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Dios bendiga a América, ¿demócrata o republicana?

SONIA SCHOTT,

En 1918, luego de naturalizarse estadounidense, el famoso compositor, Irving Berlin, escribió «God Bless America».

Berlín, cuya música forma parte del «Great American Songbook», el listado de las canciones más populares e influyentes del siglo XX precisó en 1940 que la pieza no estaba pensada como canción patriótica sino como una expresión de gratitud al país que acogió a miles de inmigrantes como él; con el tiempo, el sentido patriótico prevaleció y hoy en día, muchos estadounidenses la consideran como el himno nacional no oficial.

La frase “Dios bendiga a Estados Unidos” también se coló en política, como un recordatorio de que somos una nación a pesar de las diferencias.

En 1973, el presidente Richard Nixon en los albores del escándalo de Watergate anunció las renuncias de tres funcionarios de su administración con estas palabras: “Les pido sus oraciones para ayudarme en todo lo que haga en mi presidencia” sellando con la frase “Dios bendiga a Estados Unidos y Dios bendiga a todos”.

Fue Ronald Reagan quien convirtió “Dios bendiga a Estados Unidos” en el eslogan político que es hoy, al usar la expresión para concluir su discurso de aceptación de la nominación en la convención del Partido Republicano, en 1980, según la Biblioteca del Congreso.

Si bien la política es el arte de llegar al poder utilizando todos los medios posibles, el intento de persuasión oral desenfrenado fomenta divisiones profundas que conducen a la polarización.

Según el Journal for Democracy en un escrito de Rachel Kleinfeld la violencia política viene de larga data en el país.

“Durante la década de 1960, grupos extremistas desviaron a sus seguidores de la corriente principal insertándolos en células clandestinas como la antiimperialista Weather Underground Organization o la antiaborto Operación Rescate”.

Si bien entre 1960 y 1970 estos sectores violentos, en su mayoría, pertenecían a la extrema izquierda, a partir de finales de la década de 1970, la violencia política giró hacia la derecha con el surgimiento de milicias y grupos de supremacistas blancos, según Kleinfeld.

Un reporte del Servicio de Investigación del Congreso encontró que al menos 15 ataques directos se produjeron contra presidentes, presidentes electos y candidatos presidenciales, resultando cinco de ellos muertos.

El 30 de marzo de 1981, el mismo Reagan fue herido a tiros por John Hinckley Jr., cuando regresaba de una conferencia en el Washington Hilton. Hinckley creía que el ataque impresionaría a la actriz Jodie Foster, con quien estaba obsesionado después de verla en la película Taxi Driver.

Ahora una vez más, la violencia irrumpe dramáticamente en política.

“Me dispararon con una bala que atravesó la parte superior de mi oreja derecha. Supe de inmediato que algo andaba mal porque escuché un zumbido, disparos e inmediatamente sentí la bala atravesando la piel. Hubo mucho sangrado, entonces me di cuenta de lo que estaba pasando”, según el comunicado del expresidente Donald Trump que finaliza con la frase “¡DIOS BENDIGA AMERICA!”.

Trump se refería al intento de asesinato, el sábado pasado, a solo 16 semanas de las elecciones presidenciales 2024.

Ya lo había advertido Jacob Ware, investigador del Consejo de Relaciones Exteriores, quien el pasado abril alertó sobre la posible violencia en estas elecciones.

Para Ware, la retórica utilizada para asustar a las bases y obligarlas a votar, aumenta las probabilidades de que las personas recurran a soluciones violentas.

Las encuestas, según Ware, muestran que casi una cuarta parte de los estadounidenses creen que “los patriotas tal vez tengan que recurrir a la violencia para salvar al país” y esto podría desestabilizar la democracia estadounidense y envalentonar a los autócratas del mundo.

«La retórica política en este país se ha vuelto muy acalorada», dijo el presidente Joe Biden desde la Oficina Oval, respondiendo así a los sucesos del fin de semana. «Es hora de enfriarla». “No podemos permitir que la violencia se normalice”.

Hasta hace poco, la conversación en Washington giraba en torno a si Biden debería permanecer como candidato del Partido Demócrata, pero ahora la atención vuelve a las filas republicanas, en una carrera presidencial que llegó a un punto de inflexión que trasciende los límites de la retórica política con profundas implicaciones para la campaña presidencial y afectando tal vez su resultado.

Fuente: Diario Las Américas

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