La única manera de buscar una verdadera ruta es estando todos reunidos.
Guaidó debía ponerse por encima de su partido pero desgraciadamente creo que sigue siendo una víctima secuestrada fundamentalmente por su propio partido y por los otros miembros del G4 que lo tienen maniatado.
Cada acto de Gobierno requiere «mil» autorizaciones de los partidos, Guaidó no ha podido hacer nada por cuenta propia. Si lo hubiese asumido e informado al país, hubiese generado confianza en la gente, confianza que desgraciadamente se ha ido perdiendo.
Que Guaidó haya puesto a Leopoldo López como coordinador del Gobierno central, es como nombrarlo vicepresidente ejecutivo o primer ministro. Si le deja todas las labores del Gobierno central a una persona y que es justamente de su partido, cierra las maniobras de acción.
Que uno se equivoque no hace imposible cambiar, pero para cambiar hay que reconocerlo.
Han abandonado la única Constitución que es la de la Transición democrática. Si se hubiese hecho una consulta sobre lo que el pueblo piensa de su gestión, les hubiese ido muy mal.
Guaidó se debe a la Asamblea Nacional, nunca se desligó del G4 y el Parlamento es el único Poder legítimo en Venezuela y ante el mundo. ¿Cómo habría hecho Guaidó para deslindarse de la institución que le dio «el poder»?
La separación de poderes es algo que Guaidó debió hacer desde un primer momento, él no debió seguir yendo a la Asamblea y que el vicepresidente del Parlamento fuera el encargado de asumir la Presidencia del Congreso.
En esta confusión de roles el perjudicado ha sido él y el país. No ha habido una mínima separación entre los dos poderes.
Ser presidente encargado y ser presidente de una sesión del Parlamento, es una situación muy penosa.
¿Cuál cree usted que debe ser la salida de la tiranía de Maduro?
La dictadura no saldrá si no hay una fuerte y sostenida reacción del pueblo venezolano, y eso no va a suceder sino hasta que los venezolanos decidan que hay que pagar un precio por el rescate de la libertad; o en su defecto ver si están dispuestos a dejarlo así o esperar a que alguien venga mañana o pasado a ayudarnos.
Para que se logre la reacción de la gente se necesita que sea inspirada, y lo que está sucediendo, lo menos que hace es inspirar a la sociedad venezolana, y menos, si la ambición por la libertad está convertida en un elemento esperanzador.
El país no siente que tiene a los líderes adecuados para sacar a Venezuela de esta situación. Nosotros no podemos dejar en manos del mundo que vaya perfilando hasta cómo debemos comportarnos, como si nosotros no tuviéramos historia.
¿Y cómo los líderes se ganarían esa confianza?
Para mí no será una persona, será una especie de Consejo de Gobierno que sea muy transparente y representativo del país.
Fuente: PanamPost